En el año 2009, tras la derrota electoral de medio mandato el tipo de unidad histórica - social y política- que plantearon Néstor Kirchner y Cristina Fernández estaba en crisis y mutando. Sucede habitualmente: “No son todos lo que están, ni están todos los que son”. Los procesos políticos llevan a eso. Todo lo que se consolida en un momento histórico y se construye como unidad, social y política con el tiempo cambia, muta, agrega, quita. Domina finalmente Marx y todo lo sólido se desvanece en el aire.
Tras la crisis con el complejo agro-mediático, abierta por la fallida “resolución 125”, elaborada por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau que renunciara en abril del 2008, y tras aquella elección bonaerense del año 2009 con el triunfo del empresario Francisco de Narváez, voló por el aire definitivamente el tipo de unidad llamada “transversalidad” diseñada en el año 2007 para el Frente Para la Victoria.
Recordemos que el vicepresidente Cleto Cobos dejó de lado su posición de integrante del Poder Ejecutivo y pasó a la oposición con aires presidenciales, antes en Julio del año 2008 también había renunciado el jefe de Gabinete Alberto Ángel Fernández.
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También dejó el gobierno en el mes de Julio de ese año 2008 Sergio Tomás Massa, integrante incluso de la lista testimonial bonaerense en el año 2009 - a solo once meses de haber dejado la intendencia de Tigre para volver justo antes de que termine su licencia- y ya desde la intendencia comenzar a diseñar el Frente Renovador, con el que ganaría holgadamente las elecciones de Provincia de Buenos Aires en el año 2013.
Pasó siempre en el peronismo: el tipo de unidad histórica que planteó Juan Perón en los comienzos a mediados del siglo pasado, no fue el mismo que el de los años setenta de gran soporte en la Juventud responsable central de su retorno, y ese tipo de unidad setentista estalló en el año 1974 tras la muerte de José Rucci, para mudar de centralidad al movimiento obrero organizado, protagonista principal del tipo de unidad histórica de mediados de los años setenta que incluso perduró durante el gobierno de Isabel Perón.
Aún con gran centralidad del movimiento obrero organizado, no fue el mismo tipo de unidad histórica de mediados de los años setenta el que se materializó con Ítalo Argentino Luder en el año 1983.
Mucho menos la que se estructuró con Carlos Saúl Menem en la primera etapa de gobierno en el lapso 1989- 1995, tipo de unidad que a su vez se transformó drásticamente a partir del año 1995 y no replicó el tipo de unidad política y social del año 1989 incorporando dirigencia y electores de la entonces UCD, formación liberal capitaneada por el inefable Álvaro Carlos Alsogaray que había obtenido 7% de los electores en las elecciones de 1989 , porcentaje que daría envidia al fantasma libertario actual.
El tipo de unidad histórica menemista mucho menos tuvo que ver con la que Néstor Carlos Kirchner construyó en el año 2003 y que, con muchos cambios en su devenir histórico, llega, aunque muy transformada, hasta nuestros días.
Nos referimos al tipo de unidad histórica -dirigencial, social y también electoral- que acompaña un proceso político, le da sostén, anclaje. En esta perspectiva es muy probable que el tipo de unidad histórica que planteó Cristina Kirchner para el lapso comprendido entre los años 2019-2023 comience a mutar y cambie en otra perspectiva tras esta etapa de oficialismo coaligado llamado Frente de Todos y cuya nominación ya ha mutado a Unión por la Patria. Es apenas un paso en esta dirección, falta el cambio de actores.
En el fondo, la discusión que persiste y está hoy agigantada en los medios opositores, es si el peronismo es algo más que el kirchnerismo. Habría, para algunos políticos y teóricos, propiedades históricas, de gestión y representación, que el peronismo tiene por sobre el kirchnerismo, y esa es una discusión teórica específica que debe darse, porque tiene consecuencias políticas muy importantes.
Si se considera que el kirchnerismo es una etapa acotada del peronismo, que en definitiva es un despliegue histórico, político y de representación social mayor que lo supera, se asume una determinada política coyuntural y estratégica que comienza siempre por acotar, suspender, encapsular el liderazgo de Cristina Kirchner.
