La casta y los zurdos resisten

El superávit financiero también está atado con alambre. La recesión erosionará el balance fiscal “ficticio” conseguido a fuerza de licuar de jubilaciones y salarios públicos, pero también con la lisa y llana postergación de pagos. 

25 de abril, 2024 | 00.05

Es probable que una porción mayoritaria de la población no tenga la menor idea de la profundidad de la crisis que se está incubando.

Destruir el Estado no tendrá nada de gratuito. Los jubilados ya saben que fueron el pato de la boda. Quizá no sepan que financiaron casi la mitad del ajuste, pero lo padecen en sus bolsillos y para muchos ya no habrá tiempo para aprender a votar. “La gente común”, y no solo los trabajadores de la obra pública, no tardará en descubrir lo que significa para su día a día que ya no se construya ni repare la infraestructura básica, para no hablar del impacto del deterioro de servicios que la sociedad, aunque haya votado otra cosa, sigue considerando esenciales, como la salud y la educación.

El tuitero desaforado que el voto popular puso al frente del Ejecutivo, el mismo que desde el máximo cargo del Estado considera héroes a los evasores y fugadores, se jacta por cadena nacional, que parece ya no irrita a nadie, de un superávit fiscal ficticio cuyos efectos son la devastación en curso. Su plan tiene apenas un componente: provocar una gran recesión para que los precios se desaceleren, el paroxismo de la mala praxis al que se apuesta a todo o nada. Para La Libertad Avanza y sus ejércitos de trolls cualquier cosa que se aparte del objetivo principal son externalidades de “la casta” y “los zurdos”, mientras la casta en serio aplaude satisfecha desde el Llao Llao. Contra viento y marea el convencimiento oficial se mantiene incólume, centenares de miles de personas llenando las plazas en todas las ciudades importantes del país siempre son un número menor que la mayoría silenciosa y enojada que todavía los acompaña, aunque solo sea cuestión de tiempo para que el enojo cambie de dirección.

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Pero el enemigo que se busca afuera, entre la casta política, el periodismo “tribunero” y zurdos de toda laya, está adentro y es la propia inconsistencia del plan económico. El ancla cambiaria y la recesión, que a cuatro meses del cambio de gobierno y con un shock de precios en el medio alcanzó la misma inflación que en el punto de largada, se agotará en los próximos meses, cuando la suba generalizada de precios siga alta por el shock tarifario, con ajustes de primera y segunda vuelta que se prolongarán durante meses. Frente a este escenario ya no será posible mantener el “crawling peg” del 2 por ciento mensual, se dispararán las expectativas de devaluación y los amigos del agro pampeano preferirán comenzar a guardar sus granos en los campos antes que liquidarlos a un “dólar barato”.

Mientras tanto, la recesión erosionará el balance fiscal “ficticio” conseguido a fuerza de licuar de jubilaciones y salarios públicos, pero también con la lisa y llana postergación de pagos, para no abundar en la aberración de cortar la obra pública. De acuerdo al desglose de ASAP, la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública, la “hazaña histórica mundial” del superávit financiero se repartió en 2,4 puntos del PIB recortados en los pagos del sistema previsional, 1,1 puntos en la postergación de los pagos a Cammesa, 0,8 en la postergación de pagos del Plan Gas, 0,4 en recortes en las transferencias a las provincias y, finalmente, 0,2 puntos por los recortes a las universidades. En la volteada cayeron desde “la casta de los jubilados” hasta “los zurdos adoctrinadores” de las universidades públicas. No fue “licuadora y motosierra”, sino “licuadora y paga dios”.

Pero contra la creencia generalizada, estos recortes destructivos no tendrán como contrapartida de mediano plazo la mejora de las cuentas públicas, no sólo porque muchas cuentas seguirán pendientes, sino por el conocido “fenómeno del perro que se muerde la cola”. Como el Gasto es un componente relevante de la demanda agregada (junto con el Consumo, la Inversión y el neto del comercio exterior), cuando se provoca un recorte de shock se induce una recesión. En las recesiones la recaudación impositiva siempre sobrerreacciona a los movimientos del Producto, es decir, la recaudación de impuestos caerá más que proporcionalmente que el derrumbe del PIB, lo que impactará sobre el resultado fiscal de los próximos meses.

En la cadena nacional, que como se dijo ya no irrita, Milei también se jactó del superávit financiero, es decir no solo el superávit primario, ingresos menos gastos, sino el superávit después del pago de deuda. El punto es que gracias a la brillante política exterior impulsada por el gobierno, que tuvo la destreza de elegir como enemigos a los principales socios comerciales y también financieros, como China, ahora la dimensión financiera también está innecesariamente en riesgo. Sucede que durante el gobierno precedente China, a través del swap de monedas, funcionó de hecho y frente a las demás opciones cerradas, como prestamista de última instancia. De los casi 12.000 millones de dólares disponibles Argentina utilizó 4.900 millones que pronto deberán pagarse o refinanciarse en medio de un clima de hostilidad con la potencia asiática, siempre acusada por Milei de “comunista y antidemocrática”. Pero las refinanciaciones no son solo con China. En los próximos meses hay vencimientos de capital e intereses con el FMI y de varios bonos. En pocas palabras, el superávit financiero también está atado con alambre.

A fuerza de repetición el poder económico y su aparato mediático lograron hacerle creer a los votantes, e incluso a muchos economistas que se sienten heterodoxos, que existe algún efecto mágico y purificador en las recesiones. Que después del esfuerzo siempre viene la recompensa. Para todos hay una mala noticia, los esfuerzos inútiles también existen. Es verdad que la economía local necesitaba acomodar precios relativos, pero también es verdad que no cualquier esfuerzo lleva a buen puerto. Si el plan económico es inconsistente, si no existe un verdadero plan de estabilización y si lo único que se hace es ajustar a los jubilados y postergar pagos no debería esperarse ninguna recuperación en 2024.