Justicia apunada

13 de junio, 2021 | 00.05

En 1947, los conservadores se opusieron al proyecto de sufragio femenino presentado por el gobierno de Juan Domingo Perón argumentando que no había tiempo suficiente para educar a las mujeres en las cuestiones cívicas y que, además, su participación en la vida política reservada hasta ese momento a los varones iba a dividir a las familias.

Unos años antes había ocurrido algo similar con el proyecto del aguinaldo, rechazado tanto por los conservadores, los radicales y los socialistas por su “esencia demagógica, autoritaria y dictatorial y su finalidad electoralista”. Poco tiempo después, Perón reincidiría con otra medida demagógica, autoritaria, dictatorial y electoralista, similar a la que tomara el Frente Popular en Francia en 1936: las vacaciones pagas. Las asociaciones patronales y los economistas serios de aquella época denostaron la peligrosa obligación de pagar a un empleado por no hacer nada y auguraron quiebras masivas, tan inminentes como esquivas. Ocurre que, históricamente, así como nuestra derecha se emociona con la caridad, también se indigna con los derechos.

Sin tomar en cuenta el noble clamor de las fuerzas vivas del país, el peronismo continuó con su demagogia autoritaria y dictatorial a través de medidas electoralistas como la gratuidad de las universidades y el acceso a la salud. Años más tarde, con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, estableció las moratorias jubilatorias, una medida que otorgó independencia económica a millones de mujeres, el Plan Conectar Igualdad que aportó conectividad y computadoras a millones de alumnos, la AUH y el matrimonio igualitario. Alberto continuó con esa tradición autoritaria e impulsó la legalización del aborto a la vez que estableció por decreto el cupo laboral trans/travesti en el sector público.

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El jueves pasado, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero, que establece prioridad en el sector público para dicho colectivo e incentivos para su contratación en el sector privado.

El peronismo es ese extraño espacio político, supuestamente alérgico a la libertad, que desde hace 70 años amplía nuestros derechos.

En estos días percibimos un notable cambio de rumbo en el discurso terraplanista opositor: del paradigma de la vacuna-veneno que debíamos evitar a toda costa pasó al paradigma del genocidio al que nos condena el gobierno por no contar con suficientes vacunas, es decir, por tener poco veneno. Niños, no lo intenten en sus casas, podrían hacerse daño.

Pepín Rodríguez Simón, el ex operador judicial de Mauricio Macri hoy prófugo de la justicia, podría ser candidato a diputado en la lista de Juntos por el Cambio. Para asegurar la independencia entre los diferentes poderes del Estado, el Dr. Carlos Rosenkrantz, actual presidente de la Corte Suprema, debería acompañarlo como compañero de lista o incluso como compañero de fórmula en las elecciones presidenciales del 2023. “Independencia de la Justicia y coso” podría ser el slogan de campaña. 

Para demostrar la importancia de esa independencia entre poderes, su alteza imperial Gerardo I, visir de la Puna, maharajá del Potosí, marqués de Ledesma, León de Tilcara, Apóstol de La Paz, Zar de los 7 colores, califa de Humahuaca, Martillo de Herejes, Protector de la Justicia, Orgullo Radical y Azote de Dios, presentó una nueva denuncia contra su opositora Milagro Sala, en preventiva desde hace más de cinco años, es decir, apenas Gerardo I asumió como gobernador. Con magnanimidad, el visir de la Puna sólo pidió siete años de cárcel por un incidente entre la policía y unos vecinos del que, estando en arresto domiciliario, Sala no pudo participar. La ausencia de la acusada no significa mucho teniendo en cuenta que la justicia lisérgica de su alteza imperial ya condenó a Sala a tres años de prisión por otro episodio en el que tampoco participó pero fue considerada “instigadora”: el escrache telepático por interpósita persona ausente sobre Gerardo Morales, entonces senador. Todo lo que ocurra en Jujuy es culpa de Milagro Sala hasta que su alteza imperial determine lo contrario.

Con el objetivo de evitar cualquier malentendido, el Azote de Dios convocó a sus jueces para exigirles que sean independientes de su imperial voluntad al condenar nuevamente a Milagro Sala.

 

Imagen: Gerardo I, visir de la Puna y Azote de Dios, instruye a sus jueces para que sean independientes de su voluntad (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)