Celac, una epopeya por el bien común

La integración está en disputa. Hay una grieta entre las propuestas de integración soberana y las de libre comercio; entre defender el bien común o los de una pequeña elite; entre los intereses regionales y los del hegemón. En este marco, la Celac aparece como un fuerte perturbador de los planes del gran capital y los poderes hegemónicos en declive.

22 de enero, 2023 | 00.05

La integración de América Latina y el Caribe se reactiva en Buenos Aires. A 200 años de la Doctrina Monroe, la Celac vuelve a reunirse para impulsar un proyecto común y plantearse un destino diferente al plan norteamericano de dominación

La unión es un mandato que viene desde nuestra historia más profunda. No es casual que, en el contexto de la posguerra fría, el legado de Bolívar y San Martín fuera resignificado y que, como corolario, naciera en México, en 2010, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una entidad conformada por todos los países de América –incluyendo Cuba, la siempre marginada-, pero sin Estados Unidos y Canadá, los únicos dos países del continente que participan del club de la potencias del G7

Las necesidades estaban claras: urgía un organismo que defendiera el punto de vista periférico, que compensara el sobrepeso de EEUU, que nos permitiera explotar en nuestro beneficio nuestro enorme potencial y que nos representara ante el mundo de una manera genuina. 

Irene León, doctora en Sociología por la Universidad de Montreal, define la Celac como una “arquitectura de integración soberana”, que surge de la necesidad de los países de América Latina y el Caribe, “relegados a ser proveedores de materias primas en condiciones ampliamente desfavorables”, a reaccionar frente a un modelo neoliberal que, “con el achicamiento del Estado, la supresión de proyectos de interés colectivo y la no regulación de los mercados, condenaba a nuestras naciones a la pauperización”. León es autora de numerosos ensayos entre los que se destacan los dedicados a la lucha de las mujeres como “De feminismos, retos y cambios latinoamericanos” (Revista Pueblos, España, 2007) o “Las mujeres gestoras de la soberanía alimentaria”, (Editorial Entrepueblos, 2009).

En la primera cumbre, en 2011, en Caracas, “se encomienda a la Celac un doble mandato”, recuerda León. “Primero, propiciar la unidad en la diversidad -este será uno de los ejes importantes a tratar en la cumbre de Buenos Aires- y, luego, ser la vocera de la región en el mundo, es decir, representar a nuestros países ante los organismos internacionales como la ONU y ser la interlocutora con otros bloques regionales (Unión Europea; Unión Africana, BRICS, etcétera) y con países como China y Rusia con las que ya hay una agenda en marcha”.

Uno de los problemas que enfrenta la Comunidad de Estados es que sus enemigos son pocos, pero muy poderosos. “Las arremetidas de la derecha y del capital contra la Celac empezaron con su nacimiento y continúan hasta hoy”, asegura la analista ecuatoriana. “En el pasado buscaron el aniquilamiento de las propuestas de integración y su suplantación por otras instancias organizadas en torno al libre comercio, como Prosur y la Alianza del Pacífico. Ahora, la propuesta de la derecha argentina de judicializar la participación de países miembros como Venezuela, Cuba y Nicaragua es también parte de esa arremetida”.

El ataque contra el principio fundamental de la Celac –“unidad en la diversidad”- por parte del opositor Juntos por el Cambio y la prensa alineada con EE.UU., demuestra o ignorancia sobre las normas internacionales o aviesas intenciones desestabilizadora. ¿Alguien puede imaginar que en una cumbre de la Unión Europea, Francia o Italia presentaran una denuncia penal contra España o Bélgica porque son monarquías? ¿O que en la próxima cumbre de los BRICS, el intendente de Petroria, trate de “dictador” a alguno de los mandatarios invitados?

Los ataques son claros mandatos desde el Norte por los muchos aspectos de la Celac que irritan al capitalismo financiero y al poder fáctico global. No sólo la “unidad en diversidad” sino todo lo que huele a soberanía despierta su violencia: la aceptación de Cuba (bloqueada por EE.UU. durante más de seis décadas); la defensa de Malvinas como territorio argentino; el rechazo a la instalación de bases militares del Pentágono o de la OTAN en la región; el proyecto de crear una Nueva Arquitectura Financiera Regional; el diseño de una nueva estructura productiva regional; el apoyo al multilateralismo; el sostén de la democracia a rajatabla o la lucha por una región libre de colonialismo, que valorice la plurinacionalidad de nuestros países y defienda la memoria histórica de los pueblos originarios. 

La integración está en disputa

Hay una grieta entre las propuestas de integración soberana y las de libre comercio; entre defender el bien común o los de una pequeña elite; entre los intereses regionales y los del hegemón. “La integración está en disputa”, reafirma Irene León. “Las instancias del capitalismo y geopolíticas hemisféricas de EE.UU. están dispuestas a todo para mantener el control. Quieren consumar su hegemonía, su nuevo diseño de mundo que se organiza en torno a los intereses privados de muy pocas personas como los que estuvieron representados en Davos en estos días.”

En este marco, la Celac aparece como un fuerte perturbador de los planes del gran capital y los poderes hegemónicos en declive. “La Celac es un actor importante y no van a cesar en atacarla. Las estrategias de la restauración conservadora, en la segunda década del siglo, apelaron a todo: el lawfare, los golpes blandos, las sanciones, las estrategias de vaciamiento tanto de Unasur como de la Celac, las presiones corporativas y hasta el uso de los ejércitos con tal de impedir la concreción de proyectos alternativos”, subraya León. El expresidente Jair Bolsonaro llegó a retirar de la Comunidad a un país de la importancia de Brasil. Su reingreso de la mano del presidente Lula da Silva en los próximos días será uno de los momentos más esperados del encuentro.

Aunque la carta de principios no lo diga explícitamente, muchos proyectos de la Celac, al pensarse desde la soberanía, contradicen el modelo capitalista que no habla ni de monedas propias, ni de intercambio múltiples y diversos”, dice la socióloga ecuatoriana.

Si todo marcha bien, con la reactivación de la Celac que se espera en Buenos Aires, habrá una masa crítica suficiente para mejorar las condiciones en el trato de la deuda externa y en el desarrollo de agendas consensuadas sobre recursos naturales, energías, seguridad y defensa, educación, salud, conocimientos, tecnologías, ciencia y cultura. 

El camino no es fácil. Pero, no hay opciones: sólo la unión puede garantizarnos un futuro que no sea de un extremo dolor. La Celac nos abre la puerta.