Aborto legal: volvimos mujeres

14 de noviembre, 2020 | 12.04

En estos días, el presidente Alberto Fernández enviará el proyecto de ley de legalización del aborto al parlamento. Desde aquel 9 de marzo de 2018 Cecilia Szperling, Claudia Aboaf, Valentina Vidal y Vivi Tellas han sido parte del colectivo de artistas argentinas que decidieron ponerle el cuerpo a la lucha. Saben lo que dicen, lo que escriben, lo que gritan. Y cuando se expresan, sus palabras generan efectos en mi cuerpo. Las escucho, las leo y no puedo traducir ese dolor en carne propia que me revuelve las tripas. Sin embargo, en el ejercicio de la escucha frente a cada una de ellas, encuentro uno de los modos de entender ¿por qué grita esa mujer?

La historia la escriben las que escriben. A veces les toca ganar y otras, perder. Pero eso no las detiene. No dejan de contar lo sucedido y de dar testimonio de experiencias —propias y ajenas— que han dejado marcas en ellas, mujeres reales. Son militantes de la palabra y del cuerpo. Sus ficciones develan verdades dolorosas, heridas de luchas solitarias, tantas veces silenciadas. Hoy, las invité a brindarnos su palabra, en primera persona.

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- Con la esperanza de que este año —finalmente— sea sancionada la ley, ¿qué recuerdos e imágenes te despiertan el envío del proyecto para ser tratado por el Congreso y el Senado?

Claudia Aboaf: La primera imagen que me viene a la memoria es el aborto clandestino que me realicé cuando tenía diecinueve años. El dato del médico que necesitábamos se lo pasó a mi novio su madre, la que sería mi suegra. Con él —padre de nuestros futuros hijos—, dedujimos que también ella —madre de tres— había decidido abortar en algún momento.

Vivi Tellas: Yo de niña cuando me hice “señorita”, la primera vez que me vino la menstruación y empecé a entender qué significaba ser mujer y todos los peligros que me esperaban. Ser mujer me expondría a cosas terribles. El mundo era injusto y violento con las mujeres. Pensaba que era así. Sentí que empezaba un miedo nuevo para mí.

Cecilia Szperling: Recuerdo estar subiéndome a un escenario después del discurso icónico de Claudia Piñeiro, ver a todas las pibas y tener que decir algo. No podía hablar por la emoción y dije, “Las escritoras ponemos el cuerpo”. Me acuerdo que había dos tipos amenazantes pegados al escenario y dos de las activistas de seguridad de la campaña se les plantaron adelante. Pusieron el cuerpo, pensé.

Claudia Aboaf: La siguiente imagen es en la plaza del Congreso. Estoy en el escenario con NP (la organización feminista “Nosotras proponemos”) y grito por el micrófono ante miles de mujeres, “¡yo aborté, yo aborté!” ¿Me acompañan? Y algunas mujeres mayores comenzaron a repetir conmigo “yo aborté”. Así habían iniciado en Francia la campaña para la ley del aborto seguro, mujeres famosas, escritoras, rompiendo la hipocresía y el secretismo.

- Si te convocaran hoy a hablar sobre la necesidad de que esta ley sea sancionada, ¿qué dirías?

Vidal: Diría que es más urgente que nunca, porque la oportunidad histórica es ahora y la espera lleva demasiados años, demasiadas muertes evitables. Los abortos no van a dejar de existir, como tampoco se va a obligar a abortar a nadie, ni las personas con capacidad de gestar se van a estar embarazando porque sea legal abortar. Es un derecho ser asistidas y que se haga bajo un marco de legalidad y no morir en un aborto clandestino. Parece increíble que en el siglo XXI tengamos que seguir repitiéndolo hasta el cansancio. Decir “mi cuerpo, mis derechos”, no sólo abarca el derecho al aborto legal. Cada una de nosotras está diciendo “este es mi cuerpo y yo voy a decidir lo que quiero con él.

Szperling: Podemos evitar muertes innecesarias, podemos recurrir a las pastillas de Misoprostol, podemos descubrir y detener abusos y violaciones intrafamiliares y de cualquier tipo, podemos dejar de condenar, juzgar y someter a las niñas y mujeres y personas gestantes a la voluntad de los dogmáticos religiosos fundamentalistas. Necesitamos, simbólicamente, liberarnos de esas cadenas.

