Pensar Brasil, la emergencia de Jair Bolsonaro y el nuevo modo de representación que ensaya Luiz Inácio Lula da Silva, en apariencia de "mayor moderación" que la que algunos analistas progresistas esperaban, debe interpretarse a la luz de los cambios estructurales de Brasil y en esta nota explicamos algunas claves. Las principales -sin pretensión de ser las únicas-, el impacto de la desindustrialización y la defraudación del Partido de los Trabajadores (PT) como alternativa de gobierno especialmente durante la gestión de Dilma Rouseff sobre la persistencia de discursos de ultra derecha y racistas potentes e históricos.
Comparaciones siempre discretas, la aparición de Javier Milei también debe ser interpretada a la luz de las transformaciones estructurales de la Argentina y la defraudación del actual gobierno del Frente de Todos (FdT) presidido por Alberto Fernández clivados sobre retazos de discursos de ultraderecha y racistas potentes y pre existentes.
En este sentido, la candidatura de Sergio Massa apoyada por Cristina Kirchner, debe leerse básicamente como resultado de esas transformaciones estructurales, la primarización de la economía argentina (la vuelta del FMI, tutela incluida) y la defraudación del gobierno del FdT, y no como el simple "deseo" de “correrse al centro o moderarse” de Cristina Fernández.
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En este sentido es posible encontrar paralelismos en el “giro al centro” de Cristina Kirchner mediante el apoyo a la candidatura de Sergio Massa, que responde también al patrón de transformaciones estructurales del país y el gobierno fallido del Frente de Todos, con un patrón similar al corrimiento de Lula y la aparición del "lulismo" en Brasil.
I ¿Por qué Lula giró al centro?
La política es economía concentrada
Lenin
Vamos a intentar desplegar algunos apuntes para un análisis cualitativo de la elección. Lamentablemente como sabemos, en los últimos años se produjo una fuerte desindustrialización del país vecino, que afectó notablemente el desarrollo de los Parques Industriales.
En este contexto de primarización económica y su secuela de desempleo, informalidad y carencias extremas crecientes, Lula perdió la centralidad electoral de los trabajadores industriales como soporte de su liderazgo. En definitiva, cambió la base electoral producto por transformaciones estructurales tras décadas de neoliberalismo y también de los límites de su segundo gobierno y los estragos del gobierno de Dilma Rousseff, que tuvo más que ver con el modelo neoliberal clásico que con una propuesta popular democrática.
Es ese cambio en el electorado lo que el politólogo brasileño André Singer, portavoz y secretario de prensa de Lula hasta 2006, ha denominado “lulismo” y lo define claramente.
El lulismo es una nueva síntesis de elementos conservadores y no conservadores. Por eso es tan contradictorio y difícil de entender. El lulismo valoró el mantenimiento del orden, lo cual tuvo resonancia en los sectores más pobres de la población. En este punto me interesa señalar que, en la formación social brasileña, hay un vasto subproletariado que no tiene cómo participar de la lucha de clases, a no ser en situaciones muy especiales y definidas. Así, lo que hizo el lulismo fue juntar esa valoración del orden con la idea de que un cambio es necesario. ¿Qué tipo de cambio? La reducción de la pobreza por medio de la incorporación del subproletariado; lo que yo denomino “ciudadanía laboral”.
De ese modo el lulismo propone transformaciones por medio de una acción del Estado, pero que encuentra resistencia del otro lado. Basta con prestar atención a los noticieros para ver cómo la lucha política está puesta todo el tiempo en las decisiones económicas. El lulismo propone cambios, pero sin radicalización, sin una confrontación extrema con el capital y, por lo tanto, preservando el orden. En ese sentido, es un fenómeno híbrido, que también incorpora a ese conservadurismo.
Por este motivo, sostener que Jair Bolsonaro y sobre todo el bolsonarismo social es hijo de las redes o fenómenos coyunturales, es una reducción típica de la patria consultora.
El liderazgo de Bolsonaro y su sostén social muy extendido, es el efecto de las transformaciones estructurales de la sociedad brasilera. La primarización como eje y complementariamente, la persistencia a lo largo de los años de una cultura de ultraderecha en parte extendida de la sociedad brasileña, a la que se agrega como impacto notable pero lateral, el fenómeno de redes.
