Este sábado 21 de septiembre se celebra en Argentina el día del estudiante en conmemoración a Domingo Faustino Sarmiento. Un día como hoy, 10 años después de su fallecimiento en Paraguay, sus restos fueron repatriados. Esta fecha, que coincide con el inicio de la primavera, suele ser una jornada de festejo y alegría, pero este año está teñida de desesperanza.
Esta celebración está íntimamente ligada al sector universitario ya que fue Salvador Debenedetti, Presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, quien propuso que se declarara al 21 de septiembre como “día del estudiante” en recuerdo del regreso del cuerpo de Sarmiento al país. La iniciativa fue rápidamente aprobada y desde 1902 está vigente.
Cuando los estudiantes colmen los parques para realizar su tradicional picnic, es una buena oportunidad para que reflexionen sobre la situación que está atravesando actualmente el sistema educativo. La educación es un derecho de los ciudadanos que el Estado tiene la obligación de hacer cumplir, pero vemos como algunos pretenden desconocer esa obligación, tanto es así que el Gobierno de Javier Milei ya ha amenazado con vetar la Ley de Financiamiento Universitario que el Senado aprobó el jueves pasado.
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Esa norma declaraba la emergencia presupuestaria del sistema universitario nacional y establecía la actualización por inflación del presupuesto de las universidades nacionales con retroactividad al 1° de diciembre del año pasado. Los recursos se repartirían entre las 60 casas de altos estudios en función del número de estudiantes, las carreras ofrecidas, la cantidad de egresados, los hospitales y escuelas secundarias que posean a su cargo y la actividad científica, tecnológica y de extensión que lleven a cabo. La ley también establecía una auditoría sobre el manejo de los fondos a cargo de la Auditoría General de la Nación (AGN) para asegurar la transparencia en ese aspecto.
La norma aprobada por el Congreso era el salvavidas que las universidades están necesitando en este momento en que se encuentran faltas de recursos. El costo para las arcas del Estado es de tan solo el 0,14% del producto bruto interno. A pesar de este mínimo impacto en el presupuesto nacional, se vetará la ley en pos del anhelado equilibrio fiscal.
Nos merecemos una educación pública de calidad en todos sus niveles, principalmente por los miles de chicos y chicas que necesitan de ella para progresar en la vida, tanto a nivel personal como profesional. No debemos olvidar que garantizar el acceso al sistema educativo es el primer paso para construir un país con igualdad de oportunidades, dotando a las nuevas generaciones con las herramientas necesarias para forjar su futuro.
Los fondos destinados a las escuelas, institutos, universidades y cualquier otro establecimiento educativo están lejos de ser un gasto, son una inversión que se recuperará con creces en el mediano y largo plazo. Los niños y niñas de hoy son los adultos del mañana que harán crecer el PBI y pondrán a la Argentina de pie. Por el contrario, si decidimos recortar en educación, nos vamos a comprar un problema muy grande a futuro cuando veamos que tenemos menos profesionales que aporten a la economía nacional.
Tenemos que defender el valor de la educación pública que tanto nos costó construir, tan sólo por citar un caso, la UBA está todos los años en lo más alto de los rankings mundiales de universidades. En lugar de desfinanciar, debemos seguir apostando por el sistema educativo y lograr lo mismo que conseguimos con la Universidad de Buenos Aires a las demás instituciones, tanto a nivel preescolar, primario, secundario, terciario y universitario.
Espero que los estudiantes tengan un feliz día y, tanto ellos como los políticos y la sociedad en su conjunto, se tomen un momento para reflexionar lo que está sucediendo con la educación pública.