Se viene un nuevo gobierno y las anticipaciones acerca del rumbo que va a tomar están a la orden del día. La unidad armónica y sintetizada del armado electoral no parece ilustrar la realidad de los años que se vienen. Básicamente, porque el conflicto es la experiencia fundante de la política y la derrota del macrismo en las urnas no supone la superación de los antagonismos que nos han traído hasta acá. Y aún más, una vez caído el macrismo en tanto significante contra el cual hoy nos articulamos: ¿cómo haremos para seguir siendo “Todes”?
Sin dudas, la tarea urgente será reparar los daños extremos que ha generado el macrismo. Parar el hambre, la represión, la desocupación, poner al alcance de todes medicamentos y vacunas, que los pibes vuelvan a las escuelas, recomponer los salarios de los trabajadores, ordenar la deuda y las finanzas públicas. Una tarea enorme que nos coloca en un escenario de problemas largamente recorridos en la historia reciente. La referencia al 2003 y el recurso de la experiencia (“ya lo hicimos antes”) es ineludible y seguramente por eso también se explica la performance electoral del Frente de Todxs. Pero con sólo mirarnos sabemos que no somos los mismos, que todes estamos distintos.
El kirchnerismo vino a saldar una deuda histórica de la democracia y a resignificar una identidad política nacional y popular. Las políticas de Memoria, Verdad y Justicia fueron el eje vector de ese tiempo que se abrió en el 2003 y no sólo implicó un proceso de reparación de las heridas abiertas por el terrorismo de Estado, también se cifró en esa experiencia la reparación de una nueva autoridad política sin la cual no hubiera sido posible avanzar en el resto de los frentes: las paritarias, la recuperación de los fondos jubilatorios, la AUH, la incidencia de la Educación en el presupuesto nacional, las vacunas, entre tantas otras medidas.
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Entonces, me pregunto: ¿Cómo será esta vez? ¿Cuál será el principio de construcción de este nuevo tiempo de reparación? ¿Qué tipo de autoridad política podrá esta vez convocarnos a reconstruir la patria, a identificarnos en una tradición de lucha pero también de conquistas, cómo dirimiremos los antagonismos (ahora que volvimos a conversar los que hasta ayer nos enfrentamos a muerte)?
Caído el macrismo quedará aquello de lo que es mandatario. Pero: ¿sobre qué antagonismo se cifrará el futuro?
Muchas preguntas pero alguna certeza: la nueva conformación necesita de las militancias que vienen cobrando fuerza y le dieron viabilidad al resultado electoral. Se necesita más que nunca una población inquieta, politizada y militante. Recomponer el lazo solidario en esta Argentina ensombrecida por el macrismo, pero iluminada por la unidad, sólo será posible desde la sororidad, la empatía y el calor de la tensión política. Eso que la pendejada tiene tan claro: en el silencio no hay nada. Habrá que ponerse en marcha, porque andando se acomodan las demandas.
*Colaboración autoral: Soledad Guarnaccia