Si se observa que el kirchnerismo expresa plenamente lo que inauguralmente expresaron Juan Perón y Eva Duarte, y es hasta hoy al menos, la modalidad histórica concreta que asume el peronismo inaugural, surge otra determinación, estratégica y coyuntural que comienza siempre por reconocer el liderazgo de Cristina Kirchner sin limitaciones.
Por otra parte, en lo estrictamente electoral, nunca pudo ser sustentable la idea de que hay un plus electoralmente potente del peronismo no kirchnerista por fuera del kirchnerismo que básicamente los opositores denominan "duro".
Por el contrario, en las últimas elecciones de medio mandato, por la crisis de ingresos se perdieron votos que acompañaron al oficialismo en las elecciones del año 2019, como bien señalan los intelectuales kirchneristas en su documento Unidad del campo popular: moderación o pueblo “la “Unidad” del Frente de Todos se rompió en noviembre de 2021, cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato. Reconstruirla es el objetivo.
Se mostró que la hipótesis de la potencia electoral del peronismo no kirchnerista es falsa y en rigor, cuando - ya en los años 2015 y 2017 - el "peronismo" despojado de kirchnerismo apareció en la escena electoral, fue un fiasco.
Finalmente, asumir las transformaciones inexorables en el tipo de unidad histórica, política y social que se construyó para el lapso comprendido entre los años 2019-2023 sin perder la vocación de mayorías, es el gran desafío de la etapa actual para el peronismo kirchnerista, tarea compleja, sin duda, pero inevitable e históricamente recurrente.
Al interior del rebautizado FDT, los diferentes liderazgos difieren en mucho más que en estilos sino en miradas sobre el modelo de país al que se aspira conseguir. La prueba de ello se observó recientemente en la provincia de Jujuy
En efecto, Jujuy es un laboratorio no solo del modelo extractivista y vaciamiento de nuestros recursos naturales. Es también el modo en que los sectores dominantes piensan se debe superar "la grieta": Sumando a sectores del peronismo al modelo de ajuste y represión. En esa etapa estamos y en la PASO de UP, también se discute esto.
Levantar el piso de la PASO fue una manera de evitar que el “efecto Bossio” se generalice en una fuerza como UP, que tiene en su interior la representación de proyectos de país antagónicos. Tan antagónicos como se expresó en el laboratorio jujeño con parte del PJ apoyando la reforma inconstitucional de Gerardo Morales.
Es que el tipo de Unidad que por caso llevó al FDT a perder las elecciones del año 2021, suponía mantener la alianza a costa de convivir dirigentes que expresaban proyectos antagónicos a punto tal que el entonces ministro Martín Guzmán realizó un gran ajuste del gasto durante el año electoral, ajuste que fue advertido por la vicepresidenta a la que el entonces ministro desautorizó públicamente.
Finalmente, reiteramos, la convivencia de proyectos de país antagónicos se replica con su especificidad en Jujuy.
Esta vez se trata del apoyo al ajuste y la reforma (in) constitucional aprobada por el Frente Cambia Jujuy de Morales y el Frente Justicialista conducido por el empresario Rubén Armando Rivarola, director ejecutivo del diario oficialista El Tribuno de Jujuy.
El texto de la reforma constitucional regresiva en Jujuy, observado en detalle por analistas de El Destape, fue apoyado por el peronismo jujeño, cuya función en términos políticos, electorales o institucionales es de acompañamiento al proyecto neoliberal que encarna Morales. No es gratis. Los efectos electorales de esta "sociedad" están a la vista.
El peronismo jujeño declina electoralmente, al tiempo que crece, con lógica, la izquierda tradicional. El declive electoral muestra qué costos tiene transitar el camino de transformar al PJ en furgón de cola del neoliberalismo, camino que Néstor y Cristina Kirchner interrumpieron en el año 2003.
En síntesis, este tipo de Unidad ya es insostenible en el peronismo que, con Néstor y Cristina Kirchner, retomó la tradición popular - democrática inaugurada por Perón y Eva, tras casi un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal, donde el peronismo pre kirchnerista en su fase menemista fue actor principal
Etapa menemista que modeló a un vasto sector de la dirigencia que aún permanece, intentando protagonizar la reconfiguración del peronismo en lo que ya fue desde la muerte de Perón y la llegada de Néstor Kirchner: El partido del ajuste neoliberal en el país. Mantener una unidad a lo pirro con esta dirigencia peronista de tradición neoliberal resulta de una dificultad creciente y pobres resultados políticos y electorales.