Horacio Rosatti se autovotó por segunda vez para reelegirse como presidente de la Corte Suprema. Esta reincidencia autocrática, objeto de críticas éticas e institucionales, tiene múltiples implicancias políticas y envía mensajes tanto al Gobierno de Javier Milei como a sus aliados PRO y a la oposición. Revela, a su vez, las tensiones dentro del 4to piso del Palacio de Tribunales, donde la relación entre los cortesanos hace años que es pésima e impide cualquier consenso para dirimir nada más y nada menos que la presidencia del máximo tribunal de país, que preside a su vez el Consejo de la Magistratura desde donde se digitan los concursos y las sanciones a los jueces y que incluso figura en la línea de sucesión presidencial, valgan todas las redundancias.
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El mandato actual de Rosatti, para el que se autovotó en 2021, vencía en una semana, el 30 de septiembre. Eso le da justificación institucional al momento. Pero la maniobra muestra que, por un lado, no estaba dispuesto a esperar una nueva conformación de la Corte con jueces propuestos por el gobierno de Milei. La Corte ahora tiene 4 de sus 5 integrantes y a partir del 29 de diciembre quedará con 3, ya que el juez Juan Carlos Maqueda cumple 75 años y el gobierno ya avisó que no hará uso de su prerrogativa para que se quede 5 años más. Por el otro, que tenía que hacer la votación antes de la salida de Maqueda porque el reglamento de la Justicia Nacional dice que para ese cargo se necesita necesitan al menos 3 votos y su enemistad con Ricardo Lorenzetti, que aspira a volver a ese cargo, hace imposible que lo logre cuando la Corte sea un trío.
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Esta maniobra también es un mensaje para el peronismo, que eludía una definición respecto de la candidatura del juez Ariel Lijo para la Corte. Milei propuso a Lijo para la Corte por iniciativa de Lorenzetti, que esperaba con eso equilibrar la balanza de poder dentro del tribunal. Lorenzetti y Lijo trabajan juntos hace mucho, en especial desde la era del lawfare, cuando el primero presidía la Corte y diseñó la estrategia de persecución judicial a ex funcionarios kirchneristas y el segundo la aplicó para detener a Amado Boudou y coordinar la difusión de su foto en pijama con la entonces y actual ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Lorenzetti jugó a dos bandas: convenció a Milei de proponer a Lijo y le ofreció al peronismo un acuerdo de paz en el caso de que volviera a presidir la Corte, con el apoyo a la candidatura de Lijo como paso previo ya que sin los votos del peronismo es imposible que sea designado. Ahora queda a la vista que no puede cumplir sus promesas, al menos hasta 2027, aún si alguien pudiera creer que el organizador de la inquisición contra CFK ahora la desarticularía.
Milei quiere nombrar en la Corte a Lijo y a Manuel García Mansilla, representante de las empresas de hidrocarburos. Sus pliegos, sin embargo, hoy están empantanados y lo más probable es que en enero la Corte quede con 3 integrantes. No es algo nuevo, ya pasó apenas asumió Mauricio Macri en diciembre 2015. La Corte tenía 4 integrantes luego de la renuncia de Eugenio Raúl Zaffaroni, el único que hasta ahora respetó sin chistar el límite de 75 años que marca la Constitución. El que no respetó esa regla fue Carlos Fayt, que se quedó hasta los 98 años y cuando fue insostenible su presencia se despidió con una maniobra provocadora: presentó su renuncia para un día después de que CFK dejara la Presidencia. Así, a partir del 11 de diciembre de 2015 la Corte quedó con 3 integrantes, Lorenzetti, Maqueda y Elena Highton de Nolasco.
¿Puede funcionar la Corte con 3 integrantes? Si, pero la situación es compleja ya que para cualquier fallo del tribunal se necesitan 3 votos coincidentes y, por ende, con 3 cortesanos requeriría unanimidad. La disputa Rosatti-Lorenzetti dificulta mucho esa posibilidad. Eso puede derivar en 2 escenarios: o parálisis en los expedientes, lo que en concreto es denegatoria de Justicia; o la convocatoria a conjueces para completar el tribunal, que se hace en primera instancia con un sorteo entre los presidentes de la Cámaras Federales de todo el país y, si ninguno puede, con un listado de conjueces por fuera del Poder Judicial que hoy en día no existe ya que el gobierno de Alberto Fernández no lo envió al Senado y el de Milei tampoco. La agenda de expedientes, pase lo que pase, la maneja Rosatti.
