Testigos truchos: los protegidos son cuidados por el enemigo

Testigos que denunciaron una red de coimas dentro de la Policía de la Ciudad estaban dentro de un Programa que tenía como “operador” a un amigo del comisario denunciado.

01 de agosto, 2019 | 19.37

A fines de diciembre de 2016, apenas asumido Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gobierno porteño, José Pedro Potocar fue nombrado como el titular de la nueva Policía de la Ciudad para asumir el 1º de enero del año siguiente. Poco tiempo duró en el cargo ya que quedó detenido por una red de coimas cobrada a trapitos a cambio de “protección” y comerciantes por parte de efectivos de la comisaría 35º. El jefe de la fuerza de seguridad fue acusado de "cohecho" y "asociación ilícita" por el juez Ricardo Farías. Quienes revelaron este entramado, otros policías, quedaron bajo el Programa de Protección de Testigos sin saber que en él trabajaba una persona muy cercana a quien habían denunciado. Protegidos por el enemigo.

El flamante jefe de la Policía quedó detenido el 25 de abril de 2017, poco más de cuatro meses después de asumir, y fue excarcelado el 1 de agosto de ese año tras pagar una fianza de $100 mil. Sin embargo, quienes lo denunciaron continúan con protección: policías que denuncian a policías.

La denuncia fue realizada por dos efectivos de la fuerza de seguridad mediante un mail anónimo, según confiaron a este medio. Sin embargo, la IP de la computadora de la que fue enviado ese correo fue detectado y los citaron a declarar. Por la envergadura de lo dicho, quedaron bajo el Programa y por ser policías fueron integrados a la planta de trabajadores.

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Según pudo reconstruir El Destape, Carlos Linsalata, un subcomisario de la Policía porteña que ingresó por la puerta trasera al Programa de Protección de Testigos era cercano a Potocar.

Linsalata fue un hombre de la Aduana en tiempos de Juan José Gómez Centurión, época en la que se conoció la llamada “mafia de los contenedores” y hace años es miembro de la fuerza de seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. Jamás abandonó ese cargo pese a haberse desempeñado dentro del Programa de Protección de Testigos, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, a cargo de Germán Garavano. No figura en los papeles oficiales pero este medio logró confirmar que así fue, que trabajó allí. Así como también que tenía una relación cercana con José Potocar, a quien consideraba una buena persona, sencilla y que fue “volteado” de su cargo por unos simples papeles, por algo que seguramente fue armado porque no cualquiera logra desbancar a un comisario de la Policía.

Prueba de que Linsalata trabajó en el Programa de Protección de Testigos

Carlos Linsalata es una persona cercana a Potocar y tenía a su lado - no a su cuidado porque no era operador de ellos - a testigos que habían denunciado la red de coimas que lo llevaron a prisión. Decir decir “a su lado” es una literalidad. En la oficina contigua a la que supo ocupar este hombre y otro de su confianza - ambos desplazados ahora - estaban los dos protegidos - trabajadores del Programa.

Uno de ellos continúa como empleado y renunció a la protección para poder ser contratado. El otro fue relocalizado por una cuestión de seguridad.

Linsalata, según pudo averiguar El Destape, ingresó de un día para el otro al Programa, sin ningún tipo de preparación previa para poder asistir, cuidar y bregar por la seguridad de los protegidos y tuvo a su cargo casos clave para el oficialismo como el de Oscar Centeno, Víctor Manzanares o Alejandro Vanderbroele. 

Su rol, lejos de ser el de un clásico “operador”, como se denomina a quienes cuidan a los testigos, los asisten y brindan una salida a su situación, fue el de ser un mediador entre el Ministerio de Justicia y el Programa. ¿Cómo? Mediante “sugerencias” a la hora de declarar para tener mejores condiciones para su estilo de vida.

Cuando el diputado nacional Rodolfo Tailhade pidió un informe público sobre sus funciones dentro del Programa, simplemente se fue.

Pero no fue tan simple su partida. Este medio pudo averiguar que el subcomisario de la Policía se llevó un disco externo con información sensible sobre cada uno de los empleados del Programa: las identidades reales de los operadores y de los propios protegidos, lo que lo convierte en un peligro para aquellos que hayan denunciado algo que lo haya molestado.