Dolor derecha: se va Jeanine

20 de septiembre, 2020 | 00.05

En un emotivo mensaje, Jeanine I, Emperatriz del Beni, Terror de los ateos, marquesa de Potosí, Defensora de las Santos Evangelios, Tigresa de los Llanos, Zarina de Cochabamba, Patrona de la Justicia, Hoguera de los agnósticos y Presidenta autoproclamada del Séptimo Día, declinó su candidatura a presidenta de Bolivia. La senadora que asumió la presidencia en una sesión de la Cámara Alta sin quórum luego de que el ejército y la policía obligaran a Evo Morales a renunciar, explicó con magnanimidad que su gesto es “en homenaje a la lucha que ha sostenido el pueblo boliviano para que se vaya por siempre la dictadura”. No sabemos qué dirá Don Luis Almagro, titular de la OEA y partícipe necesario del golpe, pero imagino que estará tratando de ordenar un zoológico político cuyo único punto en común es el odio hacia el presidente durante cuyo mandato, de 2006 a 2019, el país creció a una tasa superior al 4,5% anual y redujo la pobreza, la desigualdad y la deuda. 

Por su lado, Donald Trump, inspirado tal vez por su protegida Jeanine I, ordenó al Departamento de Comercio que las descargas de TikTok y WeChat, el WhatsApp chino, se prohíban en EEUU. El anuncio llega después de la orden ejecutiva emitida a principios de agosto que daba a ambas aplicaciones cuarenta y cinco días para vender su negocio a una empresa estadounidense. Según la Casa Blanca estos programas captan automáticamente grandes cantidades de información, incluidos datos sobre internet y otras actividades de la red, como la localización, navegación e historiales de búsqueda. Es decir, hacen lo mismo que Facebook, Google, Instagram o Twitter salvo que todas estas empresas tomaron la precaución de no ser chinas.

No sabemos que opinarán nuestros falsos liberales, alimentados en el generoso feedlot de canapés de la Embajada, sobre ese claro atropello a la libre empresa, la seguridad jurídica y coso, aunque su valiente silencio luego del anuncio nos da una pauta de lo que vendrá. Podemos sospechar que esta vez nadie hablará de chavismo ni denunciará medidas autoritarias que desalientan las inversiones y alejan del mundo a quien las toma. Tampoco veremos almas de cristal fatigando cacerolas en nombre de la libertad avasallada. Ocurre que el librecambismo es una doctrina que los países desarrollados pregonan pero nunca aplican, a menos que dominen el mercado. No deberíamos descartar, sin embargo, que algún analista independiente justifique la decisión de Trump argumentando su condición de kirchnerista, como Maduro y Lex Luthor. Todo es posible.

Para no ser menos que sus referentes regionales e incluso globales, el terraplanismo local brilló con luz propia en un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) de periodistas serios y miembros de Juntos por el Cambio (dos colectivos que cuesta cada vez más diferenciar). Sin percibir contradicción alguna, denunciaron la tiranía del Senado por cumplir éste con sus obligaciones constitucionales y reenviar a sus tribunales de origen a jueces desplazados a dedo por el presidente anterior. Como explicó Alberto Fernández: “Supuestos republicanos defienden a jueces a los que movieron como piezas de ajedrez, poniéndolos en juzgados donde les convenía.” 

Del mismo modo, Federico Sturzenegger y Lucas Llach, ex presidente y ex vicepresidente del Banco Central hasta el año pasado, lamentaron las nuevas restricciones cambiarias decididas por las actuales autoridades del organismo. Es decir, quienes reestablecieron el cepo para intentar evitar la sangría de divisas que generó su eliminación, hoy denuncian que se regule lo que ellos regularon. 

Golpistas que buscan defender la democracia, librecambistas que cierran mercados, defensores de las instituciones que se indignan por el cumplimiento de la Constitución y reguladores que denuncian las regulaciones. Asombros de una época asombrosa.

Imagen: Jeanine I, Emperatriz del Beni, posa con su tocado de Protectora de la Democracia (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)