Esta semana tomamos conocimiento de los dichos de Jorge Lanata, en un medio chileno, referidos a Malvinas. Expresiones que merecen algunas aclaraciones y consideraciones en virtud de los importantes intereses nacionales en juego como la profunda sensibilidad que este tema despierta en la sociedad argentina, en la región y en el mundo.
La primera inexactitud de Lanata es afirmar que "no entendemos [los argentinos] que la guerra de Malvinas la perdimos". No solo lo entendemos sino que también lo sufrimos. Lo sufren los familiares de caídos, los veteranos de guerra, nuestra política exterior afectada por la decisión de una dictadura cívico-militar. Las terribles secuelas de la guerra se padecen aún a 40 años de su fin. Pero el resultado de la guerra no cerró la discusión sobre la soberanía, como pretende el gobierno británico. La convicción de la sociedad argentina expresada en la Constitución, el apoyo contundente de la comunidad internacional y las normas internacionales a través de las resoluciones de la ONU, determinan que el resultado de las guerras no otorga derechos y que ese criterio vale para Malvinas. Tal es así que la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 37/9 en noviembre de 1982, a solo 4 meses del cese de hostilidades, reconociendo la persistencia de la disputa de soberanía y la obligación de las partes de encontrarle una solución negociada.
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Otro párrafo que merece aclaración es que, según Lanata, "esa guerra la provocó Argentina". La decisión de recuperar las islas por la fuerza fue adoptada por la Junta Militar lo que derivó en una respuesta bélica por parte del Reino Unido de Gran Bretaña. Afirmar que provocamos la guerra y la perdimos implica cargar sobre el pueblo y el Estado argentino la decisión de la dictadura y del imperio británico. Al respecto, el Estado argentino a través de sus gobiernos democráticos, debió asumir las consecuencias de esa decisión por el principio de continuidad institucional. Desde la invasión militar inglesa a Malvinas en 1833, el Estado argentino ha afrontado el desafío que implica que una parte de nuestro territorio se encuentre ocupada ilegalmente por una potencia colonial. Lo cierto es que todos los gobiernos argentinos, con la excepción de la dictadura en 1982, lo hicieron con pleno apego y en el marco del derecho internacional.
Otra afirmación que hace en la entrevista que merece una reflexión es que "Malvinas en los años 60 estaba muy integrada a la Argentina (...) La guerra lo que hizo fue volver todo para atrás". Al respecto es necesario indicar que a partir de 1971, cuando Argentina y Reino Unido suscribieron el Acuerdo de Comunicaciones, se produjeron avances en el marco de las negociaciones por la cuestión de la soberanía llevadas a cabo en el marco de la Resolución 2056 (XX) de la Asamblea General de la ONU. Fue gracias a la buena fe y voluntad de la Argentina que las Islas, tras décadas de olvido de la metrópoli colonial que las había hundido en un nivel de atraso pocas veces visto, pudieron beneficiarse y dar un cambio copernicano en su calidad de vida. Solo un ejemplo demuestra el nivel de atraso en que Londres mantenía a la población de las Islas: en 1971 los isleños seguían calefaccionándose de la misma manera que lo había hecho Luis Vernet más de un siglo antes. Tales avances y negociaciones no fueron afectadas por la guerra sino por la decisión del gobierno británico de congelar unilateralmente, a principios de 1982, las tratativas que se encontraban en curso en el marco de la Resolución 2065 y subsiguientes de la Asamblea General de la ONU.
Otra expresión de Lanata que debe analizarse es la que refiere a que "Malvinas es un imaginario en la Argentina". Por el contra de lo que expresa, hay razones históricas, políticas, jurídicas geográficas y hasta identitarias que han afirmado la Cuestión Malvinas como una prioridad de la política exterior argentina desde hace 190 años. También por voluntad de los argentinos, esta es una política de Estado que está consagrada por la Constitución en su Disposición Transitoria Primera que consagra como donde un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino a la recuperación del ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre ese territorio, conforme al derecho internacional.
También dice Lanata que "hablamos de Malvinas como si no hubiera gente adentro". Esta afirmación implica un absoluto desconocimiento del marco constitucional-legal argentino e internacional y de las acciones gubernamentales en favor de los habitantes de las islas. La histórica posición argentina y de nuestra propia Constitución Nacional impone el respeto de los intereses y del modo de vida de los habitantes de las Malvinas y, en tanto pobladores del territorio nacional argentino, se les reconocen los derechos civiles, sociales y económicos. Esto ha implicado en los últimos tiempos el ofrecimiento y puesta a disposición de los isleños de Malvinas de los beneficios educativos, sanitarios, laborales, culturales, comunicacionales, etc. de los que la Argentina continental dispone. También nuestro país reconoce a los nacidos en Malvinas, como en cualquier otra parte del territorio nacional, la ciudadanía argentina, lo que implica la plenitud de los derechos políticos. Para eso basta la tramitación del DNI. Eso no involucra el desconocimiento de otra nacionalidad que pudiera corresponderles, británica u otra.
También hipotetiza Lanata: "Imaginate que mañana las recuperamos, ¿qué hacemos con ellas?". Al respecto la posición argentina es clara. La recuperación del ejercicio pleno de soberanía conforme al derecho internacional implicaría un acuerdo con el Reino Unido en el marco de una negociación. En los procesos de entendimientos de los 60 y 70 se debatió cómo sería el proceso de transición hacia el ejercicio de soberanía argentina. Este es uno de los aspectos principales que debería contemplar un eventual acuerdo con el Reino Unido. Hay referencias internacionales en otros casos de descolonización o resolución de controversias territoriales que podrían servir de referencia respecto de un posible acuerdo. Asimismo, la Argentina tiene todas las posibilidades de definir un proyecto de desarrollo para esa parte del territorio austral, como ha ocurrido con toda la Patagonia argentina, un proyecto que tuvo su génesis en 1828, que fue truncado por la codicia imperial británica, que destruyó el primer asentamiento con un desarrollo humano, comercial y estratégico como nunca se había visto. Fue el joven estado argentino quien lo consiguió, pero fue la prepotencia militar británica quien lo aprovechó.
Hasta aquí las aclaraciones. Sin dudas es importante ocuparse de Malvinas, pero tan relevante como interesarse, es hacerlo con el mayor respeto de nuestros intereses nacionales y con rigurosidad conceptual. En el 2022 se cumplieron 40 años del conflicto del Atlántico Sur y este año 190 de la invasión británica a nuestras islas. También en el 2023 se cumple el 40 aniversario de la recuperación de la democracia en nuestro país y en ese marco afirmamos que Malvinas es una causa nacional, popular, democrática y anti colonial.