El Gobierno de la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum, adelanta su programa económico presentando su primer presupuesto para 2025. Esta ley fundamental revela los principales lineamientos sobre cómo será la política económica de Claudia Sheinbaum a lo largo del sexenio, al menos, los primeros pasos. Veamos hacia dónde se dirigen.
Los pilares fundamentales del presupuesto, es decir, los principios que guían la acción política y económica del Gobierno, son los de procurar bienestar social con equidad, inversión pública estratégica, disciplina fiscal con austeridad republicana, simplificación administrativa y mayor eficacia operacional. Comprende un papel del Estado comprometido con los ciudadanos, limitado a sus participaciones estratégicas en la economía.
La impronta del nuevo Gobierno es la continuidad. Se mantiene el principio de austeridad republicana que promovió AMLO durante su sexenio, un eje rector que, además de brindar confianza a los “mercados”, garantiza sostenibilidad financiera, estabilidad cambiaria y de precios; éstos son atributos muy convenientes para proteger los ingresos populares y garantizar sustentabilidad en el largo plazo al modelo MORENA de conducción política responsable.
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El presupuesto también muestra que se mantiene la estrategia de evitar una reforma fiscal disruptiva y conflictiva, cuidando de no agitar las aguas de la insatisfacción fiscal, pero a la vez aumenta la apuesta por la mejora paulatina de procesos administrativos para reducir el gasto y la informalidad, y aumentar la recaudación y eficiencia tributarias. En este sentido, hay muchos yacimientos que pueden explotarse con la infraestructura fiscal actual antes de que sea necesario ahondar en las reformas fiscales. Se muestra que rige aquí una apuesta por la sensatez, porque no es necesario recurrir a reformas más conflictivas -como las que han debilitado otros gobiernos progresistas latinoamericanos- sin antes recurrir a la mejora de todas las posibilidades existentes de recaudación bajo el marco normativo disponible. La apuesta es que, paulatinamente, mejoren los servicios públicos estatales, mejore la percepción que la sociedad tiene del Estado y aumente su predisposición a aceptar una reforma tributaria moderna y progresiva.
También continúan los programas de bienestar social y las inversiones emblemáticas del sistema de transporte ferroviario, fortalecimiento de la infraestructura y autosuficiencia energética, es decir, intervenciones tan significativas como quirúrgicas en la economía, insertas en sectores donde el sector privado no interviene ni participa y que generan un gran impulso a la inversión productiva. Se busca acercar la producción a los mercados gracias al abaratamiento de los costos de transporte, descongestionando el transporte por carretera y revolucionando el mercado del turismo receptivo.
El Presupuesto siempre contiene un capítulo de proyecciones que nos muestran cuáles son las expectativas del Gobierno, su perspectiva del futuro que sirve de escenario principal sobre el cual se realizará la política económica. En primer lugar, el nuevo gobierno prevé una modesta aceleración del crecimiento de medio punto porcentual impulsado por el consumo interno y los sectores intensivos en acero (minería, construcción y automotriz). El crecimiento real del PIB en 2025 se ubicaría entre 2% y 3%, superior en medio punto al registro que, se estima, podría alcanzar en 2024. Esta estimación es ligeramente superior a la que calcula el mercado, que suele subestimar los ritmos de crecimiento de los gobiernos progresistas de la región, así como sobreestima los crecimientos de los gobiernos más market-friendly.
Proyecciones de crecimiento económico del proyecto de presupuesto fiscal de cada año:
También se proyecta una desaceleración de la inflación, que alcanzaría un 3,5% al cierre de año, medida por el índice de precios al consumidor. Durante el Gobierno de AMLO, la inflación de los alimentos ha sido el principal componente de la aceleración inflacionaria que tuvo lugar tras la pandemia. La nueva Administración está actuando preventivamente, apenas asumir en 2024, buscando lograr acuerdos con las principales empresas de este sector y de otros, con el objeto de consensuar precios en línea con las expectativas presupuestarias. Las negociaciones están a cargo de Marcelo Ebrard (actual ministro de Economía y excandidato a la Presidencia que compitió en internas con Sheimbaum) y Rogelio Ramírez de la O (ministro de Hacienda desde el Gobierno de AMLO).
Proyecciones de inflación del proyecto de presupuesto fiscal de cada año:
El Gobierno prevé un descenso de la tasa de interés de la política monetaria (CETES 28ds estimado diciembre), desde el 10% en 2024 al 8% en 2025. Si tenemos en cuenta que México -junto a Colombia- son los países que han tenido una de las políticas más restrictivas de la región, ésta será una de las cartas más difíciles de lograr y, a su vez, una que puede tener un gran impacto creando condiciones más favorables para la inversión y el crecimiento económicos.
