La ministra de Seguridad Patricia Bullrich logró incorporar a su acervo algo que forma parte de la esencia de la Alianza Cambiemos: la mentira planificada. En un reportaje realizado en el piso de TN con el escriba Joaquín Morales Solá –justo el mismo día del papelón holandés vaya casualidad-, la funcionaria sostuvo que “la Gendarmería no tocó a Santiago Maldonado”, dando a entender que dicha fuerza no tuvo nada que ver con su muerte. También insistió con la idea que desde el Ministerio de Seguridad se llevó adelante una profunda investigación, que ella misma entrevistó a los gendarmes que participaron de la represión del 1 de agosto (algo que es mentira) y que a partir de ese trabajo se arribó a la verdad, su verdad.
Curiosas confesiones de la Ministra. El Gobierno pasó de negar la presencia de Santiago Maldonado dentro de la Pu Lof, vincularlo con la RAM, creerlo en Chile y en no sé cuántas ciudades de la Argentina a “los gendarmes no lo tocaron”.
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El Gobierno encontró detrás del resultado de la autopsia que indicó que Santiago murió por asfixia coadyuvado por sumersión la “calma de conciencia” que necesitaba. Pero la autopsia no dijo cuáles fueron las circunstancias en las que Santiago murió o cómo es que corrió al río decidido a meterse en el agua helado a pesar de tenerle miedo. Y Bullrich tampoco lo puede decir porque si intentara una explicación, mínimamente verosímil de los hechos, saldrían a la luz el cúmulo de mentiras (planificadas) que fueron ejecutadas desde su Ministerio.
El Gobierno y la GNA pasaron de decir que los uniformados nunca habían llegado al río Chubut a tener que admitir que sí lo hicieron. Al menos hubo tres grupos de gendarmes que recorrieron la orilla.
El Gobierno y la GNA pasaron de decir que siempre estuvieron a más de 50 metros de los “manifestantes” a admitir que uno de los gendarmes que llegó al río gritó “ahí hay uno”, a una distancia menor a 7 metros. De sostener vehementemente en los medios de comunicación hegemónicos porteños y cómplices que nunca estuvieron cerca de un manifestante, la sociedad entera se enteró de que al menos dos efectivos (Ramón Vera y Pelozo) quisieron tirarse al río. O se querían tirar para perseguir a alguien o para rescatarlo. Pero les dieron la orden de no hacer nada. ¿Se habrá enterado la sociedad de esto? ¿O son sólo hechos que quedarán perdidos entre las miles de fojas de los expedientes?
El Gobierno y la GNA pasaron de decir que nunca dispararon sus escopetas antitumulto sobre el río a admitir que le dispararon a un bulto que estaba entre los sauces. Este fue el caso de Darío Zoilán, escopetero del Escuadrón 35.
Otro gendarme, Daniel Gómez, primer alférez del Escuadrón 35, admitió en una conversación con Pablo Badie, jefe del Escuadrón 36 que “sí hubo varios disparos en el río”. ¿A quién le disparaban, a la nada?
El Gobierno y la GNA pasaron de decir que los vehículos que ingresaron al territorio nunca estuvieron cerca del río, como había marcado el testigo mapuche Matías Santana. Otra mentira. El conductor Lucio Buch, al frente del Eurocargo, afirmó que llegó hasta la pendiente que daba al río, se bajó del camión y ahí mismo pudo observar varios gendarmes que ya estaban sobre el río. El portaba su arma 9mm. ¿Qué curioso que la Ministra Bullrich no recuerde que en uno de los allanamientos a la Pu Lof fueron encontradas vainas servidas de 9mm? Esta prueba fue deliberadamente omitida por el juez Otranto.
El camión Eurocargo se estacionó sobre la pendiente a las 11.36 del primero de agosto. A las 11.32 de ese mismo día, la GNA registraba la última foto con vida de Santiago Maldonado.
El Gobierno y la GNA no necesitaron “tocarlo” a Santiago para acorralarlo a la veda del río. Las distintas secuencias de persecución que deben (y pueden) reconstruirse con el material que ya existe en el Expediente 8232/17 (Desaparición Forzada) deberían obligar a la Ministra Bullrich a cortar con su soberbia y comenzar a dar explicaciones a la sociedad y a la familia de Santiago Maldonado. Pero eso no ocurrirá. Bullrich es clave en esta política criminal.
Si la Ministra de Seguridad dijera la verdad debería admitir los Crímenes de Estado que están llevando adelante desde el Gobierno nacional. Lo que no puede admitir Bullrich es que el Gobierno plantó pistas falsas, espió, ocultó información. Planificó la represión ilegal, la ejecutó y luego encubrió los hechos. Bullrich no puede admitir que un funcionario de su cartera, Daniel Barberis, guionó las versiones de los gendarmes, los “entrenó” para luego declarar ante la Justicia sin aparentes fisuras. Pero los quiebres en el relato oficial pueden rastrearse. La Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) sostuvo que ese informe –utilizado por la Ministra en el Senado para decir que los gendarmes no tenían nada que ver con la desaparición de Santiago– era poco menos que paupérrimo.
El Gobierno no puede negar la cacería. En la foja 38 del expediente 8232/17 hay una serie de imágenes aportadas por los gendarmes. En la cuarta imagen puede verse de fondo la casilla de guardia. Al ampliar dicha foto, sobre el costado izquierdo se ve a alguien con campera celeste y lo que aparentan ser rastras. Era la última foto con vida de Santiago Maldonado y fue tomada a las 11:32:33 horas. La precisión es clave. Tan sólo 25 segundos después (11:32:58) pueden observarse dos uniformados dentro del territorio corriendo por el camino ubicado a la derecha del puesto de guardia. En el mejor de los casos, Santiago llegó al río con una ventaja de tan solo 25 segundos. A las 11:33 la mayoría de los gendarmes y vehículos ya estaban dentro del territorio. La verdad de Patricia Bullrich es un crimen de Estado.