El feminismo de las victorias

11 de noviembre, 2021 | 16.00

La victoria que construimos en 2019 tiene como aporte clave al feminismo popular. Nuestra organización transversal, plural, masiva permitió que el Frente de Todxs tuviera una mirada feminista y representara en su plataforma las demandas elaboradas social e históricamente por mujeres, lesbianas, travestis y trans.                                                            

Ahora bien, las victorias no son definitivas. Dependen de nuestra correlación de fuerzas, de nuestra capacidad de organización, de nuestros consensos y de mantener legitimados los derechos conseguidos. Hoy estamos frente a una elección legislativa en la cual tenemos el mandato histórico de demostrar nuestra fuerza y nuestra capacidad de construir poder popular. Sin el feminismo no se le hubiera ganado a Macri, por ejemplo, y sin el feminismo tampoco es posible construir una vida justa, digna e igualitaria.

Como cualquier movimiento emancipatorio, el feminismo enfrenta en todo el mundo (y Argentina no es la excepción) un feroz ataque repleto de contradicciones que buscan debilitar nuestro movimiento para restaurar una vida social opresiva que poco a poco venimos desmontando. No es menos cierto que el ataque a los feminismos populares tiene como objetivo final la entronización de gobiernos clasistas.

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Es decir, sociedades retrogradas, desiguales, con fuertes índices de desocupación y pobreza (ambos índices siempre terminan femenizados), sociedades que retroceden, que son racistas, que son violentas, que son patriarcales, que nos llevan a la peor parte de nuestra historia. Podemos elegir y construir de forma colectiva mil maneras de seguir, pero ninguna de volver a ese pasado de dolor social.

Hay otra clave para esta época. El feminismo construye victorias en más de un territorio, espacio, tema y tiempo a la vez. Cuando tendemos lazos sociales en los barrios, cuando acompañamos a una mujer, lesbiana, travesti o trans en el armado de su proyecto de vida, cuando fortalecemos organizaciones, cuando ganamos leyes, cuando nuestros deseos se hacen política estatal, cuando construimos formas más libes de familias, cuando vemos en el tren pibas  con pañuelos verdes, cuando sentimos que el feminismo no es de nadie porque nos pertenece a todxs.

Trabajamos en paralelo, en simultáneo, en sincronía. Trabajamos para un tiempo que nos excede. Trabajamos en los barrios, en el congreso, en los medios, en los sindicatos, en los municipios, en las ciudades, en las escuelas y facultades, en los centros de salud, en los clubes, en las fiestas, en las calles. En todos esos lugares donde nos encendemos de amor, de amor sagrado.

El feminismo de las victorias construye de modo frentista.

Abraza demandas que están desde siempre y las agendas de la política tradicional no las tomaba.

Sabe de padecimientos en los vínculos y no queremos reproducirlos.

En los feminismos populares sentimos que hay muchas miradas que construyen realidades. No hay una sola perspectiva, ni una sola realidad.

Ampliamos derechos largamente militados.

Para más victorias populares necesitamos de modo urgente convocar a construir políticas que dejen de lado el adultocentrismo blanco, para convocar a mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, intersex, varones indígenas, afrodescendientes, chicxs y jóvenes para cuidar el presente y el futuro. Presente y futuro que lleva los rostros de lxs niñxs y adolescentes que  necesitan de otras realidades más habitables, humanas, empáticas.

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