Alberto decidió priorizar la vida a costa de poner la economía en el freezer antes que el resto de los países, sabiendo que su decisión tal vez no sea la más conveniente en términos políticos. Es muy factible que el pico del coronavirus llegue al mismo tiempo que el pico del descontento social, fruto del parate económico temprano. Trump, Bolsonaro, Johnson y otros que priorizaron la economía no son unos “loquitos”, como suele simplificarse: ellos especularon con que el electorado podía soportar unos muertos más, pero no una depresión económica. Hasta ahora todo indica que terminarán perdiendo vidas, plata y las elecciones. Habrá que ver.
Argentina tiene desventajas respecto a los países del primer mundo: un entramado productivo más débil, amplios sectores sociales con un alto grado de vulnerabilidad y medios de comunicación que esperan el doble pico corona-social para golpear. Es imprescindible tener presente que el virus llegó al cono sur en medio del lawfare regional y que el golpe a Evo Morales y el reciente fallo de ocho años de cárcel contra Rafael Correa lo muestran vigente y vigoroso. Ninguna democracia está garantizada por aquí. En las últimas dos semanas Clarín salió fuerte contra el gobierno: “ineficiencia, falta de coordinación y hasta corrupción”, son palabras que volvieron a sus páginas. En muchos casos se concentran en el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, una forma poco sutil de pegarle a Alberto. El gobierno conoce el panorama, pero se muestra confiado.
El entramado social
“Sabemos que en unas semanas la salud y la economía van a golpear y que algunos medios van a aprovechar para pegarnos duro”, señaló a El Destape un alto funcionario oficial. “Pero estamos muy preparados. Vamos a poner toda la plata que sea necesaria para ayudar a los trabajadores y contamos con que el entramado social funcione. En la región no hay otro país que cuente con semejante nivel de intendentes fogueados en el territorio, con nuestras organizaciones sociales, con los curas villeros, con nuestros sindicatos”, detalla el hombre de confianza de Alberto.
En el gobierno piensan que las comparaciones lo van a ayudar a demostrarle a la población que hizo lo correcto, dentro de las posibilidades de un país que viene de cuatro años de despojo estatal. “El saldo con respecto a los países de la región es positivo para la Argentina y por lo que se ve también en relación a los países centrales. El Estado seguirá apoyando fuerte a trabajadores y empresas”, reforzó el funcionario.
El problema son los que están afuera del radar habitual: los plomeros, los electricistas, los dueños y empleados de bares, los taxistas y un montón de trabajadores que normalmente viven de su trabajo, sin ayuda oficial, pero al día. Aunque estaba programado dar apoyo a 3,5 millones de personas, finalmente Anses va a entregar más de 7 millones de beneficios a estos sectores. Pero, de todas maneras, los 10 mil pesos del IFE son claramente insuficientes para quien no tiene otro ingreso. Habrá que estar atento a esas carencias.
Baja de sueldos para los que no trabajan
Entre los empleados en blanco la situación también es complicada. En la reunión entre sindicalistas y empresarios de esta semana con Santiago Cafiero, se habló de la posibilidad de bajar salarios. Algunos sindicalistas podrían aceptar que hasta que finalice la pandemia, los trabajadores que están “parados” tengan un descuento en sus haberes. En el gobierno algunos piensan que “el hecho de que ganen lo mismo quienes siguen trabajando y quienes están en sus casas puede ser un desincentivo para quienes salen todos los días a arriesgarse para mantener el país funcionando”. Es posible que antes de que se pague el sueldo de abril se pacte algún piso para esa rebaja que “evite descuentos mayores”, aunque los funcionarios saben que no será bien visto. Este será otro factor de fricción.
Se harán un millón de test
Alberto logró un amplio consenso sobre su decisión de imponer la cuarentena temprana y mantenerla. Suele aún ser castigado por la cantidad de test que se realizan. El gobierno señala que el promedio internacional es de 10 a 20 test cada cien mil habitantes y que Argentina está hoy en 13,6. De todas maneras, un hombre fundamental en el esquema de Alberto señaló a este medio que “en total vamos a hacer al menos un millón de test”. Además de los reactivos comprados hasta ahora se esperan 500 mil más. Y la novedad es que el laboratorio Roche está desarrollando reactivos en el país.
Cuarentena férrea o “Acuerdo social”
Una frase que pasó desapercibida en la conferencia de Alberto cobrará importancia en las próximas semanas: “acuerdo social”. Alberto sabe que una cuarentena cerrada como la actual es difícil de sostener en muchos sentidos: desde lo económico hasta lo sicológico. Pero está al tanto de los pasos en falso de Singapur y Suecia, que salieron de la cuarentena y tuvieron que volver a implementarla porque se les dispararon los contagios y los fallecimientos. Lo que le dicen los especialistas al presidente es que si la gente fuera disciplinada se podrían habilitar más sectores y algunos entretenimientos -ahí entran caminatas y salidas a correr-. Para eso el presidente insistirá una y otra vez en que “si se cumplen las reglas del distanciamiento social se podrán ir abriendo algunas puertas”.
El otro factor que comienza a jugar en las decisiones sobre la duración y el formato de la cuarentena son los pedidos de los gobernadores. Si bien en público se muestran de acuerdo con la decisión presidencial, algunos en reserva piden una mayor apertura. Por eso Alberto decidió que lo pongan por escrito: “mándenme las propuestas por escrito con un protocolo y lo voy a analizar”, les contestó en la conferencia.
La apertura de la cuarentena que piden los empresarios tiene un límite infranqueable: el transporte público. Se sabe que fue el gran transmisor del contagio en Italia y España y va a de la mano de la apertura económica. No se habilitará el uso normal del transporte público hasta el fin de la pandemia y sin transporte público la mayor parte de los trabajadores no puede llegar a sus puestos.
El pueblo quiere más Estado
“Esperamos que el país salga de la pandemia con una revalorización de el Estado”. La frase se repite entre las principales espadas del Presidente y ya hay datos que la corroboran. Los focus group que encarga jefatura de Gabinete muestran una sociedad que encuentra alivio y confianza en el mismo Estado que hasta hace poco abominaba. Por el contrario, la mayoría piensa que los empresarios no están a la altura de las circunstancias y “tratan de salvarse solos”.
La foto actual muestra un gobierno en control y la situación estabilizada para los estándares actuales. Pero las presiones para levantar la cuarentena, bajar salarios y priorizar la economía crecerán con el paso de los días y es muy factible que sean muy fuertes cuando en mayo llegue el pico del virus a una sociedad cansada y en muchos casos con grandes carencias. También Alberto y sus funcionarios estarán cansados. Ahí el temple que hoy muestra el presidente tendrá su gran prueba; ahí ese hombre que Cristina eligió para burlar el lawfare tendrá un desafío aún más difícil: salvar todas las vidas posibles sin perder el poder.