Ayer se cumplieron 40 años del inicio de la Guerra de Malvinas, el último manotazo de una dictadura que se caía a pedazos. Tres días después de la manifestación convocada por la CGT-Brasil comandada por Saúl Ubaldini, bajo la consigna “Paz, Pan y Trabajo”, la Plaza se volvió a llenar pero esta vez en apoyo a la recuperación de las islas. La cobertura mediática durante los dos meses que duró el conflicto fue asombrosa: según Clarín, Gente, Siete Días, 60 Minutos y el resto de los medios serios, la Argentina ganó todos los días, salvo el último.
El antiperonismo, hoy circunstancialmente antikirchnerismo, suele tener una relación compleja con el reclamo por la soberanía argentina sobre las islas, que considera contaminado de nacionalismo (que el Reino Unido las considere suyas, en cambio, no presenta contaminación alguna). Es extraño ya que la propia Constitución Nacional señala: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.” Tal vez la Constitución de 1994 sea nacionalista, vaya uno a saber.
Desde las Malvinas, el ineludible Hugo Alconada Mon escribió una serie de relatos maravillosos publicados por La Nación en los que describía el ánimo de los isleños, para quienes la Argentina es vista como “el matón del barrio” e incluso “como Rusia frente a Ucrania”. Sólo faltó algún cartel de #JeSuisKelper.
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Hace 10 años, un grupo de “intelectuales, periodistas, historiadores y constitucionalistas” en el que descollaban FerIglesias, experto en globalización, Luis Alberto Romero, Marcos Novaro y Beatriz Sarlo, prefiguró el tierno relato de Alconada Mon al proponer algo realmente novedoso: El pueblo kelper. Un descubrimiento que sorprendería no sólo a la ONU sino también a los kelpers, que hasta ser descubiertos por Romero & Friends vivían en la ignorancia de creerse británicos.
El pueblo kelper, otro gran invento argentino como la birome y la sensación térmica, permite a nuestros preocupados intelectuales, periodistas, historiadores y constitucionalistas que desconocen nuestra Constitución, proponer su autodeterminación como extraña alternativa entre la Argentina que la desconoce y el Reino Unido que, justamente, la apoya.
Hace unos días, los senadores del Frente de Todos propusieron que los evasores paguen la deuda con el FMI y presentaron un proyecto para levantar el secreto bancario, una iniciativa que generó la furia coral de la oposición de Juntos por el Cambio y de nuestros medios serios (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar). Para Edu Feinmann el proyecto es “un delirio total”. Su colega Willy Laborda consideró que es “un disparate” y se preguntó “¿quién va a querer blanquear algo en Argentina si te matan a impuestos?”, mientras que Luis Majul opinó que el proyecto sería inconstitucional y que, además, “todos los especialistas lo critican”.
Inspirada tal vez por ese Nado Sincronizado Independiente (NSI), la diputada Carolina Píparo decidió ir más allá y denunció que el proyecto oficialista “ataca la propiedad privada”. ¿Cuándo la policía logra recuperar el botín de un robo o decomisa dinero del narcotráfico también atenta contra la propiedad privada? Una duda trepidante.
En todo caso, la Argentina es un país extraño, quien corta una calle o vende chipá sin autorización municipal merece el escarnio mediático y la represión policial pero quien le roba al fisco miles o incluso millones de dólares es una víctima que merece ser defendida por senadores y diputados.
Por último, en la elecciones estudiantiles de la Universidad Nacional de La Plata, Franja Morada ganó en más de la mitad de las facultades, un resultado que llegó de comprensible alegría a la UCR. Desde el Imperio de Ledesma, su alteza magnánima Gerardo I, visir de la Puna, maharajá del Potosí, León de Tilcara, Apóstol de La Paz, Zar de los Siete colores, mariscal del Altiplano, califa de Humahuaca, Martillo de Herejes, Protector de la Justicia, Orgullo Radical y Azote de Dios, escribió en su cuenta de twitter: “Esto demuestra que siguen más vigentes que nunca los principios reformistas y la continuidad histórica de la UCR para garantizar la educación pública para todos y todas.” El visir de la Puna tiene razón: para garantizar la educación pública no existe mejor iniciativa que recortar el presupuesto de las universidades- como propuso Ricardo López Murphy el Breve durante el gobierno de la Alianza- o, aún mejor, reducir el presupuesto de Educación, como hizo el gobierno de Cambiemos.
Son políticas que responden a la naturaleza humana: Sólo valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos.
Imagen: El Visir de la Puna festeja el triunfo de Franja Morada repartiendo doble ración de tasajo en sus mazmorras (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)