¿Rusia ganó la guerra? La batalla de Avdivka y un nuevo momento clave de un conflicto que cumple dos años

24 de febrero, 2024 | 00.05

Este 24 de febrero se cumplen dos años del inicio de la operación militar especial de Rusia, dando inicio a una guerra europea en territorio ucraniano. La magnitud de los contendientes directos e indirectos en el conflicto, la ubicación del teatro de las operaciones militares, los recursos económicos que la guerra consume, y las repercusiones geopolíticas que generó y genera, han hecho de “Ucrania” el conflicto armado de estos tiempos. Además, al necesario recuento del conflicto en el segundo aniversario de su inicio, el campo de batalla agregó hechos recientes que empezaron a redefinir el escenario estratégico en donde el conflicto se desenvuelve.

La guerra de baja intensidad del Donbas

El conflicto en el Donbas, la región cultural e idiomáticamente rusa del este ucraniano, no arrancó en 2022, sino que tiene origen en la distribución de límites al interior de la URSS que fueron puestos en evidencia tras su disolución. Los movimientos pro-europeos en Ucrania con epicentro en Kiev, la Revolución Naranja de 2004-05 y el Euromaidán de 2013-14, trastocaron el histórico alineamiento de Ucrania con Moscú. Dependiendo la posición del analista, dicha situación fue promovida o aprovechada por los Estados Unidos que, desde la caída de la URSS, fue corriendo progresivamente la frontera de los países miembros de la OTAN hacia el este.

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El Euromaidán determinó que la Federación de Rusia avance militarmente ocupando la estratégica Península de Crimea en 2014, cuya anexión fue reconocida de facto por los Acuerdos de Minsk, rubricados por Moscú y Kiev tras un esfuerzo negociador de la Unión Europea. Esa situación derivó en el surgimiento de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, los dos oblast (provincias) del Donbas. Sus gobiernos, que incluso anunciaron un carácter socialista, no fueron reconocidos por Rusia, abriendo un conflicto de baja intensidad, con milicias del nacionalismo ucraniano cometiendo ataques sobre la población civil ruso-parlante.

El medio alemán Deustche Welle, al que no se puede rotular como simpatizante ruso, señala acusaciones sobre Arsen Avakov, antiguo Ministro del Interior ucraniano, de ser responsable por “disparos contra zonas residenciales en Donbás, en los que regularmente mueren habitantes”, mientras que en 2021, antes del inicio de la intervención militar de Moscú, se denunció la aparición de cinco fosas comunes, donde los separatistas pro-rusos exhumaron cuerpos de civiles desarmados. “Los separatistas de Donetsk reportaron 47 muertos, los de Lugansk, 267” (DW, 18/02/2022).

Ya en febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin justificó la operación militar detallando el incumplimiento de los “Acuerdos de Minsk I y II” y denunció un “genocidio” de 15 mil personas en el Donbás y la necesidad de “desnazificar” el Estado ucraniano.

Dos años, seis momentos

Desde el inicio de la autodenominada “Operación Militar Especial” de Rusia, en cumplimiento de su Doctrina de Defensa Nacional establecida en 1993, la cual contempla dicha figura para protección de minorías rusas en países fronterizos, el conflicto armado atravesó distintas etapas. En retrospectiva, y a nuestro criterio, estos pueden ser divididos en seis momentos:

  • Primer Momento, febrero de 2022: “Guerra relámpago rusa”. La operación militar especial de Rusia sobre Ucrania ataca por tres frentes: Norte-Noreste, Este y Sur. Se ocupa el Donbas, se y se conecta por tierra esta región con la Península de Crimea, al tiempo que en el Frente Norte-Noreste, en territorio central ucraniano, la acción militar ensaya un movimiento envolvente sobre Kiev para hacer caer el gobierno de Volodimir Zelenski y “desnazificar” el país.
  • Segundo Momento, marzo de 2022: “Repliegue de Rusia”. Por errores tácticos y operacionales, y en un escenario de presión internacional creciente, Rusia no consigue hacerse del control de Kiev. Moscú ordena un repliegue y abandona la ocupación del área central de Ucrania, concentrando su atención en el Donbas, pero sin dejar de bombardear objetivos militares y civiles lejos de la línea de ese frente, incluida la red de energía durante el invierno.
  • Tercer Momento, mayo de 2022, “Segunda ofensiva rusa”. El objetivo de Rusia se concentró en tratar de tomar el pleno control sobre el Donbas, particularmente de las ciudades de Kramatorsk y Slaviansk. Después de largos meses de combate, los rusos quebraron el frente de batalla al sur. Sin embargo, la ofensiva rusa se paralizó a unos 20 km, no consiguiendo una penetración de mayor alcance. A partir de allí, la guerra se estancó en sangrientas batallas por pueblos muy pequeños.

