El 17 de octubre se anticipó

La decisión de Rodríguez Larreta de vallar la casa de Cristina fue leída como una provocación por el Frente de Todos y se volvió un búmeran en su contra. El sábado cientos de personas se movilizaron a Juncal y Uruguay en defensa de Cristina. 

30 de agosto, 2022 | 00.05

El plan del aparato mediático judicial, la derecha local y “la Embajada” era condenar a Cristina Kirchner, proscribirla y construir una política de alianzas partidarias amplia, pero sin kirchnerismo.

Así lo propuso el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, al oficialismo y a la oposición: "No esperen a las elecciones, armen una coalición ya, el momento es ahora para formar una coalición que ofrezca lo que el mundo necesita: energía, alimentos, minerales". El embajador se sumó a la propuesta de Rodríguez Larreta de unir en una sola coalición a la derecha y al “peronismo democrático”, es decir, un peronismo sin Kirchnerismo.

El consejito del yankee, mostrando sin velo su intromisión en la política nacional, está en total sintonía con la operación de lawfare contra Cristina que pretende dejarla fuera de la candidatura presidencial en el 2023. La actual vicepresidenta es el obstáculo para el plan de la derecha y de la Embajada que, sabemos, viene por los recursos.

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Desde 1955, la derecha antidemocrática tuvo que enfrentar lo que para ellos significa un grave problema: cómo construir un país sin Perón en aquel entonces y ahora sin Cristina. La estrategia de los golpes militares realizados por las fuerzas armadas no va más. Esto significa que el dispositivo de poder para mantener la careta republicana en esta etapa histórica, debe justificar la proscripción de los líderes políticos con argumentos como el de la falta de libertad o la corrupción. 

En 1955 el golpe de Estado de la revolución fusiladora terminó con el gobierno democrático de Perón y, en nombre de la libertad, proscribieron al peronismo. Surgió entonces una corriente política que atraviesa la historia argentina hasta la actualidad: “peronismo sin Perón”, hoy “peronismo sin Cristina”.

Así surgió en 1955 el partido Unión Popular, fundado por Juan Atilio Bramuglia, que trató de rescatar al peronismo proscripto. Sucesivamente aparecieron una serie de partidos provinciales como el Movimiento Popular Neuquino, el Movimiento Popular Salteño y una larga lista en Santiago del Estero, Entre Ríos Jujuy, Corrientes y Catamarca. 

En 1962 se realizaron elecciones para renovar diputados y gobernadores provinciales y, ante la victoria electoral de las fuerzas peronistas, los militares realizaron un  golpe de estado destituyendo al presidente Arturo Frondizi para impedir el acceso de los peronistas el poder. Y la historia de la Patria continuó con golpe a golpe, verso a verso, decía el poeta Antonio Machado.

El dictador Alejandro Agustín Lanusse, a cargo de la presidencia de la Nación, convocó a elecciones generales en el ’73. Comenzaba el retorno de la democracia y las primeras elecciones generales “libres” desde 1946 pero, como no podía ser de otra manera, había que excluir al líder proscripto desde hacía ya dieciocho años. Héctor J. Cámpora triunfó en forma abrumadora con la fórmula del Frente Justicialista de Liberación; cuarenta y cinco días después de asumir  convocó a nuevas elecciones sin proscripciones, logrando Perón un amplio triunfo.   

En estos días, luego de que los fiscales Sergio Mola y Diego Luciani pidieran doce años de cárcel para Cristina en la causa por la obra pública de Santa Cruz y su proscripción perpetua para ocupar cargos públicos, el lawfare quedó al desnudo. El paredón de fusilamiento mediático judicial –como los denomina Cristina– se convirtió en un papelón judicial que traspasó todo límite de verosimilitud.

La derecha actual, a la que tampoco le gusta el peronismo “radicalizado” ni los líderes populares como Cristina, está atrapada en su histórica encrucijada: si no proscriben a Cristina, puede ganar la elección, si la proscriben, reprimen o censuran, alimentan la unidad popular y se muestran como verdaderos halcones, enemigos del pueblo, sin el disfraz de palomas. 

El peronismo se unió, la derecha perdió una batalla y salió a reprimir. Horacio Rodríguez Larreta en nombre de la paz social, emulando una cárcel puso vallas en la casa de Cristina. El 27 de agosto el pueblo adelantó la movilización planteada para el 17 de octubre, le dijo a la derecha que no hay vallado que ponga distancia con la líder y que no acepta que Cristina vaya presa ni sea proscripta. 

En nombre de la paz social, la Policía de la Ciudad reprimió con camiones hidrantes, gases lacrimógenos y bastones a los manifestantes que fueron a la casa de la vicepresidenta para apoyarla. El pueblo expresó en lo público el antagonismo político: contra las tres toneladas de pruebas de lawfare hay tres toneladas de personas que la cuidan y hacen de la vigilia por Cristina una causa común. El odio es de la derecha, el amor del pueblo