La masiva manifestación del 17 de octubre fue a la vez respuesta y apelación. La réplica estuvo dirigida a una zoncera con buena prensa: que el peronismo y los sectores populares habían perdido la calle en manos de la élite económica y groupies aspiracionales. Las multitudinarias caravanas a lo largo y ancho del país diluyeron la ilusión óptica que los medios del sistema fogonearon como provocación.
Es cierto, sin embargo, que se precisaba de una demostración contundente para que los propios no perdieran la fe. Punto entonces para Hugo Moyano, que insistió con la caravana frente al 17 virtual que ideó Héctor Daer: de no haber sido por la expresión callejera, el acto virtual hubiera fundido a meme cuando la plataforma colapsó.
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"Vamos a ser recordados como los gobernantes de la pandemia" dijo el presidente Alberto Fernández en su discurso. Y tiene razón. Por lo tanto, mal podía promover -al menos de modo explícito- una movilización que contradijera el objetivo primario de cuidar a la población. Pero que no la impulsara no implica que la desaproveche: la formidable muestra de respaldo de su base electoral sirve de impulso para que el gobierno retome la iniciativa de una agenda de gestión tomada por las urgencias.
En ese aspecto, la marcha fue una bocanada de oxígeno para el oficialismo y una barrera natural contra los ensoñaciones golpistas de la derecha. Pero también la ratificación del mandato popular que hace casi un año propició el triunfo electoral.
El reencuentro del gobierno con quienes lo votaron llegó en el momento justo. El oficialismo precisaba recalibrar el GPS, hackeado por la doble pandemia del Coronavirus y el desastre económico heredado del macrismo. Las carencias, sumado al aislamiento obligado por la pandemia, empujó al presidente a la política de palacio, donde se amasan los acuerdos de cúpula, pero se pierde la sintonía fina con la vida real.
Con la marcha, la lengua popular verbalizó lo que necesita, además de dinero y salud: un proyecto transformador, claro y contundente que garantice el “nunca más” al neoliberalismo depredador que en cada turno se carga a una generación de argentinos. El 17 de octubre quedó claro que hay pueblo dispuesto a dar esa batalla.
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