Volviendo al tema central de esta nota que se basa en las transformaciones estructurales que dan fundamento a la nueva dinámica electoral, recordemos que la participación de la industria en el PBI de Brasil cayó del 46% en la década del 80 al 22,7% en 2015.
Indicadores de Desindustrialización
Como señalan Fernando Mattos y Bruno Fevereiro, la gráfica 1 revela que la participación de la industria de la transformación en el pib brasileño sufrió una intensa caída a mediados de los ochenta, después de haber crecido significativamente a lo largo del periodo 1940 a 1980, como resultado del esfuerzo industrializador hecho por la economía brasileña en aquel periodo. Sin embargo, la crisis de la deuda externa y el proceso de hiperinflación vividos por la economía brasileña pusieron fin a ese esfuerzo industrializador debido al agotamiento de la capacidad de financiamiento del Estado y los problemas asociados con la hiperinflación, como la falta de previsibilidad de los precios y la escasez de crédito de largo plazo, que interrumpieron los procesos de inversión en la industria.
La apertura comercial abrupta de los noventa, sin dotar a la actividad industrial de condiciones mínimas para enfrentar la competencia externa que se evidenciaba en aquel periodo, generó esa acelerada pérdida de participación del sector en el PBI. En los años siguientes, la manera en que la política económica fue conducida después de la exitosa transición monetaria promovida por el Plan Real, así como la concepción sobre las transformaciones promovidas por el plan de estabilización, acabó acentuando la pérdida de participación relativa del sector de la industria de la transformación en la renta nacional.
Gráfica 1. Participación de la industria de transformación en el pib, a precios básicos Fuente: : ibge (Brasil), elaboración propia. Nota metodológica: para 1947–1989, Sistema de Contas Nacionais Consolidadas. Obs.: Concepto utilizado para 1947–1989 al costo de los factores. Para 1990–1994, Sistema de Contas Nacionais Referência 1985. Para 1995–2010, Sistemas de Contas Nacionais Referência 2000. Para 2010–2012, resultados preliminares estimados a partir de Contas Nacionais Trimestrais Referência 2000. Obs: Concepto utilizado a partir de 1990, a precios básicos.
Como se mencionó en la primera sección, la pérdida de participación en la industria en general y en la manufacturera, en particular, en el empleo y la composición del valor agregado, son dos de los principales aspectos que constituyen la llamada desindustrialización. … Los datos oficiales de la evolución de la participación de la industria brasileña en el empleo y en el PIB revelan que Brasil está experimentando un proceso de desindustrialización.
No sorprende entonces estructuralmente que Lula pierda centralidad electoral sobre los menguados trabajadores industriales, se produzca un cambió su base electoral por la primarización e insistimos, los estragos del segundo gobierno de Dilma, cuyo paradigma fue el modelo neoliberal clásico, tanto que obligó a Gilberto Maringoni profesor de Relaciones Internacionales, un veterano periodista y militante de la izquierda brasileña.
“El ajuste dejó de ser una opción para el gobierno. Es su propia razón de ser. Si el ajuste termina, el gobierno cae. Por lo tanto, es muy remota la posibilidad de que Joaquim Levy sea despedido. No es una casualidad que toda la bancada petista lo aplaudió de pie en el encuentro del lunes16M. Ni el PMBD llegó a tanto. La contracción, los recortes, el brutal superávit y toda la catilinaria del neoliberalismo heavy metal – que Dilma acusó a Aécio Neves de querer implantar – llegó para quedarse. No es Dilma quien nos gobierna. Es el ajuste.”
Fue básicamente la combinación entre una coyuntura económica negativa que empezó en el año 2015, aun en el gobierno neoliberal de Dilma, la primarización estructural de la economía y una tradición ideológica de derecha racista que tiene una larga historia en el país, la que generó las condiciones para el surgimiento de Jair Bolsonaro y el bolsonarismo social y la consolidación del nuevo Lula y el lulismo.
