No se sabe aún cuando concluirá la pandemia, pero ya se conoce una de sus consecuencias: los ricos serán más ricos y los pobres, más pobres.
Los números son contundentes. Según un informe de la organización internacional Oxfam, desde el inicio de los confinamientos, a mediados de marzo, la riqueza de las personas multimillonarias de América Latina creció un 17%, lo que equivale a 48.200 millones de dólares. En contraste, el informe calcula que la pandemia dejará hasta 52 millones de personas en la pobreza.
La espiralización de la desigualdad se desarrolla de modo dramático en la Argentina, que ya era tierra arrasada por el tsunami macrista: el INDEC informó que los más ricos ganaron 25 veces más que los más pobres en el segundo trimestre, en pleno azote del Covid-19.
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Según la estadística, la desigualdad de ingresos se ubicó en el nivel más alto desde que el INDEC comenzó la nueva serie, en 2016. El informe detalló que al término de la primera mitad del año, el 60% de la población percibía ingresos de hasta $27.000, algo más que la mitad de los 47 mil pesos que una familia necesita para no ser pobre.
El informe precisó que, al cierre del primer semestre, el 10% más pobre de la población ocupada concentraba el 1,8% del total de ingresos, mientras que el 10% más rico explicaba el 26,7%.
En este contexto, el golpe de mercado en curso tiene olor a knockout para las mayorías populares: una mega devaluación provocaría la pulverización terminal de los salarios -para quienes aún lo conservan- y una ganancia extraordinaria para lo que gozaron del ciclo de endeudamiento y fuga perpetrado por el macrismo.
El gobierno cuenta con datos precisos sobre esa etapa. “El conjunto de políticas económicas que se aplicaron desde diciembre de 2015 facilitaron la fuga de capitales por más de USD 86.000 millones y crearon las condiciones para la irrupción de un nuevo episodio de crisis por sobreendeudamiento externo” escribió un informe del Banco Central, en los albores del gobierno de Alberto Fernández.
“La formación de activos en el exterior presenta en el período una notable concentración en unos pocos actores económicos -se detalló-. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por USD 24.679 millones. Por su parte, la formación de activos externos de los 10 principales compradores explica USD 7.945 millones. El total de personas humanas que compraron divisas en este período fue de 6.693.065 y el total de personas jurídicas alcanzó la cifra de 85.279".
Esa concentración también se observa, según el informe del BCRA, cuando se diferencia entre personas humanas y personas jurídicas: apenas el 1% de las empresas que resultaron compradoras netas adquirió USD 41.124 millones en concepto de formación de activos externos y, en el caso de las personas humanas, tan sólo el 1% de los compradores acumuló USD 16.200 millones en compras netas durante el período.
El informe omite las señas particulares, pero una investigación de El Cohete a la luna les puso nombre, apellido y monto a los beneficiarios del latrocinio macrista. El Grupo Clarín, la Cervecería Quilmes, Pan American Energy, Claro, Barrick Exploraciones Mineras, Fiat, Shell, Monsanto y Aceitera General Deheza encabezan el listado de 100 “empresas fugadoras”, elaborado por el Estado. Cristiano Ratazzi, Nicolás Caputo, Héctor Magnetto, Paolo Rocca, Luis Pagani y Marcelo Mindlin están entre las personas que más fugaron.
Con todo, el informe del BCRA provocó más ruido que nueces: no hay ninguna investigación (parlamentaria ni judicial) en curso sobre la "deuda fraudulenta" -según los términos que el propio oficialismo utilizó durante la campaña-, ni sirvió para aceitar la relación entre el gobierno y los dueños del dinero, como imaginó el presidente Fernández. Por el contrario, los accionistas de esas empresas a las que les interesa -manejar- el país redoblaron el acoso sobre un gobierno que se autopercibe débil frente al poder real, por carencia de dólares en caja, pero también por complejos políticos imaginarios, como la ausencia de “correlación de fuerzas”.
Liberados de culpa y cargo por la justicia y la narrativa oficial, los beneficiarios de la fuga van ahora por la última parte del ciclo que iniciaron con Macri: una mega devaluación que derrumbe a escombros precios y salarios para adquirir bienes y contratar a precio de ganga.
La era del desorden
Ricos empoderados y masas empobrecidas. El escenario que enfrenta la Argentina se replica en el mundo. Con los números a la vista, analistas del Deutsche Bank publicaron un informe en el que anuncian el inicio de "La era del desorden", un periodo económico caracterizado por el caos y el desgaste de la globalización intensa experimentada en las últimas décadas.
El estudio identifica cinco superciclos en la economía moderna:
-Primera era de la globalización (1860-1914).
-I y II Guerra Mundial y Gran Depresión (1914-1945).
-Acuerdos de Bretton Woods (1945-1971).
-Periodo de alta inflación (1970-1980).
-Segunda era de la globalización (1980-2020).
“2020 marca el comienzo de la era del desorden, cuyo origen no está en la Covid-19, aunque la pandemia haya acelerado el proceso de cambio” sostiene el informe del banco alemán, que le dedica un apartado al crecimiento de la desigualdad.
El informe prevé que en La Era del Desorden se incrementará la inequidad distributiva incluso en los países desarrollados, ya que afectará de manera distinta a los distintos sectores de la economía. Los analistas auguran que, tras la recesión, la recuperación tendrá forma de K: una parte de la economía se disparará (plataformas digitales, industria alimentaria, farmacéuticas, tecnológicas), mientras que otra profundizará su crisis o permanecerá en el subsuelo (entretenimiento, servicios turísticos, gastronomía, aerolíneas).
La desigualdad intersectorial provocaría que los Estados apliquen nuevos impuestos a las empresas y los propietarios que acumulen grandes beneficios, creen los analistas, para fondear la reconversión de sectores en situación de derrumbe y contener a millones de desempleados.
A tono con esos diagnósticos, el equipo económico que conduce Martín Guzmán tiene en proceso una amibiciosa reforma tributaria cuyos detalles se guardan bajo siete llaves. Quizá sea el volantazo político y distributivo que el gobierno necesita para salir de la inercia y dejar de correr detrás de la agenda que imponen los medios del sistema..