"Hay hombres que de su ciencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sabios de todas menas,
Mas digo sin ser muy ducho
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas buenas"
José Hernández,
La vuelta de Martín Fierro
Hace algunos días conocimos una propuesta pública para solucionar la depredación llevada adelante por la empresa Vicentin en “equipo” con el Banco Nación durante el gobierno de Mauricio Macri. A trazo grueso la idea propuesta es convertir lo que queda de Vicentin en una empresa pública, es decir que en algún sentido la estructura pase a ser “de todos los argentinos” a cambio de la deuda que la empresa tiene con el Banco Nación (es decir con todos los argentinos). No menor es la situación de lxs 4.000 trabajadorxs cuyas actividades es indispensable preservar.
Lo cierto es que la empresa Vicentin entró en cesación de pagos a fines del año pasado, su principal acreedor es el Banco de la Nación Argentina. ¡El 80% de su deuda es con el BNA! Enseñan en los cursos de finanzas ortodoxas que las empresas tienen dos tipos de “dueños”, los que cobran en forma “residual” (los accionistas) y los que tienen un derecho “duro” cuyo cobro antecede a los propietarios (los acreedores). Por lo tanto ¿de quién debería ser a esta altura Vicentin? Por supuesto que una cosa es la teoría financiera y otra los marcos legales, y aquí hoy opera la ley de quiebras y por lo tanto existe en curso un concurso de acreedores. Por supuesto que la acreencia del BNA no es el único pasivo, pero si el mas abultado.
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La derecha, su inteligentzzia, su discurso público en los medios, pero sobre todo sus lideres trata de imponer la idea de Estado bobo. La incapacidad del sector público frente a la eficiencia, creatividad y sabiduría del sector privado. Será este un caso testigo, o manejado por bobos o por vivos.
Claro, a principios de 2017 Macri puso al frente del Banco Nación a uno de los principales exponentes mediáticos de los argumentos a favor de la “economía de mercado” y la “eficiencia económica”. Se venía el estado inteligente, mínimo, que no interfería en las libertades de los ciudadanos. El encargado del cambio en el Banco Nación fue ni mas ni menos que Gonzales Fraga, quien Carrió denunciara por lavado de dinero en su relación comercial con Gaith Faraon. Quién ocupara dos veces la presidencia del Banco Central para Menem y acompañara como candidato a vicepresidente a Ricardo Alfonsín en 2011.
Gonzales Fraga fue quien con mas claridad explicitó el plan de Macri y su equipo: pulverizar el salario real de lxs argentinxs. Sin pelos en la lengua expresó que “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso fue una ilusión, eso no era normal (...) por supuesto que era bueno pero no normal, no era sostenible”.
Si de ilusiones se trata, el inefable Gonzales Fraga no las elude. Fue uno de los principales cacareadores de la opera en cuatro movimientos “Se vienen las inversiones” con frases celebres “La operación quirúrgica ya terminó” “La economía va a terminar de arrancar en el segundo trimestre” “En el campo hay entusiasmo sin champán” y la remake en versión propia de “Donde tengo el campo ofrecían $500, vino y choripanes para la marcha”. Como puede apreciarse, tiene frases para hacer dulce de leche. (TODAS TEXTUALES). Alguien podría decir, ¿a quién le importa lo que dijo Gonzales Fraga? En rigor no debería ser relevante ya que la realidad ha hecho notables esfuerzos por contradecir sus perspectivas, tanto económicas como políticas. Para muestra, un reportaje que le concediera al diario La Nación en agosto de 2000 finalizaba “En el plano nacional, González Fraga vislumbra un futuro promisorio para las pequeñas y medianas empresas. `Hubo un enorme proceso de selección entre las Pyme en estos años, y están surgiendo nuevas, que son competitivas de arranque´, afirmó”. Un visionario.
En el caso Vicentin, importan poco las abstrusas explicaciones pretendidamente técnicas que quieran darse respecto a lo ocurrido durante la “odisea del cambio”. Los préstamos son incobrables y exeden holgadamente las garantías con las que cuenta el Banco Nación. Así que, por vivo o por bobo (o por alguna combinación de ambos) Gonzales Fraga es responsable del daño patrimonial producido al Estado Nacional. Siguiendo la relación entre fechas de préstamos y cronogramas electorales parecería que no primó el candor en estas operaciones finacieras.
