¿Sabía que desde hace meses Israel viene lanzando misiles sobre la ciudad de Damasco y, la semana pasada, en una sola jornada, mató al menos tres soldados sirios? ¿Y que en los últimos días de febrero hubo nuevos bombardeos de Arabia Saudita contra la capital de Yemen? ¿O que el Pentágono también salió de cacería y el pasado 24 de febrero inició una nueva serie de brutales ataques en Somalia?
Seguramente no porque en la última semana la prensa hegemónica de Occidente sólo machacó sobre las acciones de Rusia en Ucrania.
Esta ignorancia de la población mundial es fruto de la guerra de desinformación que las potencias –especialmente las occidentales- vienen practicando desde hace muchas décadas y que se intensifica en momentos de crisis como el actual. Ir en contra la desinformación -como hizo el periodista Julian Assange- puede costar la vida.
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A esa batalla comunicacional y a la escalada de castigos económicos, financieros, bursátiles, etc. contra Rusia se suma hoy, una lista de sanciones inaceptables contra nosotros, los ciudadanos del común.
En una semana (la acción militar rusa empezó el jueves 24 de febrero) la pérdida de derechos y libertades han sido enormes. En primer lugar, se impuso una mordaza a la libertad de expresión con la censura explícita a la prensa rusa en los medios europeos y en redes sociales como Twitter o Instagram, entre otras. También se estigmatiza a los periodistas que trabajan para la agenia Sputnik o la cadena de TV Russia Today como “afiliados al gobierno de Rusia”, es decir, ya no se ponen estrellas amarillas para señalar al creyente judío sino “etiquetas” a los profesionales del periodismo.
En segundo lugar, se desató una caza de brujas o, Macartismo 2.0, o restricción a la libertad de pensamiento, como quiera llamarse, contra artistas. La soprano Anna Netrebko, “la Maria Callas de la actualidad”, cesó su actuación en la Ópera Estatal de Baviera y el talentoso director de orquesta Valery Gergiev fue despedido de la Filarmónica de Münich por “no distanciarse lo suficiente" de Vladimir Putin.
Tercero: discriminación por portación de nacionalidad. Además de suspender a Rusia en eventos deportivos internacionales fueron excluidos deportistas por el sólo hecho de ser rusos. Como los tenistas Daniil Medvedev o Daria Kasatkina.
Son sanciones ejemplares o prohibiciones al acceso de la información que repercuten directamente en la ciudadanía global.
La guerra de desinformación y la de propaganda tienen un objetivo obvio: glorificar las hazañas de Washington y demonizar a los enemigos. El desconocimiento de la historia y de la actualidad es la herramienta más eficaz para perpetuar el status quo.
Al nombrar a Julian Assange y al recordar su actual prisión y su vida que hoy pende de un hilo recordé un artículo (seguramente también ignorado por la inmensa mayoría del mundo) publicado en noviembre pasado en The New York Times. El diario revelaba un chat escalofriante entre dos militares del Pentágono. (https://www.nytimes.com/2021/11/13/us/us-airstrikes-civilian-deaths.html)
Fecha: 18 de marzo de 2019. Acción: Un caza F-15E de Estados Unidos lanzó una bomba de 220 y dos de 900 kilos sobre una población civil de Siria. Muertos: 70. Estos son los mensajes que se enviaron los dos militares que observaban en vivo la masacre, desde cámaras montadas en un dron:
- ¿Quién lanzó las bombas? –preguntó uno.
- Acabamos de lanzarlas sobre 50 mujeres y niños- respondió el otro.
El pasado 26 de febrero, la Casa Blanca emitió un bando de guerra conjunto (EEUU, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Canadá y Comisión Europea) donde se enuncian algunas de las sanciones unilaterales con las que se busca “asilar económica y financieramente” a Rusia. (Joint statement on further restrictive economic measures). Incluye el congelamiento de las reservas internacionales de su Banco Central (650 mil millones de dólares); cierre de varios espacios aéreos para compañías rusas, exclusión de exportaciones, entre otras medidas. Hay dos temas más en las que vale la pena detenerse, el SWIFT y el gas.
Una fue su exclusión del SWIFT (la red internacional de comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades financieras). China criticó la sanción y el diario británico Financial Times se preguntó si esta medida no sería contraproducente al reforzar la cooperación ruso-china. Se puede ir más lejos aún: esta medida ¿podría poner en marcha la existencia paralela de un nuevo sistema de interrelación financiera entre países poniendo en problemas a la propia red SWIFT pergeñada por EEUU? China tiene su propio sistema alternativo CIPS (Cross Border Interbank Payment System) y Rusia el suyo denominado MIR (en ruso “paz”).
Un dato muy curioso: la desconexión de Rusia al SWIFT es parcial y no afectaría la importación de gas y petróleo tan necesarios para Europa. ¡Y sí! Una cosa son las sanciones y otra balearse los pies.
El gas es un componente picante en el conflicto que revela más de lo que sus actores políticos suponen. Uno es el nivel de subordinación de Europa a EEUU y su falta total de autonomía. Quedó constatado en el patético silencio del canciller alemán Olaf Scholz, en la Casa Blanca, cuando el presidente Joe Biden le ordenó delante de toda la prensa, que suspendiera la certificación del gasoducto Nordstream 2. Meses antes (en agosto 2021), Angela Merkel, todavía cancillera, había dado luz verde al proyecto.
Washington controla así tanto a su aliado europeo como a Rusia y de paso le vende gas líquido un 40% más caro que el ruso.
Este tema también podría ser un bumerang para Europa. Así lo cree, Earl Rasmussen vicepresidente del Centro Eurasia. “Mis colegas en Europa dicen que los pecios ya están en alza un 30%. Y subirán el doble o quizás más. ¿Cómo va Europa a reemplazar el gas ruso? ¡No lo hará! Bienvenida austeridad global!"