En una reciente encuesta a nivel nacional, tratamos de medir cómo la ciudadanía percibía a Javier Milei y lo que podría suceder si se convirtiera en presidente. El relevamiento alcanzó a 5.320 personas, en una muestra representativa del conjunto del país, realizada entre el 28 y el 30 de octubre (ver más detalles en la ficha técnica).
En el tratamiento mediático, que habitualmente se brinda a la figura de este candidato, se lo relaciona con “el loco” y con rasgos de connotación despectiva, históricamente asociados con la construcción social de la locura tales como la irracionalidad, la incapacidad de asumir responsabilidades, el peligro, la enfermedad, etc. Por lo tanto, para analizar cómo se lo percibía, presentamos cuatro frases coloquiales que trataban de cubrir el espectro de posibles respuestas ante el estímulo “Algunos dicen que ‘Milei está loco’ ¿Usted qué piensa?”. El 31% opta por la respuesta “Que no está loco, solo se hace el loco”, el 22% “que está un poco loco, pero necesitamos alguien así para salir de la crisis”, el 12% “que está un poco loco y tal vez sea peligroso que se convierta en presidente” y el 33% “que está realmente loco y que es un peligro que se convierta en presidente”, mientras que el 2% prefiere no responder la pregunta.
Previsiblemente, el 90% de quienes piensan que está loco y asocian su “locura” con el peligro de que se convierta en presidente responden que votarán a Massa en el balotaje. En cambio, estarían votando a Milei el 78% de los que piensan que no está loco y el 89% de los que consideran que está un poco loco pero que es necesario alguien así.
En el Gráfico, se puede observar esta distribución y llaman la atención dos grupos de personas. Por un lado, podemos ver que casi un 10% de los que relacionan que “está loco” con “es un peligro” se estarían inclinando por votar en blanco, nulo o no ir a votar. Y, por otro lado, encontramos que el 33% de los que opinan que “está un poco loco” con “tal vez sea un peligro” también tendrían este mismo comportamiento electoral de votar en blanco, nulo o no ir. A esto podemos agregar que el 9% que tiene esta misma evaluación sobre la figura de Milei está pensando, de todos modos, en votarlo.
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Estos dos grupos que asocian a Milei con la peligrosidad de un eventual gobierno a su cargo suman el 8% del total del electorado, de modo que estimular que reflexionen sobre su responsabilidad ciudadana sería un imperativo para quienes pensamos que el triunfo del candidato de La Libertad Avanza significaría un grave riesgo para nuestro sistema democrático. Es que la conducta de estos dos grupos podría definir el resultado del balotaje en un escenario muy parejo en las intenciones de voto: según nuestras estimaciones para la fecha del relevamiento algo más del 45% se inclinaba por Milei, casi 42% de Massa, 7% en blanco y 6% que no irían a votar (de ellos 4% han ido a votar en las generales, y solo 2% no fueron).
Podemos ver que estos dos grupos están compuestos principalmente por personas que el 22 de octubre votaron por Bullrich (45%), por Schiaretti (21%), en blanco o nulo (12%) o por Bregman (11%). Y, en términos del partido político del que se sienten más cerca, un 30% se ubica cerca del radicalismo, un 17% del PRO y un 10% del peronismo opositor a Unión por la Patria. Es probable que una clara definición de los líderes de estos espacios que no acompañan el acuerdo Macri-Milei (tanto de la UCR, del sector del PRO referenciado en Rodríguez Larreta o Vidal y del peronismo opositor liderado por Schiaretti) podría tener un impacto significativo en la conducta electoral de estos ciudadanos y ciudadanas que se encuentran muy preocupados por un eventual triunfo de Milei pero que no pueden reorientar su voto en favor de la opción que pudiera impedirlo. También podrían llamar a la reflexión los comentarios de periodistas, intelectuales o referentes de la cultura y el arte, a quienes alguna gente suele considerar como una referencia para su conducta, en especial en un escenario que, para quienes son reacios a votar al peronismo, les ha presentado una verdadera encrucijada. En otra nota que publicamos recientemente, hemos abordado esta cuestión.
Consideramos que, para consolidar el triunfo de Sergio Massa y la continuidad del sistema democrático, resultan claves que se concreten dos procesos. Por un lado, que una porción de quienes hoy manifiestan que votarían por Milei repiensen su voto en función de lo que ellos/as mismos/as piensan, de sus propios valores. Esta reflexión llevó a que el 8% de sus votantes en las PASO buscaran otros candidatos/as para las elecciones del 22 de octubre (como obtuvo nuevos votantes es que logró mantenerse en el 30%). Con la suma de nuevos posibles votantes que en estas últimas elecciones votaron por otras fuerzas, estas contradicciones han cobrado renovada intensidad: según los temas, entre el 9% y el 40% de los potenciales votantes del candidato de La Libertad Avanza tienen grandes discrepancias con lo que él pregona.
Pero, por otro lado, es necesario, para evitar el triunfo de Milei, que una importante proporción de quienes hoy piensan que es un peligro que se convierta en presidente no voten en blanco, nulo o se abstengan y, por el contrario, opten por la boleta de Massa que es la única opción que puede impedir el triunfo del candidato de La Libertad Avanza. Es que, más allá de los giros retóricos de la mayor parte de la dirigencia opositora, los balotajes, en todo sistema democrático, funcionan para que la porción de la ciudadanía que no había votado por los dos candidatos principales, pueda escoger cuál es el que le parece “menos malo” o, incluso, el “menos peligroso”. Esquivar esta responsabilidad (votando en blanco, nulo o no participando) no los hace menos responsables del destino que tome el país.