Volviendo al tema eje de esta breve nota, sobre la desindustrialización de Brasil y la pérdida de predicamento del lulismo sobre los trabajadores industriales, según datos del año 2015 señalemos que:
- San Pablo cuenta con 458 distritos industriales, 168 condominios empresariales, 41 “arranjos productivos” (clusters), 3 polos industriales y 20 parques tecnológicos.
- En Río de Janeiro hay 10 distritos industriales, 12 condominios empresariales, 22 arranjos productivos” (clusters) y 2 polos industriales.
- Minas Gerais cuenta con 48 distritos industriales, 11 condominios empresariales y 33 “arranjos productivos” (clusters)
- Bahía tiene 14 distritos industriales, 18 condominios empresariales, 9 “arranjos productivos” (clusters) y 1 polo industrial
- En Goias hay alrededor de 60, en Rio Grande Do Sul 20 y en• Rio Grande Do Norte 6.
Como los datos no admiten opiniones o, mejor, las acotan mucho, veamos los resultados de Sao Paulo en las últimas elecciones, por lejos la gran capital industrial de Brasil y otrora bastión del PT y el Lula de los orígenes.
Así las cosas, el estado de São Paulo sigue siendo adicionalmente el colegio electoral brasileño más grande, con el 22,16% de todos los votantes.
Esto significa que uno de cada cinco electores del país vota en São Paulo donde Lula perdió categóricamente y tras Minas Gerais, con el 10,41% del total de votantes y Río de Janeiro, con el 8,2% regiones muy industrializadas.
Tal vez durante su gobierno Lula intente recuperar trabajosamente votos del proletariado industrial paulista defraudado, pero el lulismo va en busca de gobernanza sobre el sub proletariado residente masivo del noreste ultra pobre.
Es una estrategia muy comprensible, dada como dijimos, la dinámica electoral que impulsó la primarización económica y las frustraciones con el PT tras la experiencia de sus últimos gobiernos, en particular el de Dilma. Es ese el cambio más notable en el electorado y la arquitectura de la coalición que encabeza hoy Lula y denominamos «lulismo» y el que explica la hegemonía nordestina en la estrategia electoral de Lula y su llamado “corrimiento al centro”.
Esta nueva base electoral organizadora del lulismo no demanda (ni desea), como en las décadas de 1980 y 1990, una ruptura con el pasado o un cambio profundo.
Como plantea Giancarlo Summa:
El apoyo a Lula ya no se basa, como en las décadas de 1980 y 1990, en el deseo de una ruptura con el pasado o de un cambio profundo, sino en la expectativa de contar con un Estado lo suficientemente fuerte como para mejorar el nivel de vida de la población –y de los más pobres en primer lugar–, pero sin una radicalización política o una movilización de masas permanente que amenace el statu quo.
El lulismo devendrá así en una forma de reformismo débil y de conciliación permanente con las elites políticas y económicas tradicionales. Al optar por apostar todas sus fichas a la actividad gubernamental y a las constantes mediaciones, el pt se ha convertido en un partido dominado fundamentalmente por los parlamentarios y administradores, y por los burócratas que controlan los votos de los afiliados en las convenciones partidarias. Los movimientos sociales y los sindicatos, que eran el núcleo de la identidad del PT y el centro de los otrora animados debates internos, se han vuelto cada vez más secundarios.
Por este motivo es lógico que el lulismo gire a la “moderación” a punto de incorporar a la coalición electoral a sectores ultra conservadores.
El mapa electoral fue claro respecto al predominio nordestino.
Fue la defraudación con el gobierno de Dilma y la desindustrialización estructural galopante de Brasil que cambiaron de manera decisiva la dinámica electoral y explican la emergencia de Bolsonaro, pero también dejan su marca estructural en el actual gobierno de Lula y el lulismo.
En efecto, el llamado “lulismo” perdió la centralidad de los trabajadores industriales a punto que, insistimos, pierde las elecciones en San Pablo la capital industrial y, a contrario sensu, se hace más fuerte en el nordeste pobre sobre el segmento sub proletario.
