Negacionismo, machismo y fascismo: rasgos del anudamiento neoliberal

21 de agosto, 2021 | 19.00

El neoliberalismo es un “monstruo grande”, que supo vencer al Leviatán, la bestia marina que en la Biblia Job describe como un dragón, y los marineros europeos de la edad de oro como una ballena-monstruo o una serpiente marina que devoraba naves enteras. Leviatán fue el título elegido por Thomas Hobbes para el libro en el que desarrolló su teoría sobre el contrato social y la creación del Estado.

El monstruo neoliberal, que se comporta como un tumor maligno con metástasis, tomó los estados y triunfó globalmente debilitando los básicos principios republicanos de igualdad, fraternidad y libertad. El neoliberalismo logró mantenerse a nivel mundial gracias a un disfuncionamiento que consistió en un simulacro democrático, una fachada que envolvía un núcleo duro tanático, compulsivo e invisible.

Tras la envoltura formal de las democracias neoliberales opera una pulsión de muerte que no pudo ser gobernada ni limitada. Se trata de un anudamiento entre tres fenómenos: el negacionismo social, el machismo y la forma fascista de vida.

El negacionismo es una práctica social que va en contra de la memoria y de la verdad, consistente en rechazar, a través de afirmaciones o acciones, las situaciones traumáticas compartidas y consensuadas colectivamente como verdaderas. Por ejemplo, negacionismo es afirmar: “El curro de los derechos humanos”, “La cuarentena más larga del mundo”, “Los varados en el exterior por el gobierno totalitario”.

El machismo es el modo social y político que suscribe la violencia masculina contra las mujeres, privilegiando al hombre al posicionarlo jerárquicamente sobre la mujer, contradiciendo así el principio republicano de igualdad. El machismo, componente fundamental del neoliberalismo, opera en la actualidad como micropoder dentro de las familias, los trabajos y las relaciones sociales.

La forma fascista de vida tiene a la hipocresía careta y escandalizada entre sus principales características y al odio como afecto aglutinante. Las personas se transforman en un conjunto homogéneo pero no en el sentido de los derechos, sino en tanto individuos moralistas que se satisfacen con el odio en sus variadas expresiones: la difamación, el prejuicio y la manía de etiquetar (“vagos”, “militantes”, “drogadictos”, “negros” “peronismo”, etc.).

La “solución final”, para ellos, consiste en terminar con esas “patologías” que, afirman, son los obstáculos que impiden el desarrollo social. Así fue como se proscribió durante años al peronismo, se segregó a homosexuales y trans, se desapareció a militantes, se penalizaron los consumos problemáticos y, en los últimos años, se persiguió a dirigentes políticos del campo popular a través de las mentiras mediáticas y el lawfare. La pandemia dejó en evidencia el modo de gestión y descuido social de la derecha a la que se le cayó el velo democrático.

En el actual contexto de la campaña de las elecciones de medio término, vemos aparecer una derecha enojada, desinhibida, sin su disfraz democrático, que da a ver sin eufemismos ni envolturas su núcleo pulsional.

Durante las últimas semanas, el anudamiento neoliberal operó en bloque atacando sincrónicamente con toda la artillería: negacionismo social, machismo y forma de vida fascista.

Los negacionistas sacaron el repertorio conocido y sensible. Ricardo López Murphy, en tono provocativo, afirmó que no fueron 30.000 los desaparecidos, en tanto Beatriz Sarlo expresó que las Malvinas son inglesas.

El machismo no se quedó atrás y llevó adelante la operación “sexo en Olivos”, con las aberrantes afirmaciones del diputado Fernando Iglesias contra Florencia Peña.

La forma fascista de vida fue la frutilla de la torta de cumpleaños de Fabiola Yáñez, la pareja del presidente. Tal como afirmó Alberto Fernández, “el brindis por el cumpleaños de Fabiola -realizado el 14 de julio de 2020 en Olivos, días en que regían las medidas de restricción- no debió haberse hecho.” El presidente pidió disculpas, no es poca cosa en los tiempos de irresponsabilidad generalizada reconocer y hacerse responsable del error que, sostuvo, no volverá a suceder.

La foto, tomada hace más de un año, estaba guardada a la espera de la oportunidad apropiada. En medio de la campaña electoral, los medios corporativos y sus periodistas desestabilizadores sacaron del closet la foto para agitar la indignación y el odio social de la “moral republicana”. Aunque esta vez no se trata de una fake news, está claro que hay una doble vara y no es ninguna novedad afirmar que se trata de una operación para movilizar el repudio social al gobierno

Una vez más se demuestra que los medios de comunicación corporativa ocupan el lugar del Ideal, instancia simbólica establecida por Freud, que indica y organiza las identificaciones, esto es, la foto que debe ser aprobada o repudiada. La primera, se refiere a las acciones buenas o malas de la oposición política, que siempre se aplaude, elogia o en el caso de tratarse de un escándalo evidente, no se menciona. La segunda, la foto repudiada, siempre se utiliza para agitar la indignación social contra el gobierno y el mensaje fascista de la antipolítica.

El anudamiento entre negacionismo, machismo y la forma fascista de vida que opera como una fuerza constante en la cultura está resultando irrespirable.

El 16 de julio ante el Tribunal Oral Federal 8 en la causa por el Memorándum con Irán, al terminar su alegato Cristina afirmó: “Si no tomamos conciencia de lo que nos ha pasado a los argentinos en los últimos años difícilmente podamos encontrar un camino después de esta pandemia. Tenemos que encontrarlo”.

En un acto realizado el 12 de agosto en Lomas de Zamora, Cristina se refirió a otra foto reciente, en la que el peronismo celebraba los dos años del triunfo en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). En la imagen podía verse a Sergio Massa, Alberto Fernández, Juan Manzur, Axel Kicillof, Felipe Solá, Cristina Álvarez Rodríguez, la fallecida Alcira Argumedo, Máximo Eduardo de Pedro, Andrés Larroque y Luana Volnovich, pero faltaba Cristina Kirchner la organizadora del frente electoral triunfante y actual vicepresidenta.

La Cámpora lo destacó, mientras que Cristina en ese acto advirtió: “Siempre es buena la memoria. Si uno no tiene memoria, corre el riesgo de volverse a equivocar. Entonces, siempre, amor y memoria, las dos cosas”. El negacionismo puede actuar al interior del Frente de Todxs, conviene recordar que “Sin Cristina no se puede” como dijo en su momento el actual presidente Alberto Fernández.

Las operaciones de guerra basadas en el anudamiento neoliberal constituyen el mayor obstáculo para la concreción de una democracia popular. En el 2019, pese a ese obstáculo, se pudo ganar el gobierno. Cabe la pregunta ¿podrá la política ganarle a las operaciones de guerra y derrotar al anudamiento neoliberal que se ha incrustado tan profundamente en el mundo?