La maniobra de ayer para reelegir a Rosatti al frente de la Corte fue casi calcada a la que en 2021 lo ungió por primera vez. En ambas ocasiones juez Juan Carlos Maqueda propuso a Rosatti para presidente y a Carlos Rosenkrantz como vicepresidente del tribunal. Ambos adhirieron a la idea y se autovotaron. Fin.
Lorenzetti, que una vez más vio frustrado su ansiado regreso a ese sillón, también repitió su actitud: ayer se abstuvo de votar, en 2021 ni siquiera estuvo en la reunión porque estaba en un evento de UNIDROIT. En aquel entonces aún revistaba en la Corte la jueza Elena Highton de Nolasco, que planteó que se suspendiera la votación hasta que Lorenzetti regresara. Rosenkrantz, que era el presidente de la Corte, dijo que se podía avanzar igual. Desde entonces Rosatti reina en el 4to piso del Palacio de Tribunales
La salida del juez Maqueda es un hecho. La confirmó él mismo en el corte de difusión de una entrevista que brindó para el interesante podcast Generación 94, donde se entrevista a los protagonistas de la reforma constitucional de 1994, muchos de ellos hoy en lugares clave. Es el caso de Maqueda que, en un tono jocoso, explicó que si bien podría haberse quedado 5 años más el gobierno de Milei no le dio chance y le anticipó que debía dejar el cargo. ¿Qué pasará con las denuncias por los desmanejos de la Obra Social del Poder Judicial cuando estaba bajo la órbita de Maqueda? ¿Hay acuerdo de una salida sin escándalos a cambio de protección judicial? Un dato: el expediente que apunta a Maqueda lo tiene el juez Lijo, que aspira a ocupar un sillón en la Corte.
¿Rosatti es un presidente de la Corte incómodo para Milei? Depende. Por un lado Rosatti se pronunció en contra de la dolarización, uno de los caballitos de batalla comunicacionales de Milei. Por el otro, en este año la Corte ya resolvió 8.497 expedientes pero ninguno fue sobre el decreto 70/2023 con el que Milei fundamenta su política de crueldad de Estado así como tampoco ninguno fue sobre los reclamos de las provincias hacia el gobierno nacional por los recortes discrecionales e incluso por fuera de la ley a los fondos que les corresponden. La agenda de los expedientes a tratar, vale repetir, la maneja Rosatti a discresión.
¿Es incómodo para Macri? El ex presidente dijo que la designación de Rosatti fue “su peor error en materia judicial” y que “ha votado siempre con sesgo anticapitalista y creo que no es bueno”. Lo cierto es que Rosatti le garantizó a Macri el canjoneo de más de 2 años de la causa Correo por la cuál podría fundir a su familia. Y que Rosatti ha sido el gerente de una Corte empresarial. En un evento de Clarín dijo que "conjugar mercado y Estado es muy importante. Después, un Gobierno será más neoliberal, más neointervencionista, pero lo más importante es erradicar algunos temas que se ven como malas palabras", en alusión al progreso (eufemismo de enriquecimiento) y a la teoría del derrame.
Rosatti es un fiel defensor del statu quo económico. “Todo está en la Constitución. La Constitución argentina tiene un modelo no solamente de convivencia sino un modelo económico, que es el capitalismo humanizado. Propiedad privada (artículo 14), iniciativa particular (artículo 19), competencia (artículo 42). Este es el modelo, que además no plantea la lucha de clases (artículo 14) sino una relación amigable entre capital y trabajo con las tensiones propias de esos actores”, explicó Rosatti, presidente de la Corte, en ese evento organizado por Clarín. Omitió, claro, el artículo 14 bis, que dice que en ese “capitalismo humanizado” los trabajadores deben tener “participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección”. Un olvido muy oportuno.
Con su autorreelección en la presidencia de la Corte Rosatti también se autoreelige presidente del Consejo de la Magistratura gracias a un fallo también firmado por él donde repusieron una ley derogada por el Congreso, algo inédito pero que todo el sistema político legitima. En esa doble presidencia Rosatti maneja los concursos para cubrir las centenares de vacantes de jueces en todo el país y además es la punta de la pirámide jerárquica de esos mismos jueces una vez designados.