Cuando en estos últimos días, la escalada de amenazas entre los presidentes Joseph Biden y Vladimir Putin hace temer un abismo humanitario, el gobierno de China se pone al frente del bloque pacifista y ofrece una solución política de 12 puntos para resolver el conflicto en Ucrania. Fue el viernes 24, al cumplirse el primer año del choque armado entre Rusia y la OTAN en territorio ucraniano (mal llamada “guerra ruso-ucraniana”).
Ya lo había anticipado Wang Yi, director de Asuntos Exteriores del Partido Comunista Chino (PCCh), el pasado 18 de febrero, en un ámbito pro-occidental extremo como es la Conferencia de Munich. “Aunque China no está directamente implicada en el conflicto, no se queda de brazos cruzados”, dijo Wang en un entorno de jerarcas estadounidenses y europeos que alentaban a viva voz una mayor entrega de armas a Ucrania y parecían dispuestos a linchar a Rusia.
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La propuesta del PCCh llegó en momentos en que también están aumentando las provocaciones de EEUU –y de los sumisos europeos- contra China. Hay un fuerte operativo que no sólo incluye las sospechas falsas de globos espías sino también de las acusaciones sobre un supuesto envío de armas a Rusia, desmentido tanto por Beijing como por Moscú. Es cada vez es más obvio que, la Casa Blanca busca excusas para una guerra planetaria que ve, como única salida a la ya irreversible disminución de su liderazgo.
En Munich, Wang desnudó el truco imperial y la histórica doble vara que EEUU empleó siempre para legitimar sus incursiones bélicas y los crímenes masivos de civiles (en lo que va del siglo XXI: Afganistán,180.000 muertos; Irak, 300.000; Siria, 600.000 muertos; Yemen, 240.000 entre sólo algunos casos). Según contó a la prensa el mismo Joseph Borrel, canciller de la Unión Europea, en una reunión bilateral, Wang le aseguró que China nunca envió armas a Rusia ni pensaba hacerlo. Y luego le preguntó: ¿Por qué China no puede enviar armas a Rusia sí ustedes tienen derecho a suministrárselas a Ucrania? Y sin el menor pudor, Borrell comentó a la prensa: “Y tuve que explicarle la diferencia”.
Esto no frenó la embestida. Cuatro días después, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguro que esa organización “vio algunas señales” de que China podría estar planeando un apoyo al Ejército ruso y que esto equivaldría a “una flagrante violación del derecho internacional y a la Carta de la ONU". “Nosotros no somos parte (del conflicto en Ucrania) pero vamos a garantizar que Kiev prevalezca durante el tiempo que sea necesario”. Aunque el comportamiento abiertamente agresivo de la OTAN ya es escandaloso, puede ser peor: el ex primer ministro británico, Boris Johnson, un activo defensor de la guerra, pretende suceder a Stoltenberg en la OTAN.
Occidente no quiere la paz. Hubo dos negociaciones abortadas desde el inicio del enfrentamiento militar. Una, el 28 de febrero de 2022 cuando EEUU boictoteó las conversaciones entre rusos y ucranianos, celebradas en la frontera de Bielorrusia. La otra fue el 29 de marzo de 2022 en Estambul. Los representantes de los dos países estaban reunidos en la capital turca y, desde allí, el jefe de la delegación rusa, Vladimir Medinki, aseguró a la prensa que había progresos sustanciales en el diálogo. Incluso hubo referencias a un posible encuentro entre Putin y Zelensky. Informalmente se dijo que Ucrania se comprometería a ser neutral, a no tener armas nucleares, ni a permitir bases militares extranjeras en su territorio. A cambio tenía luz verde para ingresar como miembro de la Unión Europea. En ese punto, llegó de sorpresa el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, y las conversaciones se quedaron Interrumpidas.
Días después el diario ucraniano “Ukraínskaya Pravda”, citando a funcionarios cercanos a Zelensky, aseguró que Johnson transmitió dos mensajes. El primero que Putin, era "un criminal de guerra que debía ser procesado y no negociar con él". El segundo que, aunque Ucrania estuviera dispuesta a firmar algún tipo de acuerdo con Rusia, Occidente no lo estaba.
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Doce puntos para la paz
La propuesta de paz (adelantada por Wang en la Cumbre de Munich) presenta doce puntos orientadores para alcanzar una solución negociada entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, es más que eso. Los puntos nodales resumen las ideas que Beijing viene proclamando desde hace varios años y que conformar el ideario chino para un nuevo orden internacional.
En los cuatro primeros puntos, China llama a “todas las partes a colaborar para desescalar el conflicto (algo que no estaría apoyando Occidente) y a que trabajen en la misma dirección a través del diálogo”. Pide no reeditar la “mentalidad de la Guerra Fría” con la formación de bloque militares y destaca un aspecto que podría no ser aceptado por Rusia; el respeto a la “integridad territorial para todos los países por igual”. Como lo hace Argentina con relación a las Islas Malvinas, China defiende la integridad territorial de su territorio, por ejemplo, en relación a Taiwán.
En el plano económico pide que “los países relevantes dejen de abusar de las sanciones unilaterales” y que el mundo entero ponga fin a aquellas que no fueron “autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU”. Aborda también el peligro de las armas atómicas y bacteriológicas: pide respetar las normas internacionales, se opone a los ataques contra centrales nucleares y a la investigación, desarrollo y uso de armas químicas y biológicas por parte de cualquier país y bajo cualquier circunstancia".
En dos de los doce puntos propone medidas de protección civil tanto en las operaciones humanitarias que "deben seguir los principios de neutralidad e imparcialidad, y no deben politizarse", como el caso del intercambio de prisioneros.
El tema de los alimentos y las cadenas de suministro, ocupa otros dos puntos del documento. Elogia la Iniciativa sobre los cereales del mar Negro, firmada por Rusia, Turquía, Ucrania y la ONU y propone que todas las partes se comprometan a “mantener seriamente el sistema económico mundial existente y oponerse a utilizar la economía mundial como herramienta o arma con fines políticos".
El último punto relacionado con la reconstrucción será seguramente mal recibido por EEUU y las empresas multinacionales que ven en las reparaciones de la destrucción bélica un fabuloso negocio (valen como prueba Kosovo, Irak, Afganistán o Libia y otras naciones destruidas por la OTAN). Beijing propone que toda la comunidad internacional participe de la reconstrucción posconflicto. "China está dispuesta a proporcionar ayuda y a desempeñar un papel constructivo en este empeño”, subrayó.
Esta alternativa se suma a la del presidente de Brasil. Inacio Lula da Silva, de formar un grupo de países que busquen la posibilidad de diálogo y paz. Esta propuesta, que Lula ya dio a conocer a los presidentes de Francia y EEUU así como al canciller de Alemania, recuerda a la implementada por el mismo Lula para resolver el golpe de Estado contra Hugo Chávez el 11 de abril de 2002.
Como era predecible, EEUU y sus aliados rechazaron la propuesta de China por ser “insuficiente”. Aún cuando la Rand Corporation (un think tank con total sintonía con el Pentágono) aconseja “evitar una guerra larga en Ucrania porque los costos y riesgos puede superar los beneficios”; aún cuando la oposición republicana está instalando la idea de que Biden ayuda más a los ucranianos que a los propios estadounidenses, y pide una auditoría para saber a dónde va el dinero, aún así Washington está dispuesto a seguir fogoneando el enfrentamiento bélico. Lo hace porque cree que así podrá evitar la lenta pero inevitable declinación hegemónica y porque jamás aceptaría una propuesta de su rival China.