Aboaf: Esta demora es violencia de género porque nos obliga a exponernos para reclamar. Calculen cuántas mujeres más murieron en abortos clandestinos desde la promesa de elevar el proyecto a las cámaras hasta el día de hoy.

Las escucho y no puedo dejar de pensar ¿qué pasaría si fuéramos los hombres quienes tuviéramos la capacidad de gestar una vida en nuestros vientres? Quizás, no habría tanta resistencia al voto positivo. Las leo y recuerdo las palabras de Alberto Fernández el día de su asunción como presidente. Quizás su fallido sea el anuncio de algunos cambios que las argentinas y los argentinos nos merecemos. Sigo sintiendo vergüenza por la incapacidad de algunos legisladores de interpretar un reclamo genuino. Legalizar el aborto no es ponerse en contra de la vida. Es un gesto de madurez política, es un acto de libertad que implica una responsabilidad personal frente a una de las decisiones más difíciles que puede tomar una mujer y garantizarle, desde el Estado, todos los medios para atravesar una situación tan dolorosa.

- ¿Cambió algo en tu vida cotidiana la militancia por la promulgación de esta ley?

Vidal: Me siento parte de una red de contención invaluable. Sabemos que nunca más esteramos solxs. Aprender cada día un poco más. Escuchar a lxs más jóvenes, ver al otrx y su conflictiva, su contexto. Poder mirar atrás y entender cuál fue el camino para llegar a ser quien soy. Mantener la mente y el corazón despiertos.

Tellas: Sí, muchísimo. Me siento con más fuerza para imaginar, crear y profundizar. ¡Me conmueve saber que estamos juntas en esta lucha!

Aboaf: Soy una militante compulsiva por la adicción a la experiencia colectiva. Con esta militancia confirmé que prefiero la acción con otras mujeres, lo que se genera entre nosotras es sublime.

Szperling: Sí, la historia no iba a pasar por delante de mis narices. Me decidí a activar, a generar, a proponer, a liderar y cargarme acciones al hombro —si hacía falta— y a generar consensos y ser parte de un colectivo. Empezamos en marzo de 2018 recitando a Susan Thenon en la explanada del Malba y luego nos pusimos una remera donde escribimos los nombres de las escritoras argentinas borradas, ignoradas, excluidas del canon, de la universidad, de los suplementos literarios, de los paneles. A las semanas nos redirigimos a la sanción de la ley, a militarla con Lecturas, Pegatinas poéticas. La palabra fue nuestra performance. Finalmente soy otra, inmersa en el feminismo, en la política de las reivindicaciones. Vicky Donda me convocó al Inadi. Mi próxima novela narra mis abortos clandestinos y los de mis hermanas.

La escritura es uno de los modos de la militancia. Es la posibilidad de hacer lazo y enlazarse en las palabras de otro, de otra. No como mandato, sino como deseo. Como búsqueda que es encuentro. Las escritoras proponen literatura. Durante mucho tiempo han escrito solas, desde hace algunos años decidieron unir sus trazos para dejar una nueva huella en la historia de nuestro país. Quizás estemos en las vísperas del mejor final para una novela colmada de capítulos dolorosos. Ellas saben que ya no están solas y que cuando escriben juntas, la historia se pinta de verde, como la marea de la que son parte, aquella que inunda las calles, militando una de las causas más nobles, la libertad de poder decidir qué hacer con sus propios cuerpos.

Escrito Colectivo*

Viento de cielo rojo que atardece en mi balcón

vuela hojas, vuela el vestido que llevo puesto

y las páginas de un diario escrito

que atesoré por años.

Me gusta la palabra infinito,

es tan delgada y quiere decir tanto

como dos manos apretadas,

un gesto pequeño, un universo entero.

La violación a la naturaleza

es el permiso de todas las violaciones reiteradas.

La soberanía personal

es la máxima batalla para florecer,

y que toda nuestra riqueza aparezca.

 

(*) Escrito por Claudia Aboaf, Cecilia Szperling, Valentina Vidal y Vivi Tellas.

Edgardo Kawior es Lic. en Psicología, psicoanalista. Da talleres para escribir. Seguilo en Instagram / Twitter / You Tubelicenciadokawior@gmail.com

Ilustración: Ro Ferrer