El lunes 13 de abril continuará el aislamiento social obligatorio en la Argentina, aunque el Gobierno adaptará las condiciones en función de los resultados con los que cuente. La evaluación parcial del efecto de las medidas restrictivas es positiva: Alberto Fernández considera que se cumplieron los objetivos y cree que la evolución fue considerablemente mejor que si no se hubieran tomado a tiempo.
Entiende, sin embargo, que resulta imprescindible mantener la cuarentena hasta tanto no se haya dejado atrás el pico epidemiológico, algo que en el ministerio de Salud evalúan ocurrirá a comienzos de mayo. Y al mismo tiempo es necesario optimizar la reglamentación para que todos los sectores que puedan ponerse en marcha sin arriesgar la estrategia sanitaria puedan continuar trabajando.
La decisión va a demorarse hasta el fin de semana, para contar con la mayor cantidad de información actualizada antes de hacer anuncios. El Presidente tendrá la palabra final, pero pesará en su decisión el consejo del comité de expertos que lo asesora en materia científica, las conclusiones de una mesa de trabajo donde participarán CGT y la UIA que tendrá su primera reunión mañana y la opinión de los veinticuatro gobernadores.
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Entre las actividades que podrían quedar eximidas de guardar cuarentena a partir del lunes que viene, el Gobierno pone especial interés en la construcción. Se trata de un rubro que da trabajo a la población más vulnerable, de forma tal que su reactivación puede traer un módico alivio al bolsillo de los habitantes de las zonas donde más hace falta que la economía se mantenga en marcha.
Además, le permitirá al Gobierno volcar recursos a través de programas de obra pública. Por ahora, sólo se continúan los proyectos que apuntan a fortalecer al sistema de salud ante la pandemia. Pronto se reactivarán trabajos de vialidad, en zonas poco pobladas, y más adelante comenzarán a realizarse pequeñas obras urbanas. Habrá límites a la cantidad de trabajadores y se dispondrán medidas excepcionales de protección.
También podrían habilitar la reapertura de pequeños comercios de barrio de algunos rubros, en horario regulado y cupo de clientes dentro del local. La idea es que se trate de negocios en los que tanto empleados como clientes vivan cerca, de forma tal de evitar traslados de gente. Quedarían exceptuadas librerías, mercerías, jugueterías y zapaterías, por ejemplo. No así las actividades que requieran contacto personal, como peluquerías o salones de belleza.
Un criterio similar se utilizará para dar carta blanca a algunos servicios personales y profesionales, desde paseadores de perros hasta estudios de arquitectura, pasando por pintores, contadores o jardineros. Existe un debate sobre qué hacer con las trabajadoras domésticas, que en muchos casos están precarizadas y dependen de su actividad para subsistir, pero corren un riesgo mayor de contagiar y ser contagiadas.
Las industrias se evaluarán caso por caso y aquellas que sean habilitadas deberán funcionar con personal reducido en grupos no demasiado numerosos, que podrían rotar de acuerdo a las necesidades. Se hará un seguimiento de esos trabajadores y se controlará la temperatura de cada uno al ingresar y al retirarse. Podrían acordarse horarios escalonados para no saturar el sistema de transporte público.
Los bancos seguirán abiertos la semana que viene y existe especial celo en cuáles serán las condiciones en las que van a trabajar, para no lamentar más papelones. En principio, además de recibir a jubilados y beneficiarios de programas sociales, se establecerá un horario para atender sólo a PyMEs. De todas formas, el gobierno pretende que todas las operaciones que puedan hacerse de forma remota permanezcan en el ámbito de lo virtual.
El diseño del organigrama que regirá desde el lunes implica una labor casi quirúrgica. Si el flujo de personas que comienzan a circular es demasiado grande, el riesgo no pasa solamente por una aceleración de la tasa de contagios. Cada positivo en una fábrica obligaría a poner en cuarentena a todos los trabajadores de ese turno. Si la enfermedad circula, en poco tiempo la empresa volvería a cerrar por falta de mano de obra.
Tampoco debe soslayarse que aunque se permita la apertura de ciertos comercios, es probable que la facturación caiga fuertemente, por el menor caudal de movimiento en las calles. Por eso, en el gobierno calculan que, al menos en un primer momento, hasta la mitad de los locales que queden habilitado a abrir preferirá seguir cerrado, ya sea por razones de seguridad o porque el cálculo económico en estas condiciones no les cierra.
Por otra parte, hay una serie de actividades que, se descuenta, tardarán más en comenzar a normalizarse. Las clases, por caso, todavía no tienen fecha de regreso y es probable que sea uno de los últimos rubros en volver a funcionar. Lo mismo corre para espectáculos y eventos deportivos que impliquen una aglomeración social, aunque el fútbol podría volver, en junio y sin público, si todo sigue encarrilado como hasta ahora.
Los locales gastronómicos, como restaurantes y bares, en principio seguirán cerrados algunas semanas más, y cuando abran lo harán con su capacidad disminuida para garantizar al menos cuatro metros cuadrados por cliente. Tampoco volverán a abrir los hoteles, que en muchos casos seguirán destinados a recibir pacientes con síntomas leves o personas que no puedan realizar el aislamiento en sus hogares.
Otro tema en evaluación es el de los viajes entre distintas ciudades y provincias, que hoy se encuentran interrumpidos. La cuarentena encontró a muchos lejos de sus hogares y se evalúa abrir una ventana para que puedan regresar, aunque preocupa que desde zonas donde el virus ya circula se exporten nuevos casos a otras en las que la situación se encuentra bajo control. Se buscará una solución que atienda ambas necesidades.
En cuanto al transporte público de corta distancia, será clave evitar que vuelva a convertirse en un foco infeccioso. Quizás, es el principal cuello de botella a la hora de evaluar qué actividades podrán reactivarse: nada que implique sobrecargar los colectivos, trenes o subtes es aplicable en este momento de la pandemia. Se mantendrán los cupos máximos por vehículo o vagón y se buscará aumentar la frecuencia para atender la mayor demanda.
Por último, el Gobierno evalúa algún tipo de relajamiento en la prohibición de salir a la calle para dar un paseo corto o hacer ejercicio en parques o plazas, de forma tal que el aislamiento prolongado resulte menos cargoso para quienes ya llevan más de dos semanas encerrados. De todas formas, algunos infectólogos advierten que esa medida no resultaría prudente. La última palabra la tiene el presidente Fernández. Lo sabremos el fin de semana.