El 8M, oficializado en 1975 por las Naciones Unidas como Día Internacional de las Mujeres, se conmemora la historia de las luchas de las mujeres por la igualdad y el reconocimiento de sus derechos.
Es un día de reflexión y de lucha, que pone en el centro del debate público los avances alcanzados por el movimiento feminista y los desafíos pendientes. Veamos algunos de esos desafíos.
Hace unos días, del 1 al 3 de marzo, por pedido del gobierno nacional, vinieron al país expertas de la OEA que integran la comisión para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, quienes mantuvieron distintas entrevistas con sectores públicos y privados para evaluar la situación en Argentina. La comisión consideró distintos casos como el de Milagro Sala, las Ramonas en Catamarca, Cecilia Moreau –presidenta de la Cámara de Diputados–, etc. Todas esas violencias están dirigidas contra aquellas mujeres que defienden modelos progresistas que incluyen amplitud de derechos de género, protección al medio ambiente y políticas antineoliberales.
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Todas las violencias hacia las mujeres son igualmente condenables, sin embargo, el maltrato y el odio sistemático ejercido sobre Cristina tienen una significación muy especial para la política y la democracia.
El grupo de expertas advirtió que los discursos de odio hacia la actual vicepresidenta generaron el caldo de cultivo para el atentado contra su vida que se produjo el 1 de septiembre pasado. La comisión de la OEA afirmó que no puede excluirse de ese intento de magnicidio la perspectiva de género, por lo que se debe hablar de femimagnicidio.
Durante la visita a la vicepresidenta en el Senado, las expertas recibieron un dossier de 96 páginas donde se detallan, además del atentado calificado como “el mayor hecho de violencia política desde el retorno de la democracia en nuestro país”, todo el listado de agresiones, ataques de odio y demonizaciones en su contra, llevados a cabo durante dos décadas.
La delegación del Comité de Expertas concluyó que los casos de violencia política contra mujeres en el país no constituyen hechos aislados, pudiendo constatar que las mujeres tienen miedo, se sienten solas y sin respaldo, porque además los mecanismos institucionales previstos para estas situaciones no se están utilizando. Afirmaron, también, que existe un silenciamiento y una ausencia de condena pública de estos hechos que profundiza, facilita, reproduce y magnifica la violencia contra las mujeres en la política. La impunidad que rodea a estos hechos tiene un enorme impacto en las mujeres y en las instituciones democráticas.
Las expertas denunciaron que la violencia contra mujeres en la política presenta dos agravantes centrales: queda impune y tiene fines disciplinadores, con lo cual se produce, por una parte, una revictimización, y por otra, un daño a la democracia.
El intento de hacer desaparecer, de asesinar a la figura política más representativa del país tiene un correlato: la proscripción. El par femimagnicidio-proscripción constituye un ataque de odio al cuerpo colectivo que impacta negativamente lo social, convierte a la política en violencia, al debate de ideas en grieta y a la democracia en un simulacro.
El femimagnicidio fallido contra Cristina Fernández y su proscripción constituyen hechos que trascienden su persona: simbolizan un ataque contra todas las mujeres, lesbianas, travestis y trans que se animan a disputar en los espacios políticos las hegemonías naturalizadas, así como una bala que pretende hacer desaparecer lo popular.
La proscripción debe ser resistida; no hacerlo significa aceptar el drama de un simulacro democrático y la insatisfacción social concomitante para gran parte de las fuerzas populares.
Afirmar exclusivamente –como hizo el presidente– que Cristina es "inocente", es despolitizar la causa, elidir la violencia de género hacia la mujer afirmada por el comité de expertas de la OEA y negar que las balas –judiciales y de las otras– van contra la lideresa del pueblo y la voluntad popular.
Cristina está proscripta; militar la no proscripción de Cristina y la no violencia política hacia ella y las otras mujeres, implica fidelidad a las luchas feministas y restitución de la utopía y la épica en política, debilitadas en el país en éstos últimos años.