Horacio Rodríguez Larreta desafió a Mauricio Macri en el lugar donde más le duele: la Ciudad de Buenos Aires, sede natal y refugio del PRO. La decisión del alcalde de separar las elecciones en territorio porteño tiene efectos múltiples, pero para el Jefe de Gobierno persigue un objetivo esencial: garantizar una candidatura presidencial que, en la oposición, es vista como un pase directo a la Casa Rosada.
La contienda se originó hace tiempo, cuando Macri comenzó a alentar postulaciones que erosionaron la condición de “candidato natural” que Larreta cultivó desde que puso un pie en la gestión de la Ciudad. Con sus propios contoneos proselitistas primero -finalmente descartados-, y guiños internos a Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, Macri limó el estatus de Larreta hasta ponerlo en la grilla de largada junto a compañeras que hasta hace poco lo miraban desde atrás. No es lo que pasa ahora: según los sondeos de opinión que a diario llegan a manos del alcalde, Bullrich se muestra competitiva en una interna y, en algunas, la exhiben en condiciones de ganar. Larreta está convencido de que eso pasó porque Macri le dio aire a la presidenta del PRO.
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Sobre eso discutieron varias veces, en cumbres públicas y privadas donde Macri se comprometió a morigerar el impulso de su pupila si, a cambio, Larreta aceptaba dejar al primo Jorge como número puesto en la Ciudad. El alcalde hizo un gesto en esa línea cuando incorporó al ex intendente de Vicente López a su gabinete, pero luego dejó correr las postulaciones de dos alfiles, los ministros Soledad Acuña y Fernán Quiróz. Macri replicó con la misma moneda, apuntalando a Bullrich con escuderos propios -desde el pendenciero Hernán Lombardi al banquero Enrique Cristofani-, y subiendo a Vidal la escena nacional.
La gota que rebalsó el vaso colmado de desconfianza fue la foto marplatense donde Larreta emulaba ser un “Beatle” junto a su enviado bonaerense Diego Santilli, y los radicales Gerardo Morales y Martín Lousteau. A Macri no le desagradó la foto -de dudoso gusto-, sino lo que supo que había detrás: un pacto para que Lousteau fuera un candidato “competitivo” en la Ciudad, en desmedro del primo Jorge, a quien Macri imagina como un garante del esquema de poder y negocios que desde hace 16 años rige en CABA.
El primo Jorge es un vértice de la jugada a tres bandas que Larreta soltó con la separación de los comicios. Una carambola que involucra a las candidaturas de CABA, las postulaciones nacionales y hasta la interna de Boca, donde Macri diseña una coalición “anti Riquelme” con peronistas y radicales íntimamente ligados a la batalla porteña, donde no solo está en juego la gobernación. También se pone en recambio media legislatura, vital para la gestión.
Larreta arguye en favor de su movida que el desdoblamiento de los comicios impide que Javier Milei -favorito a la presidencia en suelo porteño- arrastre votos hacia sus candidatos porteños, alterando números y pactos de convivencia afincados en la Ciudad. Fue precisamente uno de los posibles postulantes libertarios afectados por la movida, Ramiro Marra, quien aportó un detalle adicional: “¿Qué pasó @GugaLusto -identidad digital de Lousteau-? En 2015 denunciaste que el sistema de voto con boleta electrónica era altamente falsificable, pero ahora lo pedís para sacar algo de votos”.
El tuit del legislador tiene embebido un video donde, en efecto, se ve a Lousteau sugerir que podría haber sido víctima de fraude en la elección electrónica que Larreta le ganó para Jefe de Gobierno. Investigaciones judiciales y técnicas posteriores demostraron, de hecho, la falibilidad del voto electrónico y la facilidad con la que se puede manipular.
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Lousteau aparece como uno de los beneficiados por la decisión de Larreta al sacar de la boleta el lastre de un candidato presidencial radical. Pero el beneficio sería aún mayor si Larreta mantiene a sus candidatos y divide el voto entre tres postulantes del PRO. La baja de sus postulantes es una de las ofrendas que Larreta tiene en gateras para recomponer el vínculo con Macri. La otra es evitar que prospere una presentación judicial contra la candidatura del primo Jorge, quien desarrolló toda su vida personal y política del otro lado de General Paz. La demanda, ya escrita, recuerda el caso de Adrián Pérez, el ex ladero de Elisa Carrió que quiso ser candidato en 2010 y que quedó en la banquina por no contar con los cinco años de residencia que exige la ley.
En aquel momento, jueces cercanos al operador macrista y ex presidente de Boca, Daniel Angélici, reprobaron la candidatura con argumentos que se replican en la demanda contra la postulación del primo Jorge. En el larretismo dicen desconocer el texto de la presentación judicial, aunque admiten que la exclusión del primo Jorge sería una avanzada sin posible marcha atrás. Porque la separación de elecciones no es divorcio, aún. “Si Mauricio quiere que Jorge sea el único candidato en CABA tendría que respaldar a Horacio como candidato único en nación. Y fin del asunto” resume un operador de Larreta. La pelota quedó del lado de Macri, que se debate entre una respuesta política o el impulso calabrés. En las próximas horas se sabrá si tiende puentes hacia un armisticio o, como parece, se inclina por la vendetta. Larreta sabe en carne propia que, en ese caso, el vuelto no será en caramelos.