El Presupuesto del “doctor” augura sufrimiento

19 de septiembre, 2024 | 00.05

El profesor de microeconomía I, al que los amigos le consiguieron un doctorado de utilería, presentó el Presupuesto 2025. Para tedio de la población, lo hizo nada menos que por cadena nacional, lo que provocó la fuga masiva de las audiencias. Son las primeras señales nítidas de hartazgo social con el personaje, dato que también aparece en las encuestas. En el último mes la imagen presidencial tuvo una fuerte caída. Las pullas mediáticas que hasta ayer entretenían o despertaban adhesión hoy son un sketch remanido. Se puso en juego el mal humor social, que no solo es volátil, sino explosivo, sobre todo cuando “la víscera más sensible”, el bolsillo, está cada vez más flaca. El coctel suma tarifas, palos a jubilados y persistencia de la malaria. La proyección es que, para una porción creciente de la población, Milei haciendo de Milei será cada vez más irritante y la continuidad del ajuste cada vez menos aceptable. Los comunicadores oficialistas la remarán en dulce de leche.

Dejando las formas y yendo a los contenidos lo que volvió a evidenciarse es que el gobierno cree que la política económica es sólo una suerte de visión ultra rudimentaria de la política fiscal. Su única imaginación, su única receta, es recortar gastos ya recortados y pregonarlo para que los operadores financieros, los mercados, aplaudan

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Sin embargo, cualquier economista con formación elemental sabe que seguir recortando gastos una vez estacionada la recesión es abrumadoramente “pro cíclico”. La secuencia es que el recorte del gasto frena la actividad, la menor actividad genera caída de ingresos y ello conduce, si se quiere mantener el equilibrio fiscal, a una nueva vuelta de recorte de gastos en un ciclo destructivo sin fin. Debe entenderse que, incluso para alcanzar el objetivo de recortar gastos, la senda a seguir no puede ser solo recortar gastos –sí, así como se lee-- salvo que se crea que el ciclo económico no importa, lo que por supuesto es un dislate: las necesidades de las personas y las empresas existen y se presupone que la política económica no se hace en el vacío.

Lo concreto, entonces, es que en el Presupuesto 2025, “la ley de leyes”, “la hoja de ruta”, el gobierno insiste en un fiscalismo de caricatura en un momento en el que la economía entró en recontra recesión. Este miércoles se conoció que ya se suman tres trimestres seguidos de caída del PIB y que en la primera mitad del año se acumuló una contracción del 3,4 por ciento, lo que no es más que el resultado práctico de la ley de las devaluaciones sin compensaciones.

Si se mira lo que hay adentro del agregado del segundo semestre, los grandes números son muy preocupantes. En las variaciones de los componentes de la Demanda agregada se destacan la caída interanual del 4,1 por ciento en el consumo privado y del 9,1 por ciento en la inversión (formación bruta de capital fijo). Cuando se observa la serie temporal, la inversión se encuentra cercana a los pisos alcanzados durante la pandemia del Covid. Por el lado de la Oferta agregada, las caídas de la industria, la construcción y el comercio, son literalmente y como le gusta jactarse al Presidente, “históricas”: -17,4; -22,2 y 15,7 por ciento, respectivamente. Para un “experto en crecimiento económico, con y sin dinero”, los resultados están al nivel de su doctorado.

Lo que adelantan estos números es que no hay recuperación a la vista y que la crisis en la que entró la economía es, por su magnitud y profundidad, de la clase de las que ameritan una fuerte intervención, en cambio, desdeñando casi un siglo completo de saber económico, el Presupuesto 2025 va en sentido inverso.

Su mecanismo principal. Según el discurso del Presidente en el Congreso, es una suerte de “regla fiscal”. Como reseñó la consultora PxQ, “el Presupuesto partirá de un resultado fiscal deseado (resultado primario = intereses de la deuda) y de una proyección de ingresos. A partir de dicha proyección se determinará la evolución del gasto”. Esto significa que el gasto quedará atado a que los ingresos sean suficientes para pagar los intereses de la deuda pública. O sea, “sangre, sudor y lágrimas” para cumplir con los acreedores a costa de seguir recortándole a la ciencia, a las universidades, a las provincias y a los jubilados. Tal cual esperaba el oficialismo, los mercados creyeron en la voluntad expresada por el Presidente y en los primeros días de esta semana los mercados volaron, lo que significa que subieron los bonos soberanos y bajó el riesgo país, es decir la creencia de los operadores en que el gobierno tendrá los dólares suficientes para pagar sus obligaciones.

La pregunta inmediata, especialmente tratándose de una administración que le tomó el gustito a la revaluación y que proyecta para 2025 una baja de la devaluación del dólar oficial del 2 al 1,4 por ciento mensual, es de dónde saldrán los dólares en los que deberían transformarse los pesos recortados del Gasto

Según el proyecto de Presupuesto, el PIB crecería un 5 por ciento (ni Picasso se habría animado a tanto) traccionado por una suba de las exportaciones del 9 por ciento y de las importaciones del 13 por ciento. Si estos fuesen los números se llegaría a un resultado externo positivo de más de 20 mil millones de dólares. Sin embargo, más allá del arte del dibujo, la pregunta sigue siendo como conseguirá el Tesoro esos dólares. Para empezar, si se mantiene el esquema de liquidar el 20 por ciento de las exportaciones en los mercados paralelos, el BCRA sólo se haría del 80 por ciento, pero si no se mantiene este esquema aumentaría la brecha y el “desincentivo” a liquidar. Agréguese que las reservas están negativas. 

Por el lado de las obligaciones, el año que viene hay vencimientos de intereses con privados por 2700 millones y con el FMI por 3000. También hay vencimientos de capital con privados por más de 5.500 millones y bopreales por 2.300. Solo hasta aquí la suma da 13.500 millones. El balance preliminar es que los números están muy finitos y solo cierran con proyecciones presupuestarias muy creativas. Pero para tener una respuesta más certera solo hace falta “despejar la x” y que no se complique sumar.