Elecciones 2023: Massa y Milei al balotaje, certezas e incógnitas de un cambio de ciclo que ya comenzó

23 de octubre, 2023 | 01.08

El inesperado -pero no sorpresivo- resultado de las elecciones 2023 dejó una certeza: en tres semanas, Sergio Massa y Javier Milei protagonizarán el primer acto de un cambio de ciclo político que marcará el fin de dos décadas polarizadas por los apellidos Kirchner y Macri. El propio candidato de Unión por la Patria verbalizó el escenario en su discurso triunfal: “La grieta se murió, empieza una nueva etapa”.

En la misma línea se expresó Milei, reformulando el mantra de “cambio” que acuñó la maltrecha alianza entre la UCR y el PRO. “Todos los que queremos un cambio tenemos que trabajar juntos” lanzó el minarquista, en un guiño explícito a los opositores caídos del balotaje.  ¿Cómo tomarán los votantes "anti casta" una alianza explícita con la "casta"? La pretensión de pureza es incompatible con un proyecto de poder ¿Pasarán la prueba de los batracios? Habrá que ver.

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Tanto Massa como Milei usaron sus discursos para sembrar alianzas y mensajes con los que buscarán recolectar los votos que les faltan para obtener la presidencia. Es bajo el riesgo de perder votos propios acordando con extraños: al fin y al cabo, son los "votos anti" los que definen un balotaje. 

El desmenuzado análisis de los datos del comicio general trazará la cartografía de la búsqueda del tesoro, aunque la matemática del resultado dejó un indicio: mientras que Massa sumó casi tres millones de votos más respecto a las PASO, Milei cosechó una cifra casi idéntica a la de las primarias. ¿El autopercibido libertario tiene un piso alto pero un techo sólido difícil de perforar? Es la incógnita que se terminará de despejar el 19 de noviembre.


 

Otras incógnitas, en tanto, comenzarán a despejarse desde hoy. Una de ellas es qué ocurrirá con Juntos por el Cambio. La derrota de Patricia Bullrich en las urnas amenaza con detonar la alianza entre el PRO y la UCR, y las esquirlas impactarían en el Congreso. Lo más probable es que cada partido decida armar su propio bloque legislativo, lo que fragmentará aún más un parlamento de por sí particionado por el resultado electoral. Mientras tanto, las distintas tribus atenderán sus opciones. Massa mantiene una larga relación con el titular de la UCR, Gerardo Morales, uno de los pocos radicales que se subió al escenario de la derrota. Ese vínculo se mantiene activo, pero seguirá bajo radar. Es probable que en la superficie asomen más coincidencias con el radicalismo porteño de Emiliano Yacobiti y Martín Lousteau, quienes ya trazaron el límite con Milei. 

El minarquista, por su parte, pasará la ambulancia por el PRO, con el visto bueno de Mauricio Macri y guiño expreso de Bullrich en el discurso de una derrota que no asumió como tal. De todos modos, el macrismo no parece ser un vergel electoral: el resultado de Bullrich dejó a la vista que la sociedad argentina mantiene fresca las letales implicancias del gobierno macrista.

El peronismo, en cambio, recuperó el semblante después de las primarias. La contundente reelección de Áxel Kicillof acalló ruidos internos con La Cámpora -que cuenta una decena de intendencias- e impulsó una remontada que se extendió a la obtención y recuperación de municipios que parecían perdidos. Los gobernadores del norte, que en las PASO “durmieron la siesta” -al decir de Massa-, aportaron cerca de un millón de votos extras a la cosecha nacional de UP. Vitaminas para la unidad, que puede sumar ahora otros anabólicos.


Como ocurrió antes de las PASO, Massa confrontará el sectarismo del brulote libertario con el llamado a un gobierno de “unidad nacional”. Es probable que el convite incluya a figuras del PRO como Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzó, con quienes Massa cultiva una añeja amistad. ¿Acaso los convocados harán pública su predilección por el candidato de UP? Es una jugada arriesgada que no se puede descartar. Al fin y al cabo, Massa en el último mes dejó en claro que audacia no le falta. Y tiene talento para operar en su favor sobre las circunstancia más hostiles, como una corrida cambiaria, la escalada de precios o un apriete del FMI. Esa condición de “fullero” que le reconoció Cristina Kirchner, y que en las encuestas previas aparecía como una característica negativa difícil de conjurar, se transformó en un elemento bien ponderado en un país plagado de urgencias.

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Adrián Murano

Nació en el barrio porteño de Villa Urquiza, en 1973. Egresado de la escuela de periodismo Taller Escuela Agencia (TEA), lleva 30 años desarrollando el oficio de periodista en radio, gráfica y tevé.
En radio trabajó en las radios América, La Red, Del Plata y Somos Radio, entre otras emisoras, donde cumplió tareas como productor, columnista y animador. En la actualidad conduce Verdades Afiladas, en el mediodía de El Destape Sin Fin, de Buenos Aires.

En televisión fue columnista político en las señales de noticias A24 y CN23, participó de ciclos periodísticos en la Televisión Pública, y condujo el programa de entrevistas Tenemos Que Hablar (#TQH).
Escribió sobre actualidad política y económica en Noticias, Veintitrés, Poder y Perfil, entre otros, donde cumplió tareas como cronista, redactor y editor.

En la última década ejerció la secretaría de Redacción en el diario cooperativo Tiempo Argentino. En la actualidad escribe y edita en El Destape.

Publicó los libros de investigación periodística Banqueros, los dueños del poder (Editorial Norma) y El Agitador, Alfredo de Angeli y la historia secreta de la rebelión chacarera (Editorial Planeta).