Hoy se cumplen 30 años del día en que mi vida y la vida de mi familia cambió para siempre. Hoy, hace 30 años, nuestro país fue blanco un atentado terrorista.
Siento una tristeza infinita cuando lo pienso a Andrés, mi marido asesinado en AMIA. Siento un dolor punzante cuando nos pienso jóvenes, allá por julio de 1994, nuestras hijas tan chiquitas, nuestros sueños, nuestro futuro, todo asesinado.
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Recuerdo el día en que me enteré que se sabía que el atentado iba a ocurrir, que había habido información al respecto, que servicios de inteligencia extranjeros sabían. ¿Acaso el ex Presidente Menem sabía? ¿Acaso su secretario de inteligencia sabía? ¿Acaso los agentes que seguían a sol y a sombra a los que hoy dicen eran los ejecutores del atentado sabían? ¿Acaso el embajador de Israel, y por ende el presidente de DAIA y de AMIA sabían? ¿De verdad se sabía y dejaron que ocurra?
Siempre me da vueltas en la cabeza de que tal vez todo este saber fue el primer eslabón que comenzó a engrosar la enorme cadena de encubrimiento.
Probablemente nunca tenga respuestas a mis preguntas. Pero la falta de verdad y de una investigación seria permiten que cada uno pueda tener la hipótesis que quiera, en la causa AMIA todo es posible. Los manejos delictivos de los diferentes estamentos del estado en esta causa han logrado lo impensable, la impunidad más absoluta, el desprecio por la vida del otro. El estridente fracaso de la justicia argentina, acompañado de los grandes anuncios y grandes cambios que cerca de la fecha del aniversario, cual fuegos artificiales, intentaron encender los diferentes gobiernos y que no cambiaron ni brindaron nada.
Hoy se cumplen 30 años. 30 años de búsqueda de verdad y justicia. Gracias al trabajo de MEMORIA ACTIVA hoy sabemos que el Estado argentino es culpable por no haber garantizado la seguridad y por no haber brindado justicia. Fojas y más fojas, un juez destituido, ex fiscales, integrantes de diferentes fuerzas de seguridad sentenciados por encubrimiento. Una verdad que se escapa. Una justicia que ya no llegará. La triste historia de la causa AMIA, con dolor pero con la tranquilidad de saber que nuestra lucha valió la pena. Con dolor, con bronca, pero con la memoria activa.