Comenzó el año electoral entre sequía, swaps, dolarizaciones y vencimientos, para este año el país debe acumular U$S 9.800 millones y reducir el déficit fiscal a 1,9% con el objetivo de tener el visto bueno en la próxima revisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) pactada en junio.
Aprobar el acuerdo destrabará los desembolsos acordados con el organismo internacional en septiembre y permitirá afrontar -en el mes de julio- sin sobresaltos el vencimiento de deuda privada. Sortear estos escollos, traerá calma a las tumultuosas aguas sobre las que navega la coalición de gobierno y abrirá el puerto de competencia para Frente de Todos (FdT) de cara a las presidenciales.
Hoy, las reservas netas del Banco Central (BCRA) se encuentran en torno a los U$S 6.900 Millones. El gobierno nacional enfrenta el año con un sólo objetivo: incrementar la cantidad de dólares en su haber.
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Desafíos y oportunidades
De acuerdo al informe realizado por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), los pagos netos al FMI, los mayores vencimientos por la deuda reestructurada, la sequía y la dolarización típica de un año electoral son los factores que pondrán mayor presión sobre las reservas.
Por otro lado, la disminución en el volumen de importaciones por el avance del gasoducto Nestor Kirchner y los menores precios de la energía, los acuerdos bilaterales para poder importar sin necesidad de utilizar dólares -swap con China y el reciente anuncio con Brasil de un intercambio comercial en monedas propias-, la licitación del servicio de 5G y los desembolsos de organismos internacionales, son apuestas para mantener a flote la economía.
Entre aquellos pros y contras, el gobierno debe acumular U$S 3.100 millones en los próximos cuatro meses para tener el visto bueno en la revisión de junio. Una tarea difícil pero no imposible, aún contemplando la demora en las cosechas del complejo sojero inducidas por el fenómeno “La Niña”-las labores se esperan en abril- y por la inminente negociación de un tipo de cambio diferencial para incentivar la liquidación de exportaciones.
Hacer frente al marco externo
Al mismo tiempo y de acuerdo con el informe de CESO, el Estado nacional deberá afrontar en los próximos diez meses un deterioro en sus cuentas externas de U$S 9.000 respecto del año pasado. La detracción de fondos muestra una correlación directa con la suba de tasas que los países centrales encararon para combatir la inflación doméstica, lo que acarrea un sacrificio argentino por U$S 1.000 millones adicionales en 2023, con los vencimientos acordados para este año entre el FMI y Argentina y el preocupante deterioro de los saldos exportables agrícolas -unos U$S 8.000 millones de acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario-.
Para ello, el Ministerio de Economía deberá analizar si debe inducir a un enfriamiento en la economía para que la merma en el nivel de actividad registrado sobre el final del año se prolongue afectando la dinámica de las importaciones, vía deterioro en el consumo.
Mezclar año electoral y ralentización del ritmo económico es un trago difícil de digerir. A pesar de ello, la mezcla puede diluirse con los acuerdos comerciales y de intercambio mencionados más arriba -con China (U$S 5.000 millones) y Brasil (U$S 2.000 millones)- que posibilitan un aumento en la actividad importadora sin la utilización de la divisa norteamericana. A su vez, la evolución de las extracción minera y la exportación de energía prometen aflojar las tensiones sobre las reservas.
Y como señala el Centro de Estudios, la quita de subsidios -como parte del plan de disminución del déficit- en sectores de mayores ingresos y comercios impactará en una menor demanda que también ayudará a reducir importaciones, la misma sequía requerirá menos combustible para mover la cosecha.
El objetivo del 2023 se resume en tres palabras: conseguir más dólares.