Tal como lo señala el analista argentino Guillermo Caviasca, “durante ese periodo los ucranianos maduraron el apoyo occidental y sus fuerzas de reclutamiento movilizadas y con esta base amenazaron otros sectores del frente. Tuvieron éxito. Se lanzaron sobre Jersón. Los rusos ante la presión decidieron ir disminuyendo el frente. A principios de septiembre [de 2022] toda la provincia de Karkov pasó a manos ucranianas. A principios de octubre en Liman (una posición de importancia operacional) los rusos fueron derrotados en batalla, aunque salvaron sus fuerzas. Y a principios de noviembre Jersón fue abandonada después de haber sido anexionada a la federación rusa. La iniciativa operacional había pasado a los ucras por primera vez”.

A partir de allí, los frentes de batalla se estabilizaron. Ucrania agotó su capacidad ofensiva, y Rusia, con un cambio del jefe militar de sus tropas en Ucrania, logra racionalizar el desgaste y estabilizar la situación.

  • Cuarto Momento, junio de 2023, “La contraofensiva de Ucrania”. Con el apoyo financiero y material de Occidente, Ucrania finalmente lanza su tan esperada ofensiva, con más de 1.200 tanques, vehículos blindados de tropas, aviones de combate, drones y equipos antiaéreos. A pesar de la intensa propaganda occidental, los cálculos de diversos analistas señalaron desde un comienzo que la ofensiva ucraniana era, por lo menos, muy arriesgada. Según información proporcionada por la propia BBC británica, ni en el mejor momento de la asistencia occidental en febrero de 2023, Ucrania logró poner en pie una Fuerza Armada equivalente a la de Rusia. 

El punto más álgido de este momento se vivió con la rebelión del Grupo Wanger, el ejército privado ruso, el 23 y 24 de junio de 2023. Yevgueni Prigozhin, Jefe del Grupo Wagner, se rindió y marchó al exilio a Bielorrusia, señalando que quería “demostrar nuestro portento, no superar a la autoridad en Rusia”. Prigozhin murió en un accidente aéreo en agosto pasado, y Wanger opera en Ucrania y en el globo como una fuerza militar privada a las órdenes de Moscú. 

  • Quinto Momento, noviembre de 2023: “El estancamiento de la guerra”. Desde septiembre la contraofensiva ucraniana perdió impulso. Mientras la economía rusa cayó 2 puntos del PBI por las sanciones de la guerra, su rápida potenciación de las relaciones comerciales con “Oriente” (China e India, sobre todo), mostraban en esas fechas un balance más que positivo para 2023.

De esa manera, y como oportunamente señaló Gabriel Camilli, Coronel Mayor retirado del Ejército Argentino, “en los niveles estratégicos militar y operacional y en el táctico, se puede ver que Ucrania está en realidad a la defensiva y Rusia a la ofensiva” (VP, 29/01/2024).

En otro artículo, Camilli profundiza su análisis y señala el principal problema de las Fuerzas Armadas de Ucrania y, por ende, de todo occidente: el “factor demográfico”. Con una edad media de 40 años en sus combatientes, “el ejército ucraniano no puede reclutar soldados más jóvenes simplemente porque no hay más jóvenes. Los pocos miles de jóvenes que frecuentan Kiev son en realidad estudiantes universitarios cuyo conocimiento y trabajo son necesarios para afrontar las próximas décadas. Reclutarlos acabaría con cualquier perspectiva positiva que aún pueda tener Ucrania” (VP, 6/02/2024).

