El documento recientemente hecho público por la mesa del Frente de Todos (FdT) es una novedad política muy importante. Sin exageración alguna puede decirse que es la primera expresión de una interpretación común sobre el pasado, el presente y el futuro de la nación compartido por sus principales dirigentes y las agrupaciones en las que participan. ¿Puede un documento cambiar la realidad política? Puede decirse que las palabras solamente pueden modificar la situación si son inspiradoras de cambios profundos en las conductas de las personas. En este caso, la influencia del texto debe enfrentar un primer test muy exigente: la correspondencia de los actos de sus firmantes con sus palabras. Por lo pronto, será un poco más difícil y costoso en adelante el uso sistemático de las operaciones mediáticas para cuestionar la conducta de los aliados, que ha sido una práctica tan intensa como desgastante y paralizadora.
La instalación como principal problema político principal el intento de proscribir a Cristina Kirchner es una proclama central de la declaración frentista. Es un parteaguas respecto al estado actual del balance de las cuatro décadas transcurridas desde el regreso a la vigencia de la constitución nacional. Está señalando claramente que el problema político argentino principal no se agota en un tema de “gobiernos”, se constituye como un problema “de régimen”. Bajo las formas de la normalidad democrática se ha ido generando un régimen diferente, una relación de poder en la que los veredictos democráticos del pueblo a través de las elecciones no son la arena principal de resolución de las diferencias políticas; un poder de facto.
Jueces que legislan, medios de comunicación que condenan, mafias que actúan a la luz del día invocando sus posiciones en los aparatos del poder, como se despliega ampliamente en los diálogos que nadie sabe quién “encontró” ni cómo pero tienen el inconfundible tufo de ilegalidad y sensación de impunidad que es más impactante que cualquier disquisición sobre la escucha ilegal (disquisiciones que no escuchamos cuando se hacían morbosamente públicas conversaciones privadas de Cristina cuyo contenido -dicho sea de paso- no tenían relevancia ni relación con ningún tipo de delito). Una escucha ilegal no debe ser considerada como prueba según la ley, pero puede ser tenida en cuenta, sobre todo cuando su contenido produce revelaciones sobre el comportamiento delictivo de funcionarios públicos miembros de los tres poderes del estado. A la enumeración hay que sumar en un primer nivel de importancia, las conexiones entre el grupo que produjo el intento de magnicidio y figuras muy caracterizadas del elenco de gobierno de Macri. La democracia sigue viva en nuestra patria pero ya no como la única regla de juego sino en el interior de un régimen híbrido que, además, avanza sistemáticamente en el deterioro de las instituciones de la Constitución, incluida la cúpula de uno de los poderes del estado.
La mesa frentista puso en el centro la cuestión de la proscripción de su principal dirigente. Este acuerdo tiene una importancia política muy grande. Porque la proscripción establece un horizonte de conflicto político muy agudo y de peligros institucionales de alcance imprevisible. Y porque sale al encuentro de uno de los aspectos del programa político de la derecha argentina que nadie explicó tan bien en el país como el embajador de Estados Unidos: es, ni más ni menos, que la construcción de una “mayoría” que incluya al peronismo “democrático”, es decir el que no sea influenciado por el kirchnerismo. El operativo de proscripción es el intento de una avance rápido y efectivo en esa dirección. Los costos políticos y humanos de ese designio son imprevisibles, aunque quien quiera imaginarlos puede repasar la historia argentina entre 1955 y 1983. Por eso, el alerta que establece el documento señala lo que tranquilamente puede caracterizarse como el núcleo de las operaciones desestabilizadoras de la derecha.
El reconocimiento de la centralidad política de la ex presidenta es uno de los datos fuertes del pronunciamiento. Otro de los que tiene una enorme importancia político-coyuntural es el planteo de la “unidad en la diversidad” como horizonte político del frente. Temporalmente situado muy cerca del arranque del proceso electoral, el texto se propone alejar dudas sobre la continuidad del frente de todos. Y además lo hace desde una herramienta -la “mesa”- cuyo desempeño concreto tendrá (o tendría que tener) mucha importancia en la etapa que se abre.