17 de octubre: ¡Es San Perón!

Día de la Lealtad: Historia y análisis para interpretar el presente, valorar cuánto hemos avanzado o retrocedido y avizorar el futuro posible.

16 de octubre, 2022 | 23.18

La Historia nos brinda siempre una oportunidad para interpretar el presente, valorar cuánto hemos avanzado o retrocedido, ganado o perdido y, fundamentalmente, nos dota de herramientas para avizorar sino predecir un futuro probable, aunque no inexorable, ya que todo en política está dentro del campo de lo posible.

Una mística perdida

La pueblada sin precedentes de 1945, un 17 de octubre, en que cambió todo -sino para siempre, al menos hasta el presente- en la Argentina, se convirtió en una marca indeleble y año a año -salvo en los tiempos más cruentos en dictaduras- ha sido recordado y celebrado como el “Día de la Lealtad” peronista, trascendiendo incluso a esa identidad ideológica.

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El testimonio de aquella epopeya que diera Raúl Scalabrini Ortiz, se materializó en un relato sin par que conjuga un hondo sentido poético-emotivo con un análisis social y político impecable. Qué mejor, entonces, que hacer una cita sucinta de aquel texto para ubicar al lector en ese tiempo y espacio.

“Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábitos de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de brea y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rostros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. Descendientes de meridionales europeos iban junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. (…)

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y averías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora.

Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por la misma verdad que una sola palabra traducía.

En las cosas humanas el número tiene una grandeza particular por sí mismo. En ese fenómeno majestuoso a que asistía, el hombre aislado es nadie, apenas algo más que un aterido grano de sombra que a sí mismo se sostiene y que el impalpable viento de las horas desparrama. Pero la multitud tiene un cuerpo y un ademán de siglos. Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río.”

A esa simbología mitológica, emblemática e identitaria, allá por 1949 en la celebración que de esa fecha se hiciera en la Plaza de Mayo se añadió otra al cierre de la multitudinaria concentración. Habían hablado Espejo (Secretario General de la CGT), Evita y, finalmente, Perón que había hecho una elogiosa referencia al Coronel Domingo Mercante (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires), fue cuando apelando a esa capacidad suya de interlocución e interpelación al Pueblo, como lo hiciera desde el balcón de la Casa Rosada en 1945 preguntó: “¿Están conformes …”.

La respuesta popular no se hizo esperar, exclamando los manifestantes: “La vida por Perón”, para seguidamente reclamar: “Mañana es San Perón. Que trabaje el patrón”. Y de inmediato el Presidente y líder popular anunció que en la jornada siguiente no se trabajaba; reclamo y respuesta que se repitieron como una liturgia pagana en los siguientes años hasta el derrocamiento de su gobierno, instaurándose como una suerte de feriado nacional acatado sin excepción.

No se trató de una mera concesión populista, sino de un reconocimiento a ese Pueblo que rescató y acompañó a Juan D. Perón.

Primero, en 1945, al liberarlo de la cárcel -y salvarle la vida, que corría serio peligro- y que los sectores oligárquicos entendían que “merecía”, por haber hecho emerger un nuevo sujeto histórico en la política nacional, la Clase Trabajadora y su expresión colectiva más descollante, el Sindicalismo.

Después, en los años siguientes, respaldando la enorme obra de gobierno que llevara a cabo junto a Evita y que se plasmó en impensables transformaciones revolucionarias.

¿Y dónde está la CGT?

Un clásico en la mitología y acción peronista, han sido las movilizaciones convocadas por la CGT a todas las plazas del país y, principalmente, a la Plaza de Mayo, donde retumbaban los bombos cada 17 de octubre evocando aquella jornada de 1945.

Hoy, y ya desde hace tiempo, una parte del sindicalismo apoltronado en la conducción de esa Central, guarda prudente y creciente distancia de las bases obreras, rehuyendo un convite masivo por temor al “descontrol”. No al que pudiera afectar la paz social, sino al que pudiera resultar de la manifestación del descontento -o, incluso, del repudio- hacia una dirigencia que se muestra más proclive al quietismo que a la confrontación con el empresariado, ya fuera a través de negociaciones potentes y solidarias o del conflicto abierto para fortalecer su capacidad negocial.