La actualidad: el sexto momento de la Guerra en Ucrania

A casi dos años del inicio de la guerra abierta, el pasado domingo 18 de febrero, el Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia comunicó que tenía el control total de la ciudad de Avdivka tras una desordenada retirada de las fuerzas ucranianas Ucrania. 

El control por parte de Rusia de esta ciudad, a escasos 20km de Donetsk es, para todos los analistas, un punto de inflexión en el conflicto. La resolución de esta batalla resuelve el control de toda la región de Donetsk a Rusia. 

El nuevo jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, el general Oleksandr Syrskyi, nombrado este mes, dijo que “preferiría retirarse antes que sacrificar vidas”. Sin embargo, un sector de la prensa occidental señala un cortocircuito entre el nuevo mando militar y el famoso “Batallón Azov”, que se negó o no pudo dar un contragolpe luego de que Rusia ocupara Avdivka, una localidad, convertida en fortaleza, en los suburbios de la Ciudad de Doneskt, capital de la provincia homónima y epicentro demográfico del Donbas.

La prensa occidental atribuye que la pérdida de este combate se da en el marco del corte del financiamiento por parte de EEUU y Europa. El propio Biden culpó al Congreso y al dislate republicano, que condiciona cualquier nueva ayuda a Ucrania a la puesta en marcha de una política punitivista a la crisis migratoria de Texas.

El control militar de estos territorios, que en conjunto representan cerca del 20% de Ucrania y que concentran zonas industriales, tierras fértiles, puertos y abundantes recursos naturales claves como el neón (utilizado en la producción de semiconductores), pareciera sellar aquel anuncio de anexión por parte de la Federación Rusa de las República Popular de Donetsk, República Popular de Lugansk, y los óblast de Zaporiyia y Jersón. En conjunto además, esto implica una conexión entre Rusia y Crimea, a la vez que una desconexión entre Ucrania y dicha península.

Palabras finales

Pese a los más de 160 mil millones de dólares que los EEUU y la OTAN pusieron en los dos años de guerra abierta en Ucrania, la batalla de Avdivka señala que, en el nivel operacional, Ucrania por si sola no puede ganar. Sólo con una intervención directa de las Fuerzas de la OTAN, la guerra podría cambiar su curso. Por múltiples razones, eso hoy es improbable. Fundamentalmente porque en EEUU se abrió, con las elecciones, una discusión de proyectos estratégicos, entre globalistas y neoconservadores, y, en Europa, la lucha de sus países está más en no caer en una franca recesión tras los problemas de abastecimiento energético que se viven desde la ruptura con la provisión rusa.

El nivel técnico-militar siempre está supeditado a un nivel político-militar. Ganar una guerra no es sinónimo de realizar políticamente una victoria. El Kremlin lo sabe, y por eso Putin sacudió la cortina informativa occidental con la entrevista realizada por Tucker Carlson a través de la red social X, con el beneplácito de su dueño, Elon Musk, y como un guiño electoral al mismísimo Donald Trump. Ni lento ni perezoso, Putin aprovecha las fortalezas de sus Ejércitos en el Donbas, para operar “tras líneas enemigas”, también en el campo de la política internacional.

Aún restan elementos geopolíticos que analizar. En la coyuntura actual, resulta imprescindible medir la articulación del escenario ucraniano con el escalamiento del conflicto en Medio Oriente tras el accionar desproporcionado de Israel en Gaza. Lo cierto es que en Ucrania pareciera estar resuelto, en el nivel operacional, un conflicto armado que prometía ser de larga duración. Las elecciones en Rusia, en menos de cuatro semanas, otorgarán un nuevo impulso a la resolución del conflicto en favor de Putin, en donde la reciente muerte en la cárcel de Navalny, un mediático opositor, no pareciera haber hecho la más mínima mella.

Ante nuestros ojos, empieza a emerger la construcción política de un nuevo orden mundial. En la palestra internacional aparecen múltiples actores con capacidad de desafiar el orden edificado tras el fin de la segunda guerra mundial. De conjunto, la eventual derrota en el campo de batalla de un Ejército armado tan decididamente por la OTAN empieza a señalarnos la consolidación de una nueva fase en el sistema económico, político y militar global. Allí, sin dudas, Ucrania se inscribe como un importante escenario del conflicto geopolítico.