No es una tormenta perfecta, pero el cielo no limpia y el pronóstico dista de ser alentador. China desacelera con fuerza y crece al menor ritmo del último cuarto de siglo. Brasil atraviesa un cóctel de ajuste y recesión.
Los precios de los commodites no se recuperan: la soja ronda los u$s 350 dólares y el petróleo a u$s 50 hace poco atractivas las inversiones en el oasis del petróleo no convencional Vaca Muerta, a la vez que hunde a Rusia, ese viejo nuevo socio del mundo multipolar.
Este fue el diagnóstico que, palabras más, palabras menos, hizo el Palacio de Hacienda sobre la situación que debe enfrentar el país. Es, también, el mundo que heredará el próximo gobierno.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Diez días atrás, al anunciar medidas para pequeños y medianos productores agropecuarios, el ministro de Economía Axel Kicillof reparó en "la situación de nuestros clientes". China, que compra casi el 20% de las exportaciones argentinas, crecerá en 2015 6,8%.
Es un dato módico para una economía que creció a más del 10% promedio durante una década hasta 2011 y traccionó a todo el mundo emergente.
Un economista con viajes a Pekin en el lomo sostuvo que la desaceleración de la economía china llegó para quedarse y el mundo deberá acostumbrarse a un crecimiento de la potencia asiática de entre 5 y 6%. En otras palabras: el próximo presidente argentino deberá convivir con una demanda más acotada de soja. Los súper precios de la oleaginosa parecen cosa del pasado.
El otro gran socio comercial, Brasil, atraviesa por una recesión sostenida, con crisis política incluida. Si China compra la soja, Brasil se lleva el 80% de las exportaciones de autos, el principal motor de la industria de la última década. Brasil devaluó su moneda más de 30% en el último año y terminará 2015 con una caída en su actividad de entre 1 y 1,5%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras proyecciones.
"La combinación entre la depreciación del real y la contracción de la demanda brasileña augura un nuevo declive en las exportaciones", pronosticó la consultora Finsoport, de Jorge Todesca, luego de que las ventas al país vecino pasaran de u$s 16.500 millones en 2013 a u$s 14.100 millones en 2014. El proteccionismo industrial, por ahora, detiene la oleada de productos brasileños más baratos que tanto teme la industria argentina.
Este es el mundo que heredará el Gobierno, y que hace mella en las exportaciones argentinas. Según datos del Indec, el superávit comercial se redujo 63% interanual en el primer semestre y totalizó u$s 1.232 millones, muy lejos de los u$s 9.197 millones que presupuestó el Ejecutivo para todo 2015. La baja de precios de los commodities afecta a la región. "Las exportaciones de Brasil caen un 15% en lo que va del año, en Argentina caen un 19%, y en Venezuela un 44%", afirmó un reporte de Econométrica.
Todos los rubros exportables cayeron, pero sobre todo las economías regionales. "En el norte, las principales caídas vienen de la mano del arroz (-67%), el tabaco (-44%) y los productos forestales (-35%). En la región Centro, miel (-34%), pollos (-27%), quesos (-22%) y leches (-19%) son los más afectados.
En tanto, en la región de Cuyo, los despachos de cebolla (- 28%) y ajo (-10%) se mantienen deprimidos.
Por último, las exportaciones de manzanas (-42%) y peras (-25%), producidas en la zona del Alto Valle, lideraron la caída en la región Patagónica, seguidas por un descenso de la performance energética y pesquera en todo el litoral marítimo (-14%)", afirmó la consultora Management & Fit en base a datos del Senasa. Kicillof es consciente de esta realidad, que afecta a 1,5 millones de personas (se calcula que ese es el empleo total de la suma de las economías regionales) y anunció medidas puntuales para cada segmento, aunque los productores las juzgan insuficientes.
En este contexto, el sector agropecuario enciende luces de alerta para la campaña 2015/2016. La venta de insumos para sembrar soja cae entre 15 y 20% anual, según fuentes del sector. La Bolsa de Rosario mantiene estimaciones similares a la campaña actual, pero advirtió en su último reporte que el peso de los costos es tal que "los cálculos (optimistas) se están haciendo con rindes promisorios de 35 a 40 qq/ha (quintales por hectárea), con la esperanza de que el clima prometa una segunda bendición; de lo contrario, se entraría en la zona de márgenes negativos".
Por eso, los asesores de los principales candidatos a la presidencia saben que deberán conseguir un importante colchón de dólares financieros para capear el temporal sin realizar un ajuste brusco. Miguel Bein, el consultor estrella de Daniel Scioli, blanqueó en su último reporte que el próximo gobierno deberá tomar deuda en el mercado para ganar tiempo para efectuar las modificaciones que la economía necesita: bajar los subsidios a la energía para reducir el déficit fiscal y moderar la inflación.
Para Econométrica, "el próximo Gobierno necesitará más de u$s 20.000 millones (4% del PBI), para financiar el atraso cambiario en estos niveles (u$s 12.500 millones) y el pago de la deuda pública en dólares (u$s 9.000 millones)". Despejar el horizonte de financiamiento permitirá alejar la expectativa de inminente devaluación, tal como sucedió en 2015". Un economista del Frente Renovador fue más crudo: "Entre octubre y diciembre, el próximo presidente deberá tener a alguien en Nueva York que consiga dólares".