El fiscal Carlos Stornelli negó su vínculo con Marcelo D’Alessio al acusar que por primera vez escuchó su nombre a fines de 2018. Sin embargo, la causa de los presuntos sobreprecios en la importación de gas natural licuado (GNL) se guió en información presentada por el espía mucho antes de la fecha que el funcionario acusa. Por una última presentación del extorsionador, el lunes deberá comparecer Cristina Kirchner en el juzgado de Claudio Bonadio.
“Vino a la fiscalía a traer una información y prestó información. Pero yo lo conozco hace tres o cuatro meses; cinco. No mucho más”, prometió Stonelli desde la pantalla de TN al día siguiente de la revelación de la extorsión que publicó Horacio Verbitsky. El fiscal se refería a las declaraciones del 5 y 12 de noviembre pasados del extorsionador en el marco del expediente.
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El primero de esos días, D’Alessio se presentó espontáneamente en la fiscalía y prestó declaración testimonial ante el titular del despacho. Volvió una semana después, según consignó en el acta a la que accedió El Destape, “para ratificar todo el contenido vertido en la entrevista que tuve con el periodista Daniel Santoro a efectos de brindar la información veraz contenida en la formó su libro El Mecanismo. A partir de la anterior declaración y releyendo el libro entendí que completaría dicha declaración las circunstancias relacionadas con la emisión de pólizas de seguro”.
No obstante fue cierto que D'Alessio compareció ante Stornelli en ambas circunstancias, el fiscal ya utilizaba información del espía al menos un año atrás. El propio Santoro consignó el 7 de julio de 2017 en una de sus notas sobre GNL que “los informes, a los que accedió Clarín en fuentes judiciales, afirman que hubo sobreprecios en la compra del gas oil, en la calidad del combustible, en la distribución a través de camiones a los más de 60 generadores eléctricos distribuidos en todo el país y en los costos portuarios. En los escritos, elaborados por abogado Marcelo D´Alessio se afirma por ejemplo que los buques pagaban los gastos portuarios ‘en una cuenta en Panamá de un banco privado argentino’”.
Es decir que el funcionario del Ministerio Público ya basaba su pesquisa en los escritos del auto sindicado como agente encubierto, infiltrado en ENARSA durante el kirchnerismo para extraer datos para la DEA y, aparentemente, también para Stornelli.
El expediente ha sido el caballito de batalla de Bonadio y Stornelli contra el kirchnerismo, plagado de irregularidades. La última fue que las declaraciones de D'Alessio fueron incluidas en el cuerpo recién tres meses después, el 14 de febrero, una semana después de que El Cohete a la Luna demuestre que el espía extorsionó a un empresario rural para el fiscal. Pero, en comparación, esta resulta una falta menor.
El dúo Bonadio-Stornelli utilizaron un perito trucho para llevar a juicio oral al ex ministro de Planificación Julio De Vido y su ex secretario de Coordinación, Roberto Baratta. El tribunal recién descubrió que el especialista David Cohen mintió, copió el trabajo de universitarios chilenos para alegar sobreprecios en la importación de GNL, pero que se basaba en condiciones ajenas a las del caso, que no podían extrapolarse. Ahí se cayó la principal prueba.
En esa circunstancia, mientras las defensas se preparaban para pedir los sobreseimientos de los procesados por información falsa, D'Alessio blanqueó su relación con Stornelli con su testimonial voluntaria. El espía aportó una carpeta con documentos que, dijo, le llegó de un “anónimo” a su oficina en Las Toscas donde funciona un estudio de abogados que lleva su nombre.
Con la nueva guía del extorsionador, el fiscal pudo reflotar la causa de la terapia intensiva a la que la había llevado. Bonadio aprovechó este nuevo armado para armar una nueva rueda de indagatoria con absolutamente todos los procesados, pero también citó para el lunes a las 10 a Cristina Kirchner, a quien involucró a pesar de que nunca figuró en el expediente.
Las fotocopias de los cuadernos
La de GNL es la causa madre de las fotocopias. Surgió por un denunciador serial que a fines de 2014 pidió que la Justicia investigue presuntos sobreprecios. Al año siguiente fue apoyado por les entonces diputades Laura Alonso, Federico Pinedo y Patricia Bullrich, la ahora ministra de Seguridad, quien D'Alessio acusa que le pagaba $ 200.000 por la defensa de Leonardo Fariña, que en rigor le corresponde a Rodrigo González, el ex abogado del extorsionador.
Luego de que el perito trucho saliera a la luz, cayeron sobre las manos de Stornelli las fotocopias de los cuadernos, que entre él y el magistrado decidieron no entregarla a sorteo y quedársela. Pero por la voluminosidad del trabajo nuevo eligieron separarlo en un expediente independiente, nuevamente a cargo suyo de forma irregular.
Ésto, entonces, no sirvió para reflotar la causa que las investigaciones de D'Alessio habían llevado a una calle sin salida. Por eso el espía se presentó voluntariamente, esta vez con el efecto deseado. Aunque su salto a la fama desprestigia por completo todos sus “aportes desinteresados” en la persecución a los ex funcionarios.
Durante varios años Stornelli usó este circo de causa para mantener con prisión preventiva a los más altos funcionarios de Planificación, con información del extorsionador cercano a Bullrich, la AFI y Mario Montoto, titular de la Cámara de Comercio Argrntino-Israelí. Y ahora lo usa para atacar a la ex presidenta. Predecible y flojo de papeles, pero con un blindaje mediático y judicial intocables que le vende al público una apariencia de seriedad.