Son entonces las transformaciones estructurales de la sociedad en especial la primarización y la precarización que supone, la que explican el lulismo, pero también la aparición y consolidación de Bolsonaro, que no es hija predominante del manejo de redes – recordemos que el triunfo de Bolsonaro en el año 2018 alguno de los analistas de aquella ocasión, lo atribuyeron a los grupos de WhatsApp –.
Bolsonaro tampoco se explica por la existencia de otros elementos coyunturales como los efectos del “discurso de odio”, que en rigor es consecuencia de la historia ideológica de la derecha brasilera, fuertemente segregacionista y de racismo extremo, combinada ahora con estas transformaciones estructurales que también impactan sobre los segmentos. medios, antiguos trabajadores industriales que ven crecer su malestar con la política tradicional.
Los daños estructurales del neoliberalismo fueron muy profundos y en muchos casos ya de larga duración y su reversión por el lulismo, y su coalición de centro moderado, no está para nada garantizada.
Como señalaba anticipatoriamente Alejandro Marcó del Pont:
La decisión de Lula de designar al conservador Geraldo Alckmin como candidato a vicepresidente constituye, según Breno Altman, una estrategia que apunta a reemplazar el debate izquierda/derecha por la discusión democracia/neofascismo, mismo debate que se da en Europa y, que, seguramente se dará en Argentina, donde la duda se encuentra del lado de la democracia. Aunque electoralmente conveniente, la incertidumbre sobre la posibilidad de lograr revertir las políticas neoliberales quizás sea el mayor interrogante.
Gobernar y reconstruir Brasil estragado por el neoliberalismo primarizador y con una coalición tan amplia como la que triunfara en las últimas elecciones, con la nueva y extendida base electoral sub proletaria como organizador central del apoyo al lulismo es complicado, y ya vemos las trabas que debe ir sorteando Lula día a día en su gobierno.
Un reto muy complejo, pues aún con las “demandas atenuadas” de la nueva columna vertebral sub proletaria del lulismo, en Brasil parece no haber lugar para nadie, ni los más carecientes, cuando sabemos que “o 1% mais rico no Brasil possui 49,3% da riqueza total” (5).
¿Este proceso de transformaciones estructurales y defraudación con el gobierno del FdT sobre una cultura de ultraderecha potente aplica a La Argentina? Veamos.
II ¿Por qué Cristina giró al centro?
Sabemos que el epicentro electoral de Javier Milei fueron los segmentos medios y medios bajos. Ese fenómeno tiene como soporte material las modificaciones estructurales recientes observadas en nuestro país desde el inicio de la tercera fase neoliberal iniciada en el año 2016, que supuso desindustrialización y además, el retorno de FMI para, entre otras cosas, modelar la política socioeconómica doméstica con sus tradicionales planes de ajuste. Veamos estas transformaciones en clave electoral.
Unión por la Patria perdió en las PASO de estas elecciones 2023 los segmentos medios bajos con ingresos en línea con el umbral de pobreza y los medios vulnerables que superan, pero no duplican el umbral de pobreza, la pérdida de votos en la base de la pirámide existe, pero es comparativamente menor.
También perdió votos Juntos por el Cambio en los segmentos medios bajos, medios vulnerables y altos, pero en una proporción menor (1 a 4) respecto a UP. Está muy claro que el gran aporte electoral a Javier Milei en la PASO lo dieron los segmentos medios bajos y medios vulnerables.
Indicadores de Desindustrialización
Así como en la base del “lulismo” se encuentra la desindustrialización notable de Brasil, estimamos que la modalidad de representación que hoy expresa Sergio Massa, tiene soporte en la primarización agropecuaria, que aumentó notablemente durante el gobierno de Mauricio Macri.
La industria, la construcción y el comercio perdieron peso en su participación sobre el valor agregado bruto de la economía respecto al peso del sector agropecuario, proceso de primarización que comenzó a revertirse en 2021, pero aún se mantiene muy lejos de los niveles del año 2012 y 2013 e incluso por debajo de los del año 2018. En promedio, la primarización del valor agregado de la economía empeoró un 19% durante el gobierno de Macri.
