Moneda común, Swaps y revitalización regional

El relanzamiento de la relación bilateral entre las dos economías más grandes de sudamérica tiene una doble necesidad: la de Argentina de recibir dólares o al menos dejar de perderlos, y la de Brasil de recuperar su industria exportando en el subcontinente.

28 de enero, 2023 | 00.05

El regreso de Lula a Brasil y su visita a Argentina recrea las condiciones para avanzar en una mayor integración entre los países miembros del Mercosur. El fin de la agenda aperturista del bolsonarismo y la vuelta del gigante sudamericano a las políticas expansivas, a la promoción de la industria y la distribución del ingreso, con eje en la sinergia local, son más que bienvenidas por el gobierno argentino.

Brasil es el principal socio comercial de la Argentina y Argentina es el tercer socio de Brasil después de China Y Estados Unidos. Estos niveles de asociación implican que ambas economías sudamericanas se encuentran profundamente vinculadas. Cada vez que Brasil crece, Argentina lo hace, al menos en el 71% de los casos a lo largo de este siglo. Ello demuestra el alto grado de correlación positiva entre el PBI brasileño y el argentino.

Por tanto, el relanzamiento de la relación bilateral entre las dos economías más grandes de sudamérica tiene una doble necesidad: la de Argentina de recibir dólares o al menos dejar de perderlos, y la de Brasil de recuperar su industria exportando en el subcontinente.

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Lejos de la tradición comercial primaria de Argentina, el perfil de los negocios con Brasil es preponderantemente manufacturero, el origen industrial de los intercambios configura una relación de alto valor agregado, empleo y financiamiento implicando amplias cadenas de producción local. 

Teniendo en cuenta que el 63% de lo que exportamos a nuestro vecino son manufacturas de origen Industrial y el 44% de lo que importamos son bienes intermedios. La moneda común constituye un paso obligado para revitalizar los intercambios binacionales.

Ahora bien, moneda única no es moneda común. Para alcanzar la primera, es necesaria una serie coordinada de acciones destinadas a la convergencia macroeconómica, arancelaria y política entre los aspirantes que posibilite el reemplazo de las monedas nacionales por una colectiva. Esta es entonces, la última estación de la integración regional.

En cambio, la comenda común es una unidad monetaria complementaria a la nacional destinada a compensar el intercambio comercial entre países. Las monedas complementarias no son una novedad en el mundo, y menos en este que tiende a una regionalización, cada vez más fuerte, de las relaciones económicas.

Catorce países africanos utilizan el Franco CFA para su comercio con una paridad fija con respecto al Euro, 8 estados caribeños utilizan el dólar del caribe oriental, emitido por el banco central común de las islas. A su vez, el rand sudafricano , el rublo ruso y el dólar australiano son monedas de uso común entre varios países que manifiestan cierto grado de integración.

El objetivo del dinero complementario es intensificar los flujos y aceitar las complementariedad de diferentes jurisdicciones. El sur, o como se llame el metálico que se conciba tras el relanzamiento de la relación bilateral entre los dos gigantes sudamericanos, perseguirá tanto ese destino cómo el de despegar al dólar de las transacciones locales.

Sistema de Moneda Local y Swap

La región ya conoce el esquema, en 2008 se implementó el Sistema Moneda Local (SML) para el Mercosur. Aquel sistema contempla que el comercio intramercado de los miembros, se realice en sus propias divisas para que luego, dentro de un plazo de 30 días, los bancos designados para la operatoria por cada país compensen las diferencias entre las compraventas con dólares norteamericanos. El mencionado escazo periodo para la operatoria - 30 días - desincentivó el uso masivo del sistema y lo relegó a situaciones marginales.

La reinauguración del compromiso bilateral argentino-brasileño de esta semana busca expandir el plazo del SML a un periodo que supere los 180 días, con tiempos mucho más atractivos para quienes tienen que transaccionar por grandes volúmenes y montos, por ejemplo las autopartes. La circulación de mercancías en moneda común libera dólares para otros usos y ocupaciones extra regionales y da lugar al crédito interbancario o la financiación comercial  en caso de que, cumplido el plazo de seis meses, un las partes no necesite expandir los plazos de compensación o establecer periodos de gracia a su contraparte.

El crecimiento industrial Argentino repercute fuertemente en la exportación brasileña de bienes intermedios, fundamentalmente autopartes, pero también productos de extracción minera e hidrocarburífera, como el mineral de hierro, del cual el Brasil es, junto con Australia, el mayor exportador mundial. Con la mayor holgura en términos de reservas, Argentina puede recibir productos manufacturados de origen brasileño sin ser interrumpido por el faltante de divisas y se convierte en un resorte de alta potencia para las exportaciones paulistas al resto del continente.

Para potenciar el industrialismo es necesaria energía y Brasil apuesta a la vaca muerta, más aún si se tiene en cuenta la experiencia reciente con la guerra entre Rusia y Ucrania y su impacto en los precios y el desabastecimiento en el mercado energético internacional. El “gran acuerdo de integración” que se plantea no deja a este punto afuera en lo absoluto.

Siguiendo al Centro de Economía Política, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil evalúa el financiamiento del tramo final del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. 

La mega obra ampliará en un 25% la capacidad del sistema nacional de transporte de gasoductos troncales, y no solo le permitirá a la Argentina poner en valor las reservas de Vaca Muerta, sino que a Brasil le posibilitará el abastecimiento dual frente al declino de los reservorios que lo proveen de gas desde Bolivia.

Estas posibles exportaciones de energía prometen incluir al sector energético entre los agentes proveedores de dólares, lo que posibilita al estado nacional a diversificar sus proveedores de divisas, quitando la presión sobre la producción primaria y también quitándole poder de fuego político a aquellos productores tradicionales.

Más allá del sesgo industrialista, los productos primarios y su primera transformación ocupan un lugar relevante en las exportaciones totales del Brasil y de la Argentina. La re-inauguración de las relaciones bilaterales cuenta con dardos apuntados al sector, sobre todo en lo atinente a la producción de fertilizantes,para garantizar el autoabastecimiento regional, y en los agronegocios donde el potencial de ambas naciones supera a cualquier otra del globo.

Si la relación se profundiza y alcanza al resto del bloque el mercosur se potencia, el poder de fuego del mercado común no tiene parangón en los esquemas mundiales, en su conjunto,detenta el 35% de las exportaciones de oleaginosas a nivel mundial y el 17% del volumen cárnico. El bloque, en su conjunto, representa la quinta fuerza mundial en términos de comercio.

En la VII Cumbre de la Celac en Buenos Aires, las autoridades argentinas y  brasileñas comenzaron a delinear un posible Swap para el fortalecimiento de reservas. Un swap de esta naturaleza, es un acuerdo de intercambio financiero que consiste en un canje de monedas.

En este caso, y si se emula en intercambio financiero que Argentina mantiene con China, el Banco Central nacional deposita pesos en el Banco Central de Brasil y a cambio recibe reales. Esto le permitirá al organismo que conduce Miguel Pese ampliar las reservas brutas, es decir, las reservas totales del banco y fortalece no solo las posibilidades de intercambio por fuera del régimen dólar, sino también, le proporciona al gobierno argentino mayor poder de fuego en intervenciones directas sobre el mercado cambiario ampliando espacios de soberanía.