El tipo de cambio estimado para el período prevé una apreciación desde 19,7 $/USD en 2024 a 18,5 $/USD en 2025, que se combina con una expectativa razonable de déficit de la cuenta corriente, donde el Gobierno proyecta un déficit estable del -0,4% igual al que se estima que se alcanzará en 2024, pero inferior al -0,7% aprobado en el Presupuesto 2024.
Por otro lado, el Gobierno espera un precio del petróleo de exportación en torno a 57,8 USD/barril, una variable muy relevante dado el peso de los beneficios de PEMEX en los ingresos gubernamentales. Es una proyección modesta y apropiada para el momento de elaboración del presupuesto, que fácilmente podría dar lugar a una sorpresa positiva para los ingresos mexicanos.
Balance presupuestario
El Presupuesto proyecta una reducción del déficit presupuestario desde el -5,0% -estimado al finalizar 2024- al -3,2% PIB en 2025, compuesto por un déficit del Gobierno federal del 4,4% y un superávit del 1,1% de parte de las empresas públicas (PEMEX, CFE). Se espera un superávit primario de 0,6% PIB en 2025, una reducción respecto al déficit del -1,4% estimado al finalizar 2024. El déficit presupuestario, incluyendo compras y ventas de activos (RFSP), se proyecta en 3,9% para 2025, una baja de 2 puntos porcentuales respecto a 2024 (5,9%). Esta proyección muestra una iniciativa fiscal responsable, para reducir el déficit de 2024 sin comprometer el crecimiento económico y procurando la estabilidad de la deuda pública que se mantiene proyectada en el 51,4%.
Con respecto a los ingresos, los recaudos totales representan un 22,3% del PIB y se proyecta un crecimiento real del 3,3% de los mismos respecto de 2024, explicado, por un lado, gracias a la mayor actividad económica y, por el otro, como resultado de las medidas para fomentar el cumplimiento tributario (digitalización y simplificación de pagos) y del combate al fraude fiscal. Se continúa así con la estrategia fiscal de AMLO, que sin recurrir a una reforma fiscal integral y conflictiva, ni aumentando alícuotas, ni creando nuevos tributos, exprime los espacios fiscales desaprovechados para aumentar los recaudos. Los ingresos petroleros crecerían 4,3% y los no petroleros 3,1% (tributarios 3%, no tributarios 10,4% y de organismos y empresas 1,3%). Se proyecta un incremento de los ingresos tributarios por aranceles a las importaciones del 8,8% como consecuencia del aumento de las tarifas desde un rango de 15-25% al de 5%-50% debido a los acuerdos comerciales comprometidos en el TMEC. Éste está avanzando satisfactoriamente con el nearshoring o cadenas de valor cortas, que han puesto a México como el primer proveedor de EE. UU., por delante de China. Eso sí, subirán un 1% la alícuota de los derechos especiales sobre minería y un 0,5% la alícuota de derechos extraordinarios sobre minería.
En cuanto a los Gastos, teniendo en cuenta que los gastos totales representan un 25,5% PIB, el presupuesto prevé una reducción nominal de los gastos del -1,9% en 2025, como consecuencia de una disminución del gasto programable[1] del -4,1% y un incremento del gasto no programable del 3,5% explicado por un incremento del costo financiero de la deuda de 5,4%. Dentro del gasto total, el 30% es no programable, incluyendo costo financiero de la deuda pública y participaciones a entidades federativas y municipios. Las aportaciones programables a las entidades federativas locales disminuirán un 4,6%. El gasto corriente programable se reducirá un 3,9%, el gasto en inversión un 14%, mientras que las pensiones subirán un 4,8%.
Los programas prioritarios sociales continúan siendo las joyas de la corona de MORENA, obedeciendo al principio de lograr bienestar social con equidad: Pensión para adultos mayores (58% del gasto social) y programa de becas Benito Juárez (16%). Las inversiones públicas en sectores estratégicos continúan siendo tan significativas como quirúrgicas: Programas prioritarios de inversión: Tren maya (21% de la inversión) y tren México-Querétaro (16%). Aproximadamente 1/5 del gasto programable se destinará al desarrollo económico, 2/3 al desarrollo social y 7,2% a Gobierno y poderes, órganos autónomos e INEGI. La Administración pública federal recortará su gasto un -3,8%, debido a una disminución del gasto del Gobierno de un -22,9%, del gasto en desarrollo social del -0,7% y del gasto en desarrollo económico del 7,8%.
Estructura del gasto programable 2025
En definitiva, el presupuesto presentado por Claudia Sheinbaum muestra que la economía mexicana sostiene la mejor versión de la continuidad, ha resistido la tentación de cambiar para peor -como ha sucedido en muchas transiciones latinoamericanas recientes- y su espíritu puede sintetizarse en una frase: “más de lo mismo, es lo mejor”.