La creación de firmas en distritos de baja o nula tributación les ha permitido a las grandes corporaciones eludir el pago de impuestos, privando a los estados –especialmente a los más pobres- de recursos que podrían ser destinados al desarrollo económico y social. Esto permitió la expansión del abuso fiscal corporativo, que se basa en el desajuste entre la ubicación de la actividad económica real de las empresas y el lugar donde declaran sus ganancias con fines tributarios.
Un ejemplo, no muy presente en los debates públicos, es el de la manipulación de los precios de transferencia. Las empresas multinacionales forman parte de grandes grupos económicos, con empresas productoras en países como Argentina y firmas en guaridas fiscales que utilizan como supuestos intermediarios comerciales o proveedoras de servicios. Esto les permite manipular los precios de operaciones –reales o ficticias- entre empresas del mismo grupo, con el objetivo de reducir las ganancias de las empresas radicadas en países como Argentina y que aumenten en las que operan en distritos de baja o nula tributación.
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Para tener una idea de la magnitud del daño que provocan este tipo de prácticas opacas, para 2021 las pérdidas fiscales en todo el mundo como consecuencia del abuso fiscal transfronterizo por parte de empresas multinacionales y de personas que ocultan activos, fue de 483 mil millones de dólares, según las estimaciones de la Global Alliance for Taxes Justice y Tax Justice Network. En el caso específico de Argentina, el Estado deja de recaudar entre U$S 1.200 millones y U$S 2.400 millones cada año.
En las últimas décadas el grupo Techint no sólo llevó adelante una internacionalización productiva de sus principales áreas de negocios (siderurgia, construcción, energía), sino también una reestructuración financiera que dejó a las empresas locales como eslabones de una red global, cuyo control último pasó a depender formalmente de firmas localizadas en guaridas fiscales.
El grupo localizó a sus principales firmas controlantes en Luxemburgo, creando Tenaris para consolidar a las fabricantes de tubos sin costura, y Ternium para las de aceros planos. Como parte de ese proceso fundó distintas firmas en Uruguay. Cada una de las firmas involucradas en la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner, por ejemplo, está vinculada a una estructura offshore -comúnmente denominadas como “empresas cáscara”- ubicadas en Uruguay que no tienen actividad productiva alguna pero sí un intenso intercambio comercial y financiero formal con las empresas radicadas en Argentina y en otros países.
Estas firmas facturaron en 2021 más de U$S 7 mil millones, una cifra equivalente al 13% de PBI de ese país y una ganancia de casi U$S 500. Gracias a las normas impositivas uruguayas, la tasa efectiva del impuesto a la renta comprende únicamente el 0,75% de las utilidades, mientras que en Argentina el impuesto a las ganancias es del 35%.
El control de empresas locales a través de las cáscaras en el exterior habilita la posibilidad de reclamos ante el CIADI, como hizo recientemente Techint cuando el gobierno de Mauricio Macri se vio obligado a modificar las condiciones de u plan de estímulo a la producción de gas.
* "Este texto es un resumen del informe "Gasoducto al paraíso: la estructura offshore del grupo Technt", escrito junta a Gustavo Zanotti y disponible aquí: https://argentina.fes.de/fileadmin/user_upload/images/ACTIVIDADES/2022/Informe_Techint__vf.pdf