“No hay viento favorable para el que no sabe adónde va”. Séneca.
Peronistas, kirchneristas, cristinistas, pejotistas, movimientistas, progres, peronistas de Perón, peronistas no k, renovadores, peronistas del AMBA, peronistas federales, socialdemócratas, morenistas, “wokes”... las etiquetas en la oposición actual, girando en torno a la familia del peronismo, abundan como identidad o epíteto, pero ¿aclaran u oscurecen?
La llegada al poder del presidente Javier Milei produjo un cataclismo de proporciones entre la dirigencia de nuestro país. Ese cataclismo afecta de modo diferente a quienes venían siendo protagonistas de la vida política nacional: el macrismo y el peronismo. Aunque se diga poco, la peor parte le toca a Juntos por el Cambio: la emergencia de La Libertad Avanza parece haberle “comido” gran parte de su base electoral y diversos sondeos de opinión hoy reflejan que muchos argentinos que solían identificarse con esa marca electoral hoy se autodefinen directamente como “libertarios”.
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En el otro costado del espectro, el peronismo se ve hoy sumido en un fuerte debate de liderazgo y de orientación. La irrupción de Néstor Kirchner en la vida nacional fue hace 21 años. Es, por ejemplo, el mismo tiempo que va de la caída de Perón a la asunción de Videla. Parece natural que se multipliquen los cambios y los debates entre los dirigentes. En ese marco, qué está pasando en el electorado peronista?
Los resultados obtenidos en un sondeo de opinión de alcance nacional que realizamos durante el mes de julio junto a investigadores de Ciencias Sociales nucleados en SocPol, de la Universidad de Quilmes, ofrece una primera coordenada: donde las diferencias entre los dirigentes son muchas, las diferencias entre la gente son pocas.
Primeros subconjuntos: las diferencias que hoy tienen quienes votaron a Sergio Massa tanto en octubre como en noviembre de 2023, como entre quienes lo votaron sólo en segunda vuelta son pocas en su rechazo casi completo de las políticas de Milei. Entre los primeros, el 86 por ciento considera como desastrosas las políticas de Milei. De los segundos, el 66 por ciento se pronuncia así. A eso se le adiciona un 16 por ciento que cree que lo que hace Milei le parece “mal” aunque hay algunas cosas que le parecen bien. El malestar es generalizado en ese 45% del electorado.
Entre esos dos grupos también son similares las formas de describir al actual Presidente. Lo definen como “inhumano” y “agresivo”. La diferencia es de intensidad: los votantes de octubre y noviembre de Massa se inclinan en un 49,2% por la palabra “inhumano”, lo que baja al 30% de los que se sumaron a él en el balotaje. La idea de “agresivo” es similar en ambos grupos, también en torno al 30%. La diferencia aparece en un matiz: un 9 por ciento de quienes votaron a Massa sólo en segunda vuelta identifican a Milei con la “valentía”.
Vamos a mirar ahora a otros dos subconjuntos: quienes se dicen “peronistas” y quienes se dicen “kirchneristas”. Y nuevamente en esos dos grupos podemos observar que se comportan de manera muy similar, si bien tienen diferencias de grado o de intensidad.
Por ejemplo, son ínfimas las proporciones de esos dos colectivos que consideran que será “un éxito” de Milei si logra bajar la inflación aunque la pobreza y el desempleo sean altos. El 97,3% de los kirchneristas consideran que eso no sería ningún éxito y de igual modo se pronuncian el 84,8 % de los peronistas.
A estos últimos hay cuestiones de la realidad que los preocupan y les molestan un poco más que a los kirchneristas, como por ejemplo, los planes sociales o la inseguridad. Pero en una proporción mucho más baja que aquellos votantes que se identifican como radicales, del PRO, de La Libertad Avanza o que no adscriben a ninguna ideología política.
Las pocas diferencias entre opositores se ve también en una pregunta que realizamos sobre “valores” o ideas fuerza. Justicia Social, derecho a la salud y al trabajo dignos y soberanía son las tres cuestiones a las que más importancia le dan tanto kirchneristas como peronistas. Estos últimos valoran algo más la “seguridad” y la “educación pública”. Y los kirchneristas algo más los “derechos humanos”. Pero en rangos muy similares entre sí. O sea, en cuanto a definiciones sobre preferencias valorativas ambos sectores muestran un verdadero “parecido de familia”.
Dicho de otra forma, “peronistas” y “kirchneristas” tienen algunas diferencias entre sí. Pero no hay nadie a quien se parezcan más en su rechazo al gobierno de Milei, a su visión del mundo y a sus valores.
Por supuesto que estos datos ameritan ser contrastados con otras encuestas y estudios de opinión. Y, sobre todo, que no hay nadie mejor que las y los dirigentes y sus prácticas cotidianas para “leer” e idealmente “performar" (¿o parte de la praxis concreta de la conducción no trata de eso?) el clima y el sentimiento que existe en las bases. Pero probablemente se cometa un error de interpretación y de representación al enmascarar en diferencias de carácter ideológico o programáticas lo que, en verdad, no es otra cosa que una disputa necesaria y saludable sobre los liderazgos de cara al futuro.