Este año, justamente este año, en que tanto sufrimiento popular viene causando la desaprensiva conducta del gran empresariado, en particular de los formadores de precios en alimentos y otros bienes de primera necesidad, la Confederación General del Trabajo se recluye en una reunión a puertas cerradas en un Club (Obras Sanitarias) y reservada a una selectiva concurrencia.

El propósito del conciliábulo cegetista sería, según ha trascendido, discutir sobre las exigencias y eventuales nominaciones de representantes gremiales para las listas de candidatos en las elecciones del 2023. La inquietud sindical no es en sí misma cuestionable, como tampoco que se pretenda una mayor participación política de un actor omnipresente en el amplio espectro del Movimiento Peronista.

Lo que sí llama la atención, así como ofrece serios reparos, es la ocasión y la modalidad críptica -hasta furtiva- elegida para pegar el “faltazo” de dirigentes y sus gremios al epicentro celebratorio y, por tradición, el lugar en donde se vierten proclamas, demandas y denuncias en defensa de los derechos e intereses del Pueblo trabajador. En suma, el borre ostensible de la principal e histórica Central otro 17 octubre.

En cierta medida guarda relación con las quejas que esa misma dirigencia hizo saber, en “off” mayormente como suele preferir, por la inconsulta designación de quien remplazara al Ministro de Trabajo saliente. La dimisión de Moroni era esperada y deseada por buena parte del sindicalismo, la dirigencia política y la militancia del Frente de Todos; a excepción de los que recurrentemente se inclinan por la desmovilización, privilegiando un lobbismo en el cual con frecuencia se confunden los intereses personales con los gremiales que se enuncian como su objetivo.

Tampoco en este caso deja de ser legítimo pretender algún nivel de incidencia en el relevo de la Cartera Laboral, aunque también tanto o más razonable sería aspirar a que resoluciones de esta índole cuenten con la participación de los principales socios del Frente, los que aportaron el caudal electoral y siguen reuniendo esa aptitud. Lo que no se registró, sin que esta situación preocupante por el desgaste actual del Gobierno provoque similar disgusto.

La solidaridad obrera … te la debo

Hace bastante que se producen, y reproducen con una matriz común, operaciones antisindicales que buscan viciosamente convertir medidas de acción gremial en “delitos” para que sean juzgados como tales, contando con la favorable disponibilidad de jueces y fiscales del Fuero Penal que invaden las competencias propias de los tribunales del trabajo en conflictos típicamente laborales, cualquiera fuese la legalidad o no que -desde la perspectiva del Derecho del Trabajo- finalmente pudiera asignárseles.

Una asociación que transita en un difuso margen de la “licitud”, el Movimiento Empresarial Antibloqueo (MEAB) ligado a Patricia Bullrich y a Florencia Arietto, viene cobrando protagonismo estelar en la operatoria antes comentada, en clara violación de la libertad sindical y de garantías básicas de derechos humanos laborales fundamentales.

Si bien algunos episodios han obtenido mayor visibilidad, por los sindicatos hostigados (Camioneros y ATILRA -lecheros-), son muchos más y en diferentes puntos del país los que sufren este tipo de maniobras en las que demandas, reivindicaciones y planteos gremiales se presentan como figuras penales (extorsión, turbación de la posesión, usurpación, restricción a la libre circulación de personas o vehículos, coacción contraria a la libertad de trabajar). Sus consecuencias no se limitan a despidos discriminatorios con el consiguiente efecto inhibidor de reclamos por parte de trabajadoras y trabajadores, sino que se traducen en procesamientos y prisiones preventivas de activistas como de dirigentes gremiales.

Lo que pone en evidencia que el deseo de contar con una “Gestapo sindical” no constituyó una trasnochada y aislada ocurrencia de funcionarios macristas, cuya condena judicial entra en un cono de sombra con la resolución de apartar de la causa al Juez Federal de La Plata (Ernesto Kreplak) y llevarla a Comodoro Py, sino que formó parte de un plan que sigue vigente y de una metodología de persecución sindical que adopta renovadas formas cuya expansión cobraría ribetes inusitados de volver al gobierno esa fuerza política que, actualmente, actúa como oposición destituyente y antirrepublicana.