Esta primarización de la economía entre los años 2015 y 2023, se patentiza al observar la evolución de los sectores en ese lapso, y el crecimiento del sector vinculado a la ganadería en paralelo a la caída de la industria manufacturera y otros sectores.
La primarización tuvo su correlato, tanto en ingresos de la población cuanto en la estructura distributiva y finalmente también tuvo su impacto electoral, dando soporte material a la emergencia de fenómenos como LLA y el retroceso de UP.
Veamos esto un poco más de cerca.
Para imaginar la creciente crisis de ingresos familiares, mostramos como indicador, los datos del salario total, privado y público en el sector formal.
Dejamos de lado el sector informal y cuenta propia, sector muy expandido pero cuyos datos de ingresos son menos asertivos.
Circunscripto el universo de análisis de este trabajo, para el 8 de agosto el promedio del salario registrado público y privado bruto era de $298.706 según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo.
Aplicando los descuentos de ley, el salario registrado de bolsillo promedio alcanzaba el 8 de agosto a $248.000.
Por otra parte, durante julio de 2023, la variación mensual de la canasta básica alimentaria (CBA) de indigencia y de la canasta básica total (CBT) de pobreza, con respecto a junio de 2023, fue de 7,1%. Las variaciones de la CBA y de la CBT resultaron de 125,7% y 123,7%, en términos interanuales, y acumulan en el año incrementos de 66,2% y 63,2%, respectivamente.
La canasta de pobreza ascendía en Julio a $248.962 en tanto la canasta de indigencia en el mismo mes ascendió a $117.423 para un hogar metropolitano (tipo 2) de 4 miembros. Como se observa el promedio salarial registrado de bolsillo ya se ubica por debajo del umbral de la pobreza metropolitana, en tanto apenas duplica a la canasta de indigencia que señala la supervivencia calórica del hogar.
La evolución de los salarios, muestran el gran deterioro teniendo en cuenta de que entre los años 2016 y 2019 el salario real cayó en promedio un 20%, pérdida de salario real a la que debe adicionarse estas caídas del período comprendido entre los años 2019 y 2023.
Para observar una serie larga veamos la evolución entre los años 2015 y el estimado a octubre de 2023 del salario conformado por convenio.
Todos los salarios conformados de las actividades registradas caen abrupta y profundamente respecto a los salarios conformados del año 2015.
Estas carencias en materia de ingresos explican los notables cambios en la estructura distributiva, aún con tasas de desempleo relativamente bajas como la actual del 6,7%.
La pérdida de 8 puntos de participación de los trabajadores sobre el ingreso total generado es inédita en democracia.
Existen varios indicadores que retratan esta situación. En primer lugar, la abultada transferencia de ingresos del trabajo al capital que se cuantifica en 70 mil millones de dólares durante el gobierno del Frente de Todos y que asciende a 101 mil millones si se incorporan los resultados de la gestión de Macri.
En segundo lugar, la fuerte tendencia a la elevación de la rentabilidad de las grandes empresas oligopólicas y, en especial, las que detentan la estrategia de la conglomeración empresarial, en base a su capacidad de imponerse en la carrera de precios.
Así las cosas, el costo salarial cayó 18,6% entre los años 2016 y 2022 en un descenso menor de la productividad (-5,5%). Circunstancia que se acentuó con el actual Gobierno, cuando el costo salarial se reduce a 4,5% y la productividad crece 0,8%.
Al respecto Pablo Manzanelli economista de FLACSO indica “Dado que el salario es directamente proporcional al aumento de la participación de los trabajadores en el ingreso y la productividad es inversamente proporcional, ambos factores -por distintas circunstancias en cada etapa- determinaron la reducción en el peso relativo de los asalariados en el valor agregado, más aún en una fase de expansión económica como la del bienio 2021-2022”.
Dicho esto, y ante la defraudación que indujo el actual oficialismo y dan soporte a una estructura distributiva tan regresiva, la desindustrialización y la crisis de ingresos derivada que se muestra en los datos oficiales impresos sobre una histórica y persistente cultura de ultra derecha, sostenemos que la aparición de LLA y su soporte social extendido es hijo de las transformaciones estructurales de la sociedad argentina.
