El Frente de Todos perdió las elecciones primarias por una razón central que nadie, ni dentro del Frente ni a ambos lados de la grieta, discute: por la economía. ¿Qué significa exactamente “por la economía”? Ni más ni menos que el resultado de la doble pandemia, primero la interminable crisis de 2018-19 y luego su continuidad a causa del Covid-19. En conjunto fueron cuatro años de caída constante del poder adquisitivo del salario con una intensidad inédita. El parate de la pandemia agregó un componente adicional: la crisis fue mucho más intensa para los sectores más informales. No se repetirán aquí los números repasados hasta el hartazgo, pero en la Argentina de 2021 --con prescindencia de culpas y causas-- hay más pobres que nunca. Difícilmente la porción menos politizada de esa inmensa población que hoy es pobre, sea desde siempre o recién llegada, sienta gran simpatía por cualquier oficialismo.
Sin embargo, las primarias deben leerse bien. Juntos por el Cambio mantuvo intacto su caudal de 2019. El Frente de Todos, en cambio, perdió casi 18 puntos, un verdadero cachetazo electoral. Desde la burbuja capitalina se sobredimensionaron algunos fenómenos. El primero, el de la ultraderecha fascista. Debe entenderse que el voto a Javier Milei, un despotricador serial contra “la casta política”, no fue la expresión de un giro ideológico sino pura bronca apolítica. Milei era el que insultaba a todos, a diestra y siniestra. El segundo fenómeno sobreestimado fue el voto a la izquierda trotskista, una corriente que hace rato se olvidó de la lucha de clases y que compró sin beneficio de inventario la agenda pseudo ambientalista impulsada en la periferia por las ONGs vinculadas al Departamento de Estado o financiadas por los partidos verdes europeos. ¿Alguien cree, por ejemplo, que el 25 por ciento que obtuvo el trotskismo en Jujuy indica que la provincia de Gerardo Morales se encuentra en una situación pre revolucionaria? Otra vez, lo que se encuentra allí es mucho voto bronca de quienes en 2019 optaron por el Frente de Todos. Finalmente están quienes simplemente no fueron a votar, votaron en blanco o impugnaron.
El castigó electoral al Frente de Todos tuvo una causa preponderante, los electores esperaban que la caída iniciada en 2018 se detenga. Racionalmente se puede argumentar la interferencia del cisne negro de la pandemia, pero los enojados no discriminaron las causas. Con los resultados en la mano, quien escribe puede decir lo mismo que decía al menos desde junio pasado, cuando ya era evidente el ajuste impulsado desde el Ministerio de Economía, que no aumentar el Gasto significaría perder las elecciones (https://www.eldiplo.org/notas-web/aumentar-el-gasto-o-perder-las-elecciones__trashed/). La convicción de que se necesitaba expandir el Gasto no era una ocurrencia teórica individual, sino también una convicción de buena parte del gobierno. Las propuestas internas fueron múltiples y avanzadas en sus detalles. Una de ellas motivó incluso una falla profesional, como esta nota publicada en El Destape el pasado 30 de mayo (https://www.eldestapeweb.com/economia/alberto-fernandez/exclusivo-el-gobierno-prepara-una-inyeccion-de-450-mil-millones-20215300530) y cuyo contenido fue retractado por las fuentes cuando el artículo ya había sido enviado y publicado. El texto señalaba que el gobierno impulsaría una expansión el gasto por alrededor de 1 (uno) punto del PIB. Actualmente, tras el terremoto de las PASO, al interior del área económica volvió a debatirse durante toda la semana un plan muy similar al que reflejaba la nota de mayo. Quienes entonces decían que no, ahora dicen que sí, aunque sigan mochando partidas con el lápiz rojo en la mano. En mayo no se podía por las restricciones económicas, en septiembre parece que sí. En el medio se perdió de vista lo más importante en 2021 era consolidar la hegemonía política del Frente de Todos.
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Nótese nuevamente que el impulso de Gasto que se proponía era solamente de alrededor de un punto del PIB, es decir, no se pretendía que el gobierno abrace la “Teoría de la moneda moderna” en un país periférico y desdeñe la restricción externa, es decir la escasez relativa de dólares, sino que se buscaba apenas un leve impulso de la demanda por abajo. En términos convencionales, no se proponía un desdén por los déficits, sino aprovechar que los mayores precios internacionales habían generado un mayor ingreso por exportaciones, panorama que aliviaba el frente externo. Impulsar la actividad en el margen no era ninguna locura.
