"Que sea ley": un deseo que ya hizo historia

Por primera vez en la historia, un Presidente envió un proyecto de aborto legal al Congreso para garantizar más derechos. Sin los votos garantizados, por convicción, Alberto Fernández hizo el anuncio para que el Estado esté presente y cuide la vida de las mujeres.

17 de noviembre, 2020 | 20.27

La Argentina vive un momento histórico. Por primera vez, un Presidente de la Nación envió al Congreso un proyecto de ley para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación. Después de casi un año de Gobierno, Alberto Fernández concretó una de sus grandes promesas de campaña, retomó las riendas de la agenda política y mediática y sin tener los votos garantizados se arrojó a un debate que va a generar rispideces. Lo hizo, como dijo, por convicción. Algunos y algunas se preguntan si hace falta arriesgar una derrota política, pero ¿por qué no pensar en que el aborto pueda ser legal, seguro y gratuito? Hay una diferencia clave con el 2018, la primera vez que la iniciativa de la Campaña llegó al Parlamento: el Gobierno milita la ampliación de derechos y pide, como dijo el jefe de Estado, "que sea ley", recogiendo la bandera del movimiento feminista.

Alberto eligió enviar los proyectos de Aborto Legal y Programa de los Mil Días durante una jornada caliente. El Congreso debate, en Diputados, el aporte extraordinario a las grandes riquezas para que el 0,02% más rico de la población colabore económicamente a sobrellevar la crisis generada por la pandemia, reactivar el empleo e integrar. Un plan post pandemia con la vacuna cerca. Seguro no es casual que el anuncio haya tenido lugar en este momento. En el Día de la Militancia Peronista, el Presidente tomó el legado de Juan Domingo y Evita y avanzó en la búsqueda de la ampliación de derechos y la garantía de un Estado presente. Con un futuro promisorio para comenzar a dar fin al COVID-19, las movilizaciones son más posibles. Todos y todas sabemos lo clave que fue la marea verde en 2018. Y el anuncio hizo que los fuegos artificiales sonaran en la zona del Parlamento, cual festejo y desahogo.

"A lo largo de toda la campaña electoral, al momento de asumir esta Presidencia y al dar inicio a este período parlamentario, tomé un compromiso ante ustedes que hoy vengo a cumplir", dijo Fernández en el anuncio. El 1 de marzo, en la apertura de sesiones ordinarias, manifestó que el proyecto estaba redactado y que llegaría en los próximos días. Pero lo que llegó fue la pandemia y la promesa se dilató. La presión ya no cayó sobre los diputados y senadores sino sobre el propio Alberto, a quien se le exigió durante meses que apriete el botón verde. La promesa incumplida se le estaba volviendo en contra y cuando las noticias positivas comenzaron a llegar - la vacuna rusa, la derrota de la extrema derecha en Estados Unidos y la vuelta de la democracia en Bolivia -, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, dio la noticia esperada: el proyecto iba a entrar en noviembre para tratarse en sesiones extraordinarias. El Gobierno recuperó la agenda y las riendas del debate público.

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Pero pasaron casi dos semanas y el proyecto no entraba. Y Alberto no lo anunciaba. Entonces las campañas siguieron en las redes y con caravanas en todo el país. "Alberto, es ahora". "Alberto apretá el botón verde". Y lo apretó. El 17 de noviembre se convirtió en una fecha histórica. La bandera feminista llegó al Gobierno y llegó al Congreso. El proyecto respeta lo propuesto por la Campaña hace años y está acompañado por otro, uno que busca que la pobreza o situación de vulnerabilidad no sea una causa de aborto. La presencia del Estado es clave una vez más. La asistencia durante el embarazo y los primeros años de vida del niño o niña, con garantías para la salud, la alimentación y la identidad, es una iniciativa también revolucionaria. Similar a la de la Asignación Universal por Hijo.

Es que el Gobierno y el movimiento feminista no quieren que todas las mujeres aborten. Quieren educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. El Programa de los Mil Días es otra política en ese sentido. En evitar una situación extrema. "Mi convicción, que siempre he expresado públicamente, es que el Estado acompañe a todas las personas gestantes en sus proyectos de maternidad. Pero también estoy convencido que es responsabilidad del Estado cuidar la vida y la salud de quienes deciden interrumpir su embarazo durante los primeros momentos de su desarrollo", dijo el Presidente. Un Estado presente en cualquier decisión que se tome.

