Larreta no sólo no llevó adelante ninguna medida para cuidar la industria y la producción, o el empleo, en pandemia, además su gestión muestra una clara inclinación a dejar caer las unidades productivas, cosa que se puede ver por la caída en la cantidad de usuarios industriales de energía eléctrica. O sea, en la cantidad de usuarios industriales. Este indicador es interesante por su capacidad de registro de la situación productiva, en términos homogéneos en el tiempo. Un informe más extenso de esta metodología se puede leer en el artículo publicado en el número 51 de la revista Realidad Económica, titulado "La crisis en CABA vista desde el consumo energético y cruzada por la pandemia".
Frente a la quita de los recursos extraordinarios que le había dado Macri (coparticipación regresiva, que provenía de afectar recursos del Estado nacional no destinados a las provincias, o sea que era un plus sin consenso federal), la solución fue subir impuestos a la clase media para atender compromisos de negocios, o de contratos de los amigos vinculados a la obra pública de CABA, antes que cuidar a la población. Una forma de actuar sin resultados sobre la producción o la inclusión social.
Como puede verse en el siguiente gráfico, actualizado hasta junio de 2021 (con data de la misma Ciudad de Buenos Aires), el sector industrial muestra una caída permanente; y sigue el ciclo del país afectado por la inestabilidad casualmente generada por el macrismo entre 2016 y 2019. Y ello sin ninguna protección de parte del gobierno porteño. La cantidad de industrias cae históricamente en la Ciudad. Entonces queda claro y a la vista, que no es prioridad la producción industrial para Larreta. Esto es grave.
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Porque desequilibra la ciudad hacia posiciones de viviendas residenciales, de modo tal que la población que no encuentra equilibrio con distintas y variadas actividades, debe apuntar a trabajar en otras localidades. Así, la sociedad porteña, tiende a homogeneizarse en altos niveles de vida, pero ello porque expulsa a los sectores más bajos en vez de contenerlos y subir el piso de su calidad de vida. No deja de ser, entonces, una política de expulsión de los sectores más vulnerables.
La industria está en constante caída hace diez años en la Ciudad. El proceso de desindustrialización que es traumático en todo el país (por empleo de calidad, empleos indirectos generados, inversiones en investigación y desarrollo, mejores salarios que el promedio, y por sus lazos con otras industrias y pymes, tanto de la misma CABA como de otras regiones), intenta ser transitado por el gobierno de la Ciudad de manera aislada a las necesidades nacionales. A contramano de los esfuerzos actuales del Estado nacional para promover este sector.
En suma, la Ciudad, a diferencia de Nación, no tiene ni tuvo políticas para promover la producción industrial en CABA, ni siquiera en lo peor de la pandemia, y "aprovechó" la crisis generada por el virus, para dejar caer fábricas. Creemos que este punto debe entrar en la agenda de gobierno de la Ciudad, y modificar así su lista de prioridades, hacia posiciones de política más inclusivas y productivas.