Estamos sin duda ante uno de los mecanismos de lo que David Harvey ha denominado Acumulación por Desposesión. Un privado se apropia de beneficios que se generan en el “espacio” público. Vicentín no solo abusó del Banco Nación (mediante la venalidad o inutilidad de su Presidente), sino que también está sospechado de utilizar dichos fondos para triangular exportaciones con el objetivo de burlar la Legislación Argentina. Es decir ha sido una máquina de socialización de sus costos. Y ninguna cuestión técnica puede desconocer que no se le exigió a la empresa que al menos adecuara las garantías a las nuevas situaciones. De haber obrado legalmente otra sería la situación del Banco Nación, es decir del Estado Argentino, frente a su deudor. Desde la conducción del Banco se administró fraudulentamente la situación.
Y aún queda sin evaluar el impacto de la maniobra de Vicentin en el sector no bancario, ya que por las prácticas comerciales y la posición dominante de la que abusaba la empresa hay información en Rosario respecto a que la firma seguía tomando cereal de pequeños productories y organizaciones ya habiendo decidido no pagar. Las operaciones de recepción en cuestión habrían sido realizadas durante el mes de noviembre, mientras que la cesación de pagos fue el 5 de diciembre.
Por lo tanto es dable esperar se avance en políticas de puesta en valor de una empresa con un sentido nacional y estatal. Si la deuda fuera con cualquier banco privado nadie se agraviaría por ningún esquema de puesta en valor. Ninguno. Incluido la posibilidad de administración por dicho banco o alguna organización mas o menos “propia”.
Si el sector privado se apropia de la empresa dentro del concurso de acreedores volverá a ser un hecho de acumulación por desposesión, ya que algún gran jugador del “mercado” será el que vendrá por la firma en un esquema de pérdida de valor de los acreedores. No hay que olvidar que el 80% de su deuda es con BNA que sería el gran perjudicado. Entonces el Estado perderá por segunda vez. Esto no solo causará un perjuicio en la misma operación de “compra”, tendrá también graves consecuencias dinámicas ya que consolidará posiciones dominantes en una actividad de por si oligopólica. Que algún actor privado se quedara con la firma, dadas las acreencias del BNA sería una “privatizacion encubierta” en la cual solo se perjudicaría al conjunto de lxs argentinxs.
En un sector tan estratégico para el país avanzar con dicha “privatizacion encubierta” sería dejar nuestra posibilidad de desarrollo en manos del “mercado”. Con las “experiencias” Menem, De la Rúa, Macri ya conocemos los resultados de la teoría del derrame y la sequía que convive con las “lluvias de inversiones”. A nadie escapa la importancia que tiene el sector sobre nuestra economía y en particular sobre la odiosa restriccion externa.
Contar con una empresa pública de envergadura en esta actividad permitirá ordenar toda la cadena de valor y mejorar la posición nacional en el mercado externo. Mediante esta herramienta Argentina podrá tener estrategias y políticas propias no condicionadas por los grandes jugadores internacionales, fortalecer a los productores nacionales y a todas las actividades conexas.
En definitiva que el Estado pueda tener una empresa como Viventin en una actividad tan importante para lxs 40 millones de argentinxs es similar a la propia existencia del Banco Nación. Ningún “competidor” privado tiene argumentos para que no exista mayor competencia en el sector. La deuda de Vicentín con el Banco Nación está documentada. Nadie como el Estado puede asumir compromisos creibles y cumplibles con los restantes aceredores actuales de Vicentin. Desde el punto de vista técnico contamos con el INTA, una organización de gran prestigio, que viene acumulando conocimiento y formando cuadros de altísimo saber para nutrir la nueva empresa pública. Argentina tiene en el sector agropecuario uno de sus principales motores. Es momento para que esa generación de valor forme parte de un proyecto inclusivo y dinámico fuente de crecimiento e igualdad.