Si algo tuvo de positivo el terremoto post electoral fue que regresó el debate económico a su centro: el gobierno necesita expandir el Gasto para atender las demandas de los más desfavorecidos por la caída acumulada del producto durante los últimos cuatro años, lo que es lo mismo que decir atender las demandas de su base electoral de 2019.
El problema, debe decirse que nada desdeñable, es que cuando se expande el Gasto crece la actividad económica y, con ella, las importaciones más rápido que las exportaciones. Si el proceso continúa los dólares se agotan. Si los dólares se agotan la moneda se devalúa, aumenta la inflación, caen los ingresos y se vuelve a entrar en recesión. Lo descripto son los muy transitados ciclos estructurales locales de “parar y arrancar” agravados en el presente por el mega endeudamiento legado por el macrismo.
En el largo plazo, entonces, el problema solamente se resuelve con desarrollo, es decir transformando la estructura productiva para aumentar las exportaciones y sustituir importaciones. Dicho de manera rápida: con las divisas del agro pampeano no alcanza. Se necesita profundizar el desarrollo de otros sectores proveedores de divisas: los hidrocarburos, la minería, la industria del litio, las carnes porcinas, etc. Nótese que si hay un área del gobierno que trabajo en esta dirección fue el Ministerio de desarrollo productivo, lo que vuelve sorprendente que el nombre de su titular haya estado en la lista de los potenciales reemplazos. El rencor selectivo es mal consejero.
La necesidad de romper con los ciclos de estancamiento también destaca que ya no puede haber lugar en el Frente gobernante para los simpatizantes del “consenso antiexportador” actualmente sintetizado por el prohibicionismo del falso ambientalismo, ese que se opone activa y selectivamente a todas las actividades generadoras de divisas y que es profusamente difundido nada menos que por los medios de comunicación estatales, otro “asombro de tiempos asombrosos”. Es indispensable que los funcionarios de todas las áreas de la administración conozcan el funcionamiento básico de la macroeconomía y de los procesos productivos para no dejarse llevar por el “buenismo” de las agendas falsas.
Lo expuesto, sin embargo, está lejos de agotar el debate. Esta semana la Vicepresidenta sostuvo la necesidad de frenar el ajuste y expandir el Gasto siguiendo el margen habilitado por los números del Presupuesto 2021. La visión del Ministerio de Economía llegó por la voz del actual titular de la consultora PxQ, Emmanuel Álvarez Agis, quien ya había negado la existencia de un ajuste y la imposibilidad de expandir el gasto si no se obtienen dólares adicionales vía acuerdo con el FMI en este texto: https://www.eldiplo.org/notas-web/conseguir-dolares-o-complicar-las-elecciones-respuesta-a-claudio-scaletta/, un debate del pasado mes de junio que sigue tan caliente como entonces y al que también aportó el economista e investigador Fabián Amico aquí: https://www.eldiplo.org/notas-web/como-impulsar-el-crecimiento-respuesta-a-alvarez-agis/
La síntesis provisoria del presente vuelve a reducirse a unos pocos componentes. 1) No puede haber expansión del Gasto si no se cuenta con los dólares necesarios porque el riesgo de la inestabilidad macroeconómica existe, es decir el riesgo de que el dólar se dispare dado el bajo nivel de las reservas internacionales disponibles es bien real. 2) Al mismo tiempo no está claro si gastar un punto del PIB significa necesariamente generar una sobrepresión sobre el tipo de cambio. 3) Es evidente que contar con dólares adicionales relajaría el comportamiento de la macroeconomía. 4) Esos dólares podrían venir de la toma de deuda si se consigue algún arreglo con el FMI, deuda que podría tomarse con el propio Fondo, con China e incluso hasta con privados. 5) Se necesita con urgencia comenzar a estudiar nuevas vías financieras para relajar la restricción externa en la transición hacia el aumento de las exportaciones, otros países de la región lo consiguieron. 6) Debe saludarse que el eje del debate económico regrese a los problemas reales.