“Estados Unidos está perdiendo el rumbo”. Así comenzó la conferencia que dictó, ante un grupo de académicos, el conocido profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago, el norteamericano John Mearsheimer, quien cobró notoriedad mundial, en 2007, con su libro “El lobby israelí y la política exterior estadounidense”.
La hipótesis de Mearsheimer es sencilla: si el gran desafío de EEUU es China y si hay una alta probabilidad de que ese país trate de dominar Asia ¿para qué Washington se enfoca en una guerra en Europa (Ucrania) y ahora, en otra, en Medio Oriente? “Estamos frente a un gran error porque nuestro objetivo debería ser contener a China”, dijo el académico, dejando traslucir su preocupación.
Aunque fuera obvio Mearsheimer recalcó que el “momento unipolar” -que se inició con la caída de la Unión Soviética en los años 90 del siglo pasado e implicó que EEUU no tuviera ninguna amenaza en el horizonte- ha terminado. “La arquitectura del poder global, en este preciso instante, es multipolar. Hemos transitado de un mundo con una gran potencia global hacia otro con tres grandes potencias: EEUU, que sigue siendo la principal; China, que le compite económica y militarmente, y, finalmente, la más débil, Rusia, a la que el presidente Vladimir Putin rescató de la muerte”.
“En el caso de Ucrania –continuó el analista- expandimos la OTAN en la cara de Rusia en 1999 y en 2004 y, aunque el Kremlin dejaba claro que le resultaba inaceptable, estaba muy débil como para reaccionar. Nuestro error fue proponer, en 2008, el ingreso de Ucrania y Georgia y luego fomentar las revoluciones de colores. La crisis explotó en 2014, Rusia tomó Crimea y estalló la guerra civil en la zona de Donbass. En diciembre de 2021, Moscú trató de llegar a un acuerdo, pero Washington no aceptó. El 24 de febrero de 2022 empezó la guerra".
“Lo peor es que no hay forma de que Ucrania gane”, afirmó tras explicar que, en esta guerra, hay dos factores fundamentales: la demografía y la industria armamentística. Según especificó, la cantidad de habitantes rusos es superior a los ucranianos en una proporción de 5 a 1, lo que determina la cantidad de soldados que pueden luchar en el frente. En cuanto a la capacidad armamentística, Rusia tiene la tecnología y la infraestructura para fabricar más aviones, más tanques, más helicópteros, etcétera, y mantener la cadena de suministro en el campo de batalla. Ucrania, no. Luego Mearsheimer hizo una revelación clave, que debe ser tenida en cuenta en cualquier análisis geoestratégico.
Una revelación clave
“Los ucranianos no tienen capacidad de fabricar armas. Dependen de nosotros (EEUU) ¿Y saben qué? Nosotros perdimos nuestra base industrial en el momento unipolar. No estamos en capacidad de fabricar tanto como los rusos”, confesó. Desde hace meses, altos cargos militares y medios de comunicación especializados vienen denunciando una “escasez crítica” de armamentos.
El presidente Jospeh Biden aludió a este punto el 20 de octubre cuando, recién llegado de Israel, dio un discurso al país. En la misma semana, el almirante Robert Bauer, que preside el Comité Militar de la OTAN, advirtió que las existencias de municiones se están agotando y que “los almacenes de armas en Europa están medio vacíos o incluso menos: el fondo del barril ahora es visible.”
Según Mearsheimer, la de Ucrania es una guerra de desgaste y triunfará el que más resiste. En su opinión, esta conflagración no terminará con un acuerdo de paz sino en un cese del fuego y un conflicto congelado (“a frozen conflict”), por lo cual una potencial escalada estará siempre presente, al estilo de las dos Coreas y el paralelo 38.
“Todos coincidimos en que nuestro gran competidor es China. Rusia no está en condiciones de dominar Europa y, en el Golfo Pérsico, no hay ningún país que sea potencialmente dominante. En una palabra: no son amenazas. Mantenernos en ambos conflictos será malo para EEUU porque no van a terminar rápido y nosotros nos vamos a empantanar más y más. Estamos en una situación en la que no podemos girar completamente hacia Asia para abordar a quien es nuestra verdadera amenaza, porque estamos inmovilizados en Oriente Medio y en Ucrania. Ojalá esté equivocado, pero es una de esas situaciones que no tienen salida.”
Para colmo, agregó Mearsheimer agarrándose la cabeza ante su público, “como tontos, empujamos a Rusia en los brazos de China, Washington debería querer a Moscú de su lado. Que esas dos potencias estén juntas no nos conviene. Por eso digo que perdimos el rumbo y estamos en problemas”.
La cuestión palestina
En el libro “El lobby judío y la política exterior estadounidense” -que Mearsheimer escribió junto a Stephen Walt, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard-, se sostiene que “la política impulsada por EEUU en Medio Oriente es conducida principalmente por el lobby israelí”, definido como una "coalición de personas y organizaciones que trabajan activamente con ese fin”.
Según los autores, este lobby es mucho más eficiente que los otros que operan en el país ya que han logrado convencer a los estadounidenses de que los intereses de Israel y de EEUU son los mismos” y aclaran que, obviamente, “no todos los judíos estadounidense son parte del lobby y que, incluso, muchos difieren de las políticas israelíes”, como se vio en estas últimas semanas en Nueva York y otras importantes ciudades norteamericanas donde muchos judíos criticaron públicamente las matanzas en Gaza y proclamaban: “No en mi nombre”.
Según afirman en el libro, el “lobby judío” tiene una gran capacidad para instalar su punto de vista en los medios de comunicación y “una significativa influencia” en el Ejecutivo y en el Congreso, al punto que, a veces, EEUU “se ha mostrado dispuesto a dejar de lado su propia seguridad, a fin de promover los intereses de otro estado (Israel)".
Con esta misma perspectiva, en su conferencia, Mearsheimer criticó duramente la política de Israel en relación a los palestinos. “Gaza es la mayor cárcel a cielo abierto. Israel los tiene cercados y controla las fronteras marítimas, terrestres y su espacio aéreo. La vida de los palestinos en Gaza es absolutamente horrible, las condiciones deplorables: es obvio que reaccionen. Los palestinos quieren su estado y es perfectamente entendible que así sea. La única salida, en mi opinión, es la creación de dos estados y esa solución no tiene ninguna chance de existir. Israel nunca va a aceptar la solución de dos estados. Este es la realidad que enfrentamos.”
Con un profundo pesimismo, el profesor, aunque nunca dejó sus modales de caballero, terminó su exposición con una frase muy popular: “La consecuencia de todo esto es que el ‘orden basado en reglas’ que pregonamos está hecho pedazos y que estamos hundidos en la mierda hasta la coronilla (“Deep kimchi”).
Este fin de semana el canciller de EEUU, Anthony Blinken, fracasó estrepitosamente en su intento de lograr de una “pausa humanitaria” en gaza. Netamyahu dejó claro que las presiones de EEUU no le hacen mella; ninguneó públicamente a su aliado más fuerte y dejó el supuesto liderazgo mundial de EEUU muy mal parado.