Entre los trabajadores, entre los de abajo, la nota es mucho más baja aún, y no es para menos. Crece la bronca porque los precios no paran de aumentar, porque la economía no se recupera -la industria y la construcción siguen en caída, y porque existe temor a nuevos despidos en el Estado a fin de año. Además siguen llegando aumentos de tarifas mientras comienzan los cortes de luz por los primeros días de calor. Parece que se está lejos del "juntos, vamos a estar mejor" tan promocionado en su campaña electoral.
Sumado a esto, hubo bronca en los lugares de trabajo por el provocativo proyecto del gobierno sobre el impuesto a las ganancias que, en vez de eliminarlo como había prometido en su campaña, aumentaría entre 500.000 y un millón el número de trabajadores afectados por ese aberrante impuesto. Finalmente, dicho proyecto fue reemplazado, contra la voluntad de Macri, por un dictamen de la oposición que en estos momentos está buscando su aprobación en el Senado. Al gobierno no le cierran las cuentas, la Vicepresidenta Michetti anunció que se recurrirá al veto de ser aprobado este proyecto. Con este veto el gobierno volvería a demostrar, tal como lo hizo con la ley antidespidos, que no hay lugar para leyes que mejoren las condiciones de los trabajadores, o que al menos atenúen el ajuste.
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Nuestro balance es claro: a Macri le pondría un aplazado. El gobierno macrista ha tomado todas las medidas para los de arriba, y ninguna para los de abajo. Y, para colmo, conduce al país a una crisis en el corto o mediano plazo como reconocen muchos analistas y economistas.
Es que con el triunfo de Trump se pone en peligro la principal fuente de ingresos del gobierno: el financiamiento externo. Esta realidad obliga al gobierno a adelantar los plazos de la segunda etapa del ajuste que quiere imponer: se viene un 2017 donde Macri tendrá que profundizar su ataque a los trabajadores. Al servicio de este objetivo es que los funcionarios y los medios de comunicación vuelven a arremeter contra los piquetes, en la búsqueda de un consenso conservador en donde la herramienta elemental de los trabajadores en lucha por sus reclamos se vea deslegitimada frente a toda la sociedad, facilitándose medidas represivas.
En este primer año de Cambiemos podemos comenzar a traducir algunas de las que fueron sus propuestas de campañas: ni juntos, ni mejor. Una transferencia de riqueza desde abajo hacia arriba descomunal, un desfinanciamiento del Estado brutal con gran incremento del endeudamiento externo -que después intentarán hacer pagar a los trabajadores y al pueblo, ataques a la salud y a la educación pública, sin olvidarnos de los cuestionamientos a las libertades democráticas y la lucha por los Derechos Humanos.
Pero al mismo tiempo, ha sido un año donde en cada terreno donde el Macrismo buscó atacar y ajustar se han dado importantes respuestas desde las y los de abajo: el 2016 también fue el año de grandes movilizaciones por el salario y contra los despidos, por los Derechos Humanos, por los derechos de las mujeres, por la educación pública, por el derecho a la protesta social, entre otras cuestiones. En el primer año de gobierno de Macri y a pocos días de cumplirse el 15avo aniversario del la rebelión popular del 2001, el nuestro es el país del argentinazo. Y eso no se borra por decreto.
En ese sentido, nuestro partido trabajará duramente el año que viene para presentar desde Izquierda al Frente por el Socialismo (IFS) una alternativa para defender los intereses de los trabajadores, las mujeres y la juventud.