"Que sea ley", dijo el jefe de Estado en su mensaje. Es una frase corta pero cargada de sentido. El Gobierno quiere que el proyecto se apruebe y lo milita. Muchos le pusieron a Mauricio Macri la bandera de haber "habilitado el debate" en 2018. Pero el líder PRO se lavó las manos, se mostró abiertamente en contra, pidió que no saliera y sus principales funcionarios fueron en la misma línea. El apoyo de este 2020 es infinitamente diferente e histórico. En las calles, en la política y en la Casa Rosada.

Más allá del paso histórico que dio la política, encarnada hoy en la figura de Alberto Fernández, no puede dejar de resaltarse el trabajo y militancia de las mujeres, las pibas, las grandes, las viejas, las chicas que hace años pelean por más derechos, que hace años buscan que los cuerpos gestantes no mueran por meterse una percha o una rama de perejil. Que hace años buscan un Estado presente que garantice el acceso a la salud y a procedimientos seguros. Ellas, todas ellas, ya son parte de la historia desde hace mucho.

El poroteo

"El debate no es decirle si o no al aborto. Los abortos ocurren en forma clandestina y ponen en riesgo la salud y la vida de las mujeres que a ellos se someten. Por lo tanto, el dilema que debemos superar es si los abortos se practican en la clandestinidad o en el sistema de salud argentino", dijo Alberto retomando nuevamente los argumentos del movimiento feminista. Más allá de que es difícil calcular o proyectar cómo podría salir el debate en el Congreso - incluso cuándo -, el "poroteo" está instalado.

Un análisis de Economía Feminita compara los resultados del 2018 con una proyección del 2020: 129 a favor para el primer año y 116 para el actual. Todo puede cambiar, claro. En contra, se pasaría de 125 a 108 y las abstenciones se aumentarían de 3 a 33. Si esto se cumpliera, tendría media sanción en Diputados por 18 votos de diferencia a favor de los pañuelos verdes. De todos modos, el último debate nos mostró que todo puede suceder durante la madrugada, como ocurrió con el caso de los pampeanos que dieron vuelta el poroteo y dieron la victoria cuando ya parecía perdido.

El Senado sigue siendo la traba principal. Según el poroteo de Economía Feminita, el trabajo de convencimiento va a ser arduo. En 2018 se consiguieron 31 votos a favor y este año se lograrían 32. Pero la negativa sigue siendo fuerte aunque disminuyó de 38 a 36 y las abstenciones subirían de 3 a 4. Con ese resultado, cuatro votos complican el panorama. No es mucho, pero es una tarea a abordar para que, de una vez, sea ley.

¿Por qué es necesario que el aborto sea legal?

Los datos provienen del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades. Cada año se producen 22 millones de abortos inseguros en el mundo. Casi todos los abortos inseguros (98%) se producen en países en vías de desarrollo. En Argentina, se estima que se hacen por año entre 350.000 y 522.000 abortos inseguros por año. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi todas las muertes y la morbilidad por el aborto inseguro ocurren en países donde el aborto está rigurosamente prohibido por la ley.

Cada año, en el mundo, aproximadamente 47.000 mujeres mueren debido a complicaciones del aborto inseguro. Se calcula que 5 millones de mujeres que han abortado de forma insegura padecen discapacidades temporales o permanentes, incluso infertilidad. En nuestro país, la muerte por abortos inseguros es la primera causa individual de muerte materna desde 1980. Según fuentes del Ministerio de Salud de la Nación, en el trienio 2016-2018 se produjeron 704 muertes maternas. De éstas, 108 fueron por complicaciones de aborto (15,3%).

El aborto legal en los países desarrollados es uno de los procedimientos más seguros en la actual práctica médica, con mínima morbilidad y con tasas de letalidad de menos de una muerte por 100.000 procedimientos realizados. Garantizar el acceso a servicios de aborto legal reduce los costos para el sistema de salud. Los abortos hasta la semana 14 en condiciones de legalidad son seguros y bajos en costos. Se hace por medios químicos.

Lejos de ser un problema, es una solución en todos los sentidos, incluso en el económico ya que mientras que los abortos inseguros implicaron un total de $ 21.282.000 en gastos, las prácticas seguras arrojaron menos de $ 4.000.000 en todos los procedimientos (medicamentos, aspiración manual endouterina o combinaciones entre ambos).

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