El discurso de asunción del Presidente Donald Trump ha suscitado enormes temores, tanto en cuanto refiere al expansionismo territorial y, especialmente, sobre el Continente Americano, así como el inmediato ejercicio de resabios de los poderes monárquicos que amenazan a los Estados/Naciones del Continente, con inocultables proyecciones internacionales, lo que pone en riesgo el multilateralismo y los equilibrios geopolíticos.
Habré de examinar los que me parecen más riesgosos para los Estados/Naciones del Continente Americano.
La expansión territorial
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Con claras reminiscencias de procesos expansionistas que asolaron y enlutaron, en el Siglo XX, al mundo entero, empleando expresiones y pretextos inscriptos en lo peor de la historia de ese Siglo XX, Donald Trump anuncia incorporar a Canadá como 51° Estado Federal de los EE.UU., haciendo caso omiso de la pertenencia de ese Estado/Nación al Commonwealth de la Corona del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Se prosigue la expansión territorial con el afán de hacerse (comprarla; ocuparla militarmente con empleo de sus fuerzas armadas) de la Isla de Groenlandia, que pertenece al Reino de Dinamarca.
La amenaza expansionista se prosigue con hacerse, nuevamente, del Canal de Panamá, usurpando un territorio que pertenece a la República de Panamá y que recupero, tras dilatada lucha y reclamo sobre dicho Canal, a la llegada del año 2000, conforme los Acuerdos Carter-Torrijos, Tratado Internacional aprobado por la ONU.
Para la Nación Argentina el discurso de Donald Trump significa la confesión que jamás el Gobierno de EEUU cooperará en el plano internacional para que la Nación Argentina recupere la soberanía sobre los territorios insulares usurpados por el Gobierno Inglés. Peor aún, que la política internacional abyecta del actual Gobierno Nacional, sepultando todo reclamo de recuperación soberana y facilitando la militarización del Atlántico Sur, a favor de los países que integran la OTAN-NATO, pretendiendo además ser admitidos como integrante extra territorial de dicha alianza militar, expande –“sepulta” sería el término correcto- el renunciamiento a nuestra soberanía territorial y marítima en el Atlántico Sur, convirtiendo al mismo en escenario previsible de hechos de guerra y represalias terroristas por el torpe alineamiento del actual gobierno.
El expansionismo territorial, envuelto en la exaltación del “destino dorado” del pueblo estadounidense, para “volver a ser Grandes”; “los primeros”, comporta un inexcusable reenvío a los discursos nazi-fascistas que precedieron a la Segunda Guerra Mundial.
Es de temer…y no debemos silenciar nuestros temores.
Las primeras medidas
En estrecha correlación con el expansionismo, las primeras medidas adoptadas exhiben claramente hacia dónde apuntará la gestión Trump; a saber:
- Anular las tibias y tardías medidas dictadas por la administración Biden para amortiguar la persecución y hostigamiento al pueblo y gobierno de Cuba.
- Impulsar políticas discriminatorias respecto de los inmigrantes, expulsando al “extranjero”, aún los que nacieron en los EEUU.
- Indultar a criminales, autores y partícipes penalmente responsables del ataque al Capitolio, que es decir de la institucionalidad, cuando la asunción legítima del Presidente Joe Biden; criminales con sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada, lo que deja un claro mensaje: “…pueden cometer crímenes institucionales…en tanto me beneficien…”.
- Despreciar la lucha por preservar el planeta Tierra, rompiendo los compromisos internacionales contraídos por las principales potencias mundiales.
- Anunciar un acentuamiento de las políticas extractivistas para apropiarse de la mayor cuantía de las riquezas y recursos no renovables.
- Desconocer las libertades de preferencia y elección sexual y su influencia en un lenguaje propiciatorio de la igualdad de géneros.
- La inconfundible introducción de gestos autoritarios, como lo es anular más de sesenta medidas dispuestas por el presidente saliente. Y ya que hablamos de la gestualidad, señalamos, y deploramos, la inconfundible apropiación del saludo nazi exhibida por Elon Musk.
- El deterioro de la relación con países de regímenes políticos distintos, particularmente los latinoamericanos. Exterioriza el regreso incambiado de las políticas y práctica autoritarias e intrusivas del “big stick”.
- Anunciar el propósito de colonizar el planeta Marte, no como un signo de progreso tecnológico en los vuelos inter espaciales, sino de colonización apropiativa de otros planetas del sistema solar. Vaya paradoja, desprecia las políticas ambientalistas de custodia del equilibrio de la naturaleza, pero fomenta la apropiación de otro planeta.
Finalmente, en lo que hace a una primera lectura del discurso del poder que instalará en la más temible potencia imperial que a todos debe preocuparles el nacimiento de un nuevo huevo de la serpiente.