"Hoy no sé de qué quiero hablar", dijo la paciente al comenzar una de las sesiones bisagra desde que empezamos, juntos, a transitar la experiencia del análisis.
Como suele ocurrir, cuando se llega a la sesión sin frases prefabricadas, acontece el inconsciente. Más allá del conflicto familiar que le ha hecho daño durante muchos años, el dolor sigue teniendo lugar por la falta de diálogo. Y ante esto, emerge en ella la pregunta: "¿Cómo puede ser que nunca haya hablado de esto con mis hermanos?"
Esta semana se cerró otro capítulo de la historia que tiene como protagonistas a los Etchevehere. Lo sucedido en “Casa Nueva”, en la provincia de Entre Ríos, es de público conocimiento. Y si bien, la discusión política puso en la agenda el tema de la propiedad privada ante la opinión pública, quizás, el origen de esta guerra sea la palabra de la que fueron privados los hermanos, Luis Miguel, Juan Diego, Arturo Sebastián y Dolores, hijos de Luis Félix y Leonor Barbero Marcial. Cuando la ley paterna no logra ser instaurada, pareciera que es necesaria otra ley. El asunto va más allá del patriarcado, aunque en este caso no parece un tema menor que la única hija mujer haya sido dejada por fuera del clan familiar. No sólo de la fortuna y de las decisiones parece haber sido privada. Sus padres la bautizaron, a diferencia de los varones, con un solo nombre y, paradójicamente, son muchos más que dos los dolores de cabeza que el accionar de la hermana de los Etchevehere les está ocasionando al resto de los miembros de la familia.
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Los hermanos se hacen. Quienes cumplen las funciones materna y paterna son responsables de la construcción del vínculo fraterno entres sus hijos. Especialmente en los primeros años de vida. Más allá de los detalles con los cuales cada quien escriba su propia novela familiar, donde falta la palabra, los silencios resultan mortíferos. Suele decirse que el fruto no cae muy lejos del árbol. En este caso, es difícil desentramar la historia para ubicar víctimas y victimarios. La puja por el campo y la fortuna de la familia podrá tener ganadores y perdedores, sin embargo, en esta película les tocará perder a todos.
Es curiosa la relación de los hermanos Etchevehere con la ley simbólica que no pudo ser instaurada y con la ley jurídica que no aceptan cuando no falla a su favor. Se ubica a Dolores como la protegida de su padre y muerto este, pareciera que no hay quien la proteja. Ante el fallo adverso de un juez, los hermanos salen en busca de un segundo fallo de una jueza que les restituya la posesión de Casa Nueva. Lo jurídico y lo psicoanalítico juegan a las escondidas en este caso, en el que termina desplegándose una puesta en escena pública de una historia que, quizás, haya tenido su desarrollo más traumático en el ámbito privado. Lo público y lo privado, dos asuntos que siguen siendo puestos en tela de juicio en estos tiempos y cuya discusión merece un capítulo aparte con un grado de compromiso mayor que el que se pone en juego entre chicanas políticas y vericuetos jurídicos, sin la posibilidad de brindarnos un debate en serio.
Los portales de noticias y las redes sociales siguen exponiendo imágenes de una semana en la que se confundió quiénes eran los buenos y quiénes los malos de un lado y del otro de la tranquera. No siempre una imagen vale más que mil palabras. Muchas veces lo que se muestra no permite ver lo que se esconde, en los silencios, en lo no dicho.
Ayer por la mañana, en “Y ahora quién podrá ayudarnos” (Radio con Vos), Ernesto Tenembaum y su equipo intentaban distender el clima del programa preguntándose, un poco en broma, – y otro poco también – como se pronunciaba el apellido Etchevehere. La presencia de la H entre las dos E generaba todo tipo de hipótesis. Minutos más tarde, la producción sorprendía al periodista con un contacto telefónico con Juan Diego, uno de los hermanos.
- Se dice así, como lo pronunciaste al presentarme – le dijo Juan Diego a Tenembaum. – “Etchevere”, la H es muda.
Tras la licencia humorística, Etchevehere disparó con un arsenal de argumentos juzgando el accionar de Dolores y los miembros del Proyecto Artigas sin ningún tipo de empatía por quienes no cuentan con las posibilidades económicas que no le faltan a su familia. Juan Diego repetía una y otra vez “déjeme terminar la idea” y de ese modo, no paraba de hablar. Emitía juicios cargados de odio contra Dolores sin piedad, planteando que deberá pagar en la justicia por su irrupción en el campo que ya no le pertenece. Finalmente, Tenembaum le preguntó: ¿Y por qué no llama a su hermana?
Para el entrevistado, la pregunta pasó de largo. A mí me quedó resonando, mezclándose con las palabras de mi paciente – días atrás – asociándose a esa H muda. A la H de esa hermana que los varones quieren callar, con la que ellos eligen no hablar. Mientras los Etchevehere se apresuran por cerrar la tranquera, yo celebro que haya analizantes abriéndose camino a la experiencia del análisis, un sendero que se va sembrando con preguntas sostenidas en lo incierto, sin prisa por conocer las respuestas. Aquellas que se apuran a dar quienes sólo quieren tener razón para no hablar de lo que prefieren callar.
* Edgardo Kawior es Lic. en Psicología, psicoanalista. Da talleres para escribir. Seguilo en Instagram / Twitter / You Tube / licenciadokawior@gmail.com
** Ilustración: Ro Ferrer