Pensar el socialismo en tiempos de pandemia

El compromiso de elaborar una propuesta superadora de la instancia más salvaje del capitalismo, la que hoy padecemos.

28 de mayo, 2020 | 21.58

La pandemia de COVID-19 hace visible, de manera brutal, aquello que muchos han elegido no ver durante largo tiempo, y nos enfrenta a la dolorosa realidad de la desigualdad. No es cierto que el coronavirus va a afectar transversalmente a nuestra sociedad sin reparar en la clase social a que pertenecen sus víctimas. El virus no discrimina, pero el hombre sí. ¿O es que acaso no tenemos como prueba de ello el saldo dejado por distintas pestes, a lo largo de la historia de la humanidad en diferentes partes del mundo? 

Siempre fue el grupo social más pobre de la sociedad el que tuvo más víctimas. No hay razón para que en esta oportunidad sea diferente. Es más, el nivel de hiper concentración económica en el mundo, con la consecuente e inédita generación de marginalidad social hace que los pobres estén hoy en aun peores condiciones que en el pasado para enfrentar el virus pestilente. 

Es que desde el derrumbe del socialismo soviético, y por consiguiente de la única alternativa realmente existente al sistema capitalista a lo largo del siglo XX, no ha dejado de acelerarse en todo el mundo la concentración de la riqueza en manos de una ínfima minoría de ricos que son cada vez más ricos. Como consecuencia, cada vez hay más personas pobres, que son además cada vez más pobres.

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De modo que si bien hoy no existe un imaginario social alternativo al capitalismo, los socialistas estamos obligados a tratar de construirlo. Mientras tanto, como la vida y la historia no se detienen, tenemos que resistir a esa dinámica de concentración y a su herramienta política, el neoliberalismo, que arroja a más y más trabajadores a los sufrimientos de la marginalidad. 

A la izquierda en general, y al socialismo democrático en particular, nos toca asumir ese compromiso político y ético que consiste en elaborar una propuesta superadora de la instancia más salvaje del capitalismo, la que hoy padecemos. Esa propuesta socialista debe al mismo tiempo ser emancipadora y nutrirse de la realidad. De lo que se trata es de correr los límites de la democracia aun dentro de la lógica capitalista.

Se trata, por ejemplo, de medidas tales como la renta básica universal, o como una profunda reforma tributaria, de respaldar todas las iniciativas que tiendan a la igualdad de género, de defender un Estado intervencionista que asegure el acceso a la salud y la educación a la mayoría de nuestro pueblo. También se trata de impulsar la nacionalización de los servicios públicos y de la banca. 

La pandemia que nos azota no nos exime de esta tarea histórica, muy al contrario, porque ella también ha nacido de las entrañas de un mundo arrasado por la globalización capitalista, y porque también en el día a día de la lucha contra ella el gobierno nacional, popular y democrático de Alberto Fernández y Cristina Kirchner debe confrontar con la prepotente codicia del capital. Es otra razón, por si hiciera falta, para que los Socialistas para la Victoria seamos parte de este gobierno, que es hoy quien mejor defiende y expresa los intereses de nuestro pueblo trabajador.