La CGT no ha mostrado institucionalmente ninguna reacción a la altura de la gravedad de hechos de esta naturaleza, ni se ha pronunciado reclamando del Gobierno ni del Ministerio de Trabajo por los derechos sindicales conculcados, ni menos aún ha implementado alguna estrategia de defensa colectiva estando al peligro real y potencial que se proyecta sobre todo el espectro gremial.

En materia salarial se advierten similares omisiones de una solidaridad elemental, resistiéndose al otorgamiento de un aumento de suma fija que beneficiaría a quienes están más afectados por la inflación por sus bajos ingresos o por las serias limitaciones para negociar aumentos de los sindicatos más débiles, planteando una teórica reivindicación de los convenios colectivos y una consecuente derivación a las rondas paritarias, como si hubiera alguna contradicción entre ambos procedimientos para mejorar las remuneraciones de las y los trabajadores.

Si bien un aumento general puede alterar las escalas salariales de los CCT, nada obsta para reencauzarlas ni impide obtener mejoras en las paritarias singulares de cada ámbito convencional en función de los usuales mecanismos de negociación, disputas y peculiaridades propias de las distintas actividades comprendidas en el Sistema de Relaciones Laborales.

Existen numerosas experiencias exitosas en ese sentido, distinguiéndose la etapa inaugurada por Néstor Kirchner en el segundo semestre de 2003 al promover un aumento del 50% del SMVyM, junto con la incorporación al salario básico de las sumas fijas no remunerativas que venían percibiendo los asalariados. Medidas que, además, del efecto directo en el poder adquisitivo del salario impulsó la negociación colectiva en todos los sectores convencionados, con una potencia que se replicó en los años siguientes ampliando cuantitativamente y mejorando cualitativamente los convenios colectivos alcanzando márgenes sin precedentes en las tres décadas anteriores.

Ganar la calle es un buen comienzo

Sin restarle relevancia a un abstencionismo especulativo y mezquino, lo cierto es que como contracara aparecen múltiples convocatorias a marchar a la Plaza desde el Movimiento Obrero, Organizaciones Sociales, Partidos y Agrupaciones políticas, estudiantiles e incluso empresariales, que auguran una jornada memorable y de lealtades más fuertes que las defecciones.

El lema convocante es “Unidad Nacional por la Soberanía con Justicia Social”, difícil será resistirse a gritar presente, ponerse en movimiento con otras y otros miles para sembrar esperanzas colectivas que están lejos de ser ilusorias.

Las palabras de Scalabrini Ortiz son imágenes, quizás irrepetibles, pero vívidas porque calaron hondo en el imaginario colectivo y dejaron una profunda huella que marcó un camino para las transformaciones políticas que aún están pendientes y son posibles en Argentina.

Si la realidad es la única verdad, entonces ninguna duda puede caber acerca de que la Plaza de Mayo es del Pueblo y en donde se parió el Peronismo como columna vertebral del Movimiento Nacional y Popular. Mal que les pese a los propietarios rurales montados a caballo de sus tractores y a los libertarios republicanos que se ufanan de no dejar basura a su paso en sus movilizaciones, a la par que se vanaglorian de dejar depositadas “bolsas mortuorias”, “guillotinas” y sus “pancartas de odio” como otrora dejaran caer bombas sobre la población civil sus Padres fundadores del coloniaje.

¿Dónde está la República, dónde la Democracia, dónde la Libertad? ¿Dónde la Barbarie?

Interpelarse a ese respecto debe orientarnos, ejercitar la memoria guiarnos y recrear la historia advertirnos, para que no sea sólo el espanto lo que nos una ni la resignación y el conformismo lo que nos impida alcanzar definitivamente la Soberanía política, la Independencia económica y la Justicia social.

MÁS INFO
Álvaro Ruiz

Abogado laboralista, profesor titular de derecho del Trabajo de Grado y Posgrado (UBA, UNLZ y UMSA). Autor de numerosos libros y publicaciones nacionales e internacionales. Columnista en medios de comunicación nacionales. Apasionado futbolero y destacado mediocampista.