La defraudación, primarización y, complementariamente, la persistencia a lo largo de los años de una cultura de ultraderecha en parte extendida de la sociedad, que entre sus antecedentes muestra la reivindicación de la última dictadura que impregna el discurso “libertario” y a la que se agrega, como impacto notable pero lateral, el fenómeno de redes.
Analicemos ahora como evolucionó el voto de cada fuerza política mayoritaria, el domingo 13 de agosto del año 2023 en las PASO nacionales.
Para vincular el nivel y orientación del voto con la situación de ingresos del hogar, como indicador proxi, se desagrega la intensidad de voto a cada fuerza mayoritaria según el salario registrado promedio en los municipios, con datos del Ministerio de Desarrollo Productivo.
Como se observa, Juntos por el Cambio compite con LLA en los municipios de mayor nivel salarial, mientras pierde mucha presencia en los estratos de menores ingresos, donde toma ventaja ostensible UP, ventaja manifiesta tanto sobre LLA como por sobre Juntos por el Cambio.
La gran novedad se registra en los municipios poblados de salarios medios bajos y medios vulnerables, donde el dominio de LLA es notable, incluso sobre UP.
Se trata de segmentos medios empobrecidos o vulnerables, cuyos ingresos apenas alcanzan o no logran duplicar el valor de la LP para un hogar de 4 miembros, que se transformaron en el bastión electoral de la opción libertaria y donde se concentra el mayor nivel de fuga de electores de las dos grandes coaliciones, surgidas tras la crisis del año 2001.
La magnitud de la sangría de votos de las dos coaliciones tradicionales de la que se apropió LLA provenientes mayoritariamente de segmentos medios bajos y medios vulnerables, se observa con más claridad comparando en números absolutos las dos últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias.
La defraudación del gobierno del FdT se muestra evidente cuando analizamos lo ocurrido con sus electores entre la Paso del año 2019 y las del año 2023:
El Frente de Todos obtuvo el 11 de agosto de 2019 un total de 12 205 938, o el 47,78% de los votos. El domingo 13 de agosto, la ahora Unión por la Patria llegó a los 6.460.689 sufragios, sumados los votos de Sergio Massa y Juan Grabois, apenas poco más de la mitad de lo que consiguió cuatro años atrás, y la pérdida se dio en el mismo lapso en que el padrón electoral crecía de 33.841,837 electores a 35.394.425, esto es 1.552.428 millones de electores.
Por otra parte, se registra también una merma electoral notable en Juntos por el Cambio sobre segmentos altos, pero básicamente sobre segmentos medios y medios bajos. La coalición neoliberal pasa de 8.121.000 a 6.698.029 millones de electores entre las PASO de los años 2019 y 2023 sumados Bullrich y Larreta, con una pérdida de 1,422,971 votos.
La merma actual de Juntos por el Cambio, es tributaria ya no solo de la persistente memoria del trauma que provocara la gestión de Mauricio Macri, sino del efecto Milei, que se constituyó en opción principal para segmento de ingresos altos, pero y fundamentalmente, reiteramos, para segmentos medios vulnerables y medios bajos, constituidos en estas PASO en la fortaleza electoral de LLA.
Finalmente, UP registra una gran merma electoral producto central de la crisis de ingresos que se observa durante su gobierno, con epicentro ya no solo en los sectores de más bajos salarios, sino y fundamentalmente en los segmentos de salarios medios y medios bajos que se convierten así en el segmento de mayor aporte de electores a LLA.
Conclusiones provisorias
La defraudación con los gobiernos propios y el impacto de la desindustrialización inducida por el neoliberalismo, junto a la preexistencia de discursos de ultraderecha e incluso racista en las sociedades argentinas y brasileñas, parecen ser los componentes estructurales del denominado “giro al centro” tanto de Lula de Silva como de Cristina Kirchner.
Obviamente hay diversos factores que se sobreimprimen a estos dos aspectos estructurales y deberán ser analizados a la hora de explicar fenómenos tan complejos como el que se señala en esta nota: El surgimiento de opciones de ultraderecha y “giro al centro” de los populismos latinoamericanos en Argentina y Brasil.