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Roberto Navarro mostró cómo la habilitación de la Time Warp se hizo violando las leyes vigentes, que exigen una serie de documentos de importancia que se presenten cuatro días antes del evento. Muchos de ellos, vinculados al control de los matafuegos y la estructura del escenario, recién llegaron a las oficinas porteñas el días anterior, con la consecuente imposibilidad de poder revisarlos todos para hacer una correcta inspección.
Inclusive, la inspección no se había realizado el mismo día de la fiesta, violando todas las obligaciones existentes, como tampoco hubo control de parte del gobierno porteño de que hubiera una correcta provisión de bebidas, otra de sus obligaciones. Sumado a que había más de 20 mil personas en un evento habilitado para 13 mil, todo hace recordar a la nefasta noche de Cromañón.