La muerte de una estrella del deporte suele generar conmoción después de haber brillado en su especialidad. La muerte de Maradona impactó en el mundo y excede largamente su figura de futbolista porque Maradona no es un jugador de fútbol, ni una estrella del deporte. Maradona es pueblo. Por eso no puede ser comparado con otros jugadores de fútbol, que eran -o son- solo grandes y eximios jugadores de fútbol.
Sino, ¿cómo explicar que la mayoría de las personas que se acercaran a despedirlo ni siquiera lo vieron jugar el mundial que la Argentina ganó en México en 1986, hace 34 años? No lo vieron jugar, pero una de las canciones que más cantaban mientras esperaban ingresar en la Casa Rosada y saludarlo por última vez les recordaba a los ingleses los dos famosos goles de 1986, cuatro años después de la guerra de Malvinas de 1982, cuando todavía no habían cicatrizado las heridas de una guerra entre una potencia colonial y un país dependiente. La alegría de ese triunfo/revancha permitió un cierto alivio en una población que pocos años atrás había sufrido una tremenda dictadura militar que -además- se despidió con una guerra.
Maradona nació en un barrio pobre, peronista, sufrido. Por eso durante su vida nunca olvidó sus orígenes. Como dijo Hebe de Bonafini, madre de Plaza de Mayo, “debajo de la camiseta 10 tenía la de Villa Fiorito”, su barrio. Maradona luchó a su manera contra los poderosos y se acercó a los más débiles, como a la pequeña Cuba -acosada por la primera potencia mundial- que lo cobijó en sus peores momentos sin pedir nada a cambio. Por lo mismo, en América Latina acompañó la gran travesura política de decirle “NO al ALCA” en 2005 en la Cumbre de las Américas ante la mirada atónita de George Bush; y estrechó vínculos con Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Lula da Silva, Evo Morales, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Y ahora con el presidente Alberto Fernández. Maradona siempre decidió de qué lado estar. Nunca fue “utilizado” como dicen algunas personas porque sería subestimar su inteligencia, como si hubiera sido “inteligente” solo para jugar al fútbol.
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En su paso por Nápoles no sólo sacó campeón al Napoli, se puso al frente, desde lo futbolístico, de la revuelta del sur marginado y pobre frente el norte rico y poderoso; una revuelta mucho más profunda que el éxito de un equipo de fútbol.
Cómo no iba a ser controvertido Maradona si era rebelde y peleador, y decidió estar con los suyos, los de abajo, en la vereda de enfrente de los poderosos. Por eso sus detractores necesitan buscar sus contradicciones, sacar a la luz sus defectos, sus excesos y su falta de límites; para que palidezca el fervor popular, ese de llanto mezclado con alegría que no alcanzan a comprender.
En México la Cámara de diputados le rindió homenaje porque además de un “espléndido futbolista” “estuvo comprometido con los humildes y oprimidos”. En síntesis, le rindieron homenaje por ser Maradona